Viví Punta. En la Barra el alcalde Quintana anunció la aplicación de multas por ruidos molestos; se cobrarán con la contribución

17/1/13. Los inspectores del municipio de San Carlos, con jurisdicción en los balnearios ubicados al este del arroyo Maldonado, aplicaron  desde que comenzó el año un promedio diario superior a cuatro multas por ruidos molestos. Este año las autoridades de la Intendencia de Maldonado decidieron que las sanciones se apliquen a los padrones, con lo que el monto de las multas se cargará a la contribución inmobiliaria cuando los propietarios vayan a pagar el impuesto, explicó a el alcalde de San Carlos, Gregorio Quintana. Entre el 1º y el 7 de Enero se labraron  30 sanciones a casas particulares donde se comprobó que los decibeles de la música eran mayores a los niveles permitidos. “En los casos donde una multa se coloca por tercera vez también se realiza denuncia penal en la comisaría de la zona por desacato a la autoridad municipal”, señaló Goyo Quintana.

 

Son las dos de la mañana en La Barra. Una decena de autos estacionados a cada lado de la calle sobre veredas de pasto y otros sobre el pedregullo anuncian que hay fiesta. La música se escucha a más de una cuadra y se hace cada vez más intensa a medida que se camina hacia el lugar.

 

En un patio algunos jóvenes conversan sonrientes con botellas y vasos en las manos. La puerta de la casa está abierta de par en par y el trajinar de personas no para. Está empezando una nueva noche en las disco top de la zona pero también en este boliche improvisado.

 

La imagen que se repite a lo largo del balneario es parte de la rutina desde que comenzó la temporada para quienes están veraneando y también una pesadilla para quienes viven todo el año en el lugar o llegan para descansar.

 

Ya es una moda en La Barra que jóvenes se las arreglen para juntar dinero y entre todos alquilar una casa que por el día está vacía y que en la noche desborda de gente. Las fiestas no tienen nada que envidiarle a una discoteca y son organizadas por  grupos de 20 a 30 jóvenes que se conocen del colegio o la facultad.

 

“La mayoría se viene a veranear con los padres y viven en otras casas donde reina la tranquilidad. Alquilan para hacer las fiestas. Hay mucho alcohol, muchos autos en la calle entorpeciendo el tránsito y desmanes en la vía publica. Es bastante caótico”, dijo a El Observador  un vecino que vive todo el año en La Barra.

 

En muchos casos las convocatorias se hacen por medio de las redes sociales a través de páginas que identifican a las casas o las fiestas en Facebook. También se cobra un tique o se entrega una pulsera  antes de entrar que puede valer entre US$ 30 y US$ 150 y que habilita después a hacer uso de canilla libre o a comprar alcohol en barras improvisadas.

 

Según los vecinos es común que también asistan menores de edad para hacer “la previa”. “Hay una casa y varios vecinos lo vimos, donde descargaron un camión de bebidas alcohólicas”, relató Juan Salgado, presidente de la Asociación de Fomento y Turismo Amigos de La Barra (Aftab).

 

SANCIONES Y MULTAS

 

Los inspectores del municipio de San Carlos, con jurisdicción en los balnearios ubicados al este del arroyo Maldonado, aplicaron  desde que comenzó el año un promedio diario superior a cuatro multas por ruidos molestos.

 

Este año las autoridades de la Intendencia de Maldonado decidieron que las sanciones se apliquen a los padrones, con lo que el monto de las multas se cargará a la contribución inmobiliaria cuando los propietarios vayan a pagar el impuesto, explicó el alcalde de San Carlos, Gregorio Quintana.

 

Esta situación también determinó que inmobiliarias de la zona tomen recaudos y averigüen primero quiénes son los potenciales inquilinos antes de cerrar el trato.

 Incluso este año hay propietarios que incluyeron en sus contratos una cláusula especial que autoriza a que las casas sean desalojadas si se comprueba que se utilizan para hacer fiestas clandestinas.

 

Entre el 1º y el 7 de enero se habían dispuesto 30 sanciones a casas particulares donde se comprobó que los decibeles de la música eran mayores a los niveles permitidos.

 

Las multas  van de dos unidades reajustables ($1.218) la primera vez que se aplica la sanción y se multiplican cuando  el infractor reincide pudiendo llegar hasta un máximo de 64 UR ($ 38.926). En los casos donde una multa se coloca por tercera vez también se realiza denuncia penal en la comisaría de la zona por desacato a la autoridad municipal, señaló Quintana.

 

En los procedimientos realizados hasta el momento que  cuentan con el apoyo de la comisaría de la zona solo en una oportunidad se constató que se estaba cobrando entrada.

 

Al ingreso de una de las casas se entregaba una pulsera por la que había que pagar US$ 150. En ese tipo de casos los inspectores además de aplicar la sanción por ruidos molestos labran un acta que pasa luego a estudio de la asesoría letrada del municipio para que defina si cabe aplicar otro tipo de multas.

 

En ningún caso pueden ingresar a las casas, por lo que resulta difícil comprobar que se comercialicen bebidas alcohólicas en su interior.

 

La mayoría de las quejas que realizan vecinos y turistas se debe al volumen de la música en fiestas privadas o en los autos estacionados en calles de la zona.

 

En un grupo de Facebook llamado Vecinos del Tesoro y La Barra se pide a los lugareños que hagan denuncias y que quienes conozcan a los dueños de las “casas boliche” les avisen antes que se vayan los inquilinos para que consulten su situación en el municipio y no tengan después que hacerse cargo de las multas.

 

 

DE MULTAS Y MONTOS

 

$ 38.926. Es el valor máximo que se cobra por ruidos molestos, equivalente a 64 Unidades Reajustables. La multa mínima es de $1.218 (2 UR). Se aplican 4 multas por día.

 

Fuente: Miguel Noguez | El Observador