Paseos en Velero a bordo del “Silvestre” desde San Isidro. SI NAVEGAR ES TAN PRECISO

25/4/12. Estas travesías se inician en San Isidro y ofrecen una pintoresca visión de la ciudad desde el agua. La propuesta entusiasma desde la sola enunciación: disfrutar de una singladura en velero por el Río de la Plata . De inmediato, la mente la relaciona con un día de sol, brisa agradable, relax y hasta un aura glamorosa, aunque hoy llueva no la alternativa tienta y da rienda suelta a la imaginación e invita a proyectar un fin de semana diferente.

Desde hace diez años Veleros del Plata ofrece paseos de 3 a 5 horas a bordo de la embarcación “Silvestre”, que lleva hasta 6 pasajeros. Los únicos requisitos son llevar calzado con suela de goma y buena onda. La travesía empieza en el Puerto de San Isidro, donde los participantes se encuentran con Ramón, el capitán de este velero de 9 metros de eslora. Las anécdotas de Ramón arrancan antes de zarpar, con la embarcación amarrada y mientras los viajeros se saludan a bordo.

Como fanático de la actividad que realiza desde hace años, este hombre canoso y de piel curtida por el sol cuenta cómo modificó su velero para poder navegar incluso cuando el nivel del río es muy bajo. De paso, se despacha contra muchos “domingueros”, que pululan los fines de semana y olvidan las normas de convivencia en el agua. El capitán rememora riesgosas experiencias de tormenta y los presentes agradecen que hoy el tiempo sea óptimo.

Con una vela desplegada, el velero Silvestre ya está en movimiento. De a poco, el puerto, el Club Náutico San Isidro y algunos pescadores instalados sobre la orilla van quedando atrás. Todo tipo de embarcaciones recorren el río marrón. Uno se siente transportado a otro mundo, tan cercano y, a la vez, tan alejado del torbellino de la ciudad.

El panorama adquiere otra perspectiva a medida que avanza la travesía: divisamos la Ciudad Universitaria, el Aeroparque y un manojo de gigantescos edificios. “Podría acostumbrarme a esta vida”, comenta uno de los pasajeros, mientras arranca la ronda de mate y el sol acaricia la piel.

Ramón ofrece el timón a quien quiera sentirse navegante y desliza algunos consejos. El “abc” del novato timonel dice que hay que fijar un punto en el horizonte y hacia allí dirigirse. Si se quiere virar a babor (izquierda), hay que girar el timón a la derecha. Para virar a estribor, lo opuesto. “¿Ves ese barco que viene hacia nosotros? Bueno, la idea es esquivarlo”, bromea el timonel.

La ausencia de preocupaciones y el silencio invitan a imaginar cómo sería emprender periplos más extensos. De hecho, Veleros del Plata ofrece travesías de más de un día a la costa uruguaya, con la opción de pernoctar a bordo.

La tarde se va terminando y comienza la segunda ronda de mate. Pasa una lancha llevando boyas para una regata y, a lo lejos, reconocemos la Catedral de San Isidro. El recorrido está por llegar a su fin y, sin esforzarse, los pasajeros se llevan bien impregnada una sensación de libertad. Es fácil percibir que vuelven a casa más que satisfechos.

Fuente:  María De La Paz García/CLARIN Viajes