ORÍGENES DE LA AVIACIÓN. En San Isidro, más precisamente en donde hoy se emplaza el Hipódromo local, operó una de las primeras líneas aéreas del país

de-havilland-avia 20/03/10. Esta casi olvidada historia revela que en unas 60 ha de lo que hoy es el circo hípico sanisidrense funcionó allá por 1920, una de las primeras empresas de aviación. La compañía se llamó de River Plate Aviation Co. y se dedicó a llevar pasajeros y correo desde San Isidro a Villa Colón, en Uruguay, cumpliendo cerca de 200 vuelos regulares con 16 aviones de los tipos DH4A y DH9A. Transportaron más de 12.000 pasajeros a lugares como Montevideo, Bahía Blanca, Rosario o Córdoba. Aquí, este poco conocido relato de “San Isidro 415”, una epopeya ligada a los inicios de la aviación en la Argentina.

 

 

 

 

 

La aviación en nuestro país comenzó como un deporte de unos pocos, que competían por cruzar el Río de la Plata o la Cordillera de los Andes, en globo o en avión, emulando a los pioneros extranjeros.

 

 

 

anchorena-globo-pamperoLa hazaña aérea llevada a cabo en la Navidad de 1907 marcó el origen de la Aeronáutica Argentina, cuando por interés científico y deportivo se produjo la primera ascensión a cargo de dos argentinos: Aarón de Anchorena y Jorge Newbery, quienes a bordo del globo “Pampero” lograron unir el Campo de la Sportiva (actual Campo de Polo de Buenos Aires) con el departamento uruguayo de Colonia, luego de sobrevolar el Río de la Plata.

 

 

 

A bordo del aeróstato,  Anchorena y Newbery emprendieron su viaje y, a poco de andar, mientras sobrevolaban el río comenzaron a perder altura, lo cual les forzó a arrojar el instrumental y , por fin, hacer tierra ni bien tuvieron donde asentar el globo. Eso fue en Conchillas, ya en la costa oriental. Hubo que caminar, hasta que dieron con dos paisanos a quienes preguntaron cómo podrían conseguir un medio de transporte para ir a Carmelo o a Colonia, en la vecina orilla.

 

 

 

Los paisanos, bastante asombrados con los forasteros les preguntaron cómo habían llegado y de dónde venían. La respuesta primero los dejó estupefactos y luego creyeron que les tomaban el pelo ¿cómo iban a creer que acababan de llegar de Buenos Aires y, en globo? Cambiaron miradas y uno exclamó fuerte: “¡Estos porteños… siempre payasos!”, dieron media vuelta con sus caballos y se alejaron al trote.

 

 

 

Aarón de Anchorena y Jorge Newbery se quedaron de a pie, pero la aventura terminó bien y caló tan hondo en el primero que de inmediato se interesó por comprar tierras en las cercanías de Conchillas.

 

 

DEL AIRE A LA BARRA

 

 

Así, de una aventura aérea, nació el establecimiento rural que incluye a Barra San Juan, hoy asiento de descanso del primer mandatario uruguayo y convertida en una suerte de Meca de la náutica deportiva por su bellísimo fondeadero.

 

 

 

Lo cierto es que pasaron unos 12 años de aquella aventura con el “Pampero”, cuando concluída la Primera Guerra Mundial, volvía a la Argentina un inglés cargado de condecoraciones por su desempeño como oficial de aviación. Se trataba de Shirley George Kingsley, quien había vivido en el país antes de la contienda.

 

 

 

Su paso por la Royal Air Force lo vinculó a las grandes empresas dedicadas a la producción de aviones, y así fue que a su retorno trajo la representación de la “Aircraft Manufacturing Company”

 

 

aviacion

 

Las aficiones aeronáuticas y los intereses comerciales del inglés lo llevaron a encarar una campaña de convencimiento público acerca de los beneficios de la aviación. El 23 de Mayo de 1920 a lo largo de 60 ha. de lo que hoy es el hipódromo comenzó a operar una de las primeras líneas comerciales del país: la “River Plate Aviation Co.”, integrada entre otros socios por el propio Anchorena, Carlos Tornquist y Henry Thompson, desde luego esta suerte de aeródromo cuanto mas cerca del río tanto mejor.

 

 

Anchorena era propietario de un terreno particularmente representativo de San Isidro: la fracción de Bosque Alegre que iba desde el Alto hasta el Fondo de la Legua.

 

 

En esa fracción se destacaba la Posta de los Anchorena, otro de los monumentos arquitectónicos del pasado nacional.

 

 

 

SAN ISIDRO LEVANTA VUELO

 

 

El inglés, como se dijo, había sido enviado para vender aviones en la Argentina y Anchorena era el propietario de la preciada fracción que no solo se prestaba para despegues y aterrizajes sino que permitió montar un hangar, talleres y toda la infraestructura necesaria.

 

 

Unos 16 aviones descasaban allí con capacidad para dos y cuatro pasajeros.

 

 

Los pilotos eran de la nacionalidad que expresan sus nombres: Patrick Hasset, Joselin Lewis, Sydney Holland, Teo Davenport, Arnold Syddal, Oliver Thompson, Brian Ferrand, Perry Greenwood y Edward Melvyns.

 

 

 

La River Plate Aviation Co. cumplió oficialmente desde el 17 de diciembre de 1921 hasta el 30 de abril de 1922, cerca de 200 vuelos regulares, trasladando a mas de 12000 pasajeros a lugares como Montevideo, Bahía Blanca, Rosario o Córdoba.

 

 

 

El aeródromo sanisidrense conocido por su teléfono “San Isidro 415” contó –además- con una escuela de vuelo, pero no se sabe exactamente cuando dejó de funcionar. Cuentan que junto a la empresa promovida por Kingsley, existía otra la Compañía Franco Argentina de Aviación, de la cual Aarón Anchorena era fuerte accionista. El mismo se ocupó de fusionar a las dos con el fin de nacionalizarlas, en un sentido bien distinto al que tiene de esta expresión hoy.

 

 

 

La pista de San Isidro sirvió en esos años fundacionales como base para la aeronáutica comercial argentina, que a partir de ahí siguió desarrollándose. Es posible que la operatividad desde Dársena Norte de la Compañía Rioplatense de Aviación -nacida de la fusión de la River Plate Aviation Co. con la firma francesa haya acelerado el cierre del aeródromo local. De hecho no se tuvieron noticias de actividades aéreas posteriores a 1924, una de las razones tal vez fue que toda la actividad se trasladó a lo que era en ese momento el flamante aeródromo de San Fernando, pero esa es otra historia.

 

 

En 1926 en esas tierras otro deporte pedía pista: el Jockey Club le compra la fracción a Aarón Anchorena y establece allí el Hipódromo que hoy concita la atención de la actividad ecuestre.

 

Bueno es recordar aquel aeropuerto de pioneros, extendido sobre uno de los suelos cargados de mayor significación para la historia nacional.