Casa de los Jóvenes. Olivos tiene un centro barrial diocesano que recibe a chicos de bajos recursos con problemas de adicción

yamila

 

2/1/2016. El Obispado de San Isidro con el apoyo de la Municipalidad de Vicente López decidió atender la realidad de los jóvenes en situación de vulnerabilidad social desde una perspectiva que focalice sobre las causas y condiciones de vida que llevan a los jóvenes al consumo de drogas. Para ello, funciona desde hace 17 años el centro barrial diocesano “Casa de los Jóvenes”, en el barrio La Loma, de Olivos, partido de Vicente López.

 

Yamila Mariela Fernández es coordinadora de las actividades que se desarrollan en el centro barrial diocesano “Casa de los Jóvenes”

 

Ella trabaja desde hace trece años en la Diócesis de San Isidro, en la problemática de vulnerabilidad social. Se formó tres años en la carrera de psicopedagogía, y después se capacitó como educadora popular; y ahora está estudiando operador socio-terapeuta en drogadependencia.

Me parece que socialmente está establecido que el consumo es una salida para evadir ciertas problemáticas. Muchos pueden ser los factores, pero los más frecuentes que observamos en nuestro centro son las historias de vida, los dolores, las pérdidas, las ausencias, las carencias, pero no tanto desde lo económico, sino desde lo afectivo, desde lo vincular; la falta de figuras parentales, mucho tiempo de ocio, como la exclusión de algunos espacios formales que van haciendo que los chicos tengan más tiempo libre, y como está tan al alcance de la mano el consumo, los chicos van accediendo a eso con mucha más rapidez”, afirmó Yamila.

A la coordinadora del centro barrial, lo que más le impacta es el deseo por parte de los jóvenes que asisten allí de evadir el dolor y la realidad: “Ese dolor puede surgir de la falta de inserción, la falta de oportunidades, la falta de afectos. Como dije antes, para mí el alojar a los chicos, mirarlos, saber qué les pasa; esta mirada del adulto, esta mirada de la sociedad no sólo de la familia, hace que el joven termine perdiendo las oportunidades, sintiendo que las pierde, y excluyéndose un poco a sí mismo también”, señaló.

Asimismo, agregó que “otro factor puede ser que hay muchos chicos que acceden al consumo por pertenecer a ese grupo de jóvenes que son vistos desde otro lugar, que tienen mayor protagonismo en el barrio; entonces el consumo los habilita a estar dentro de ese grupo, o también por mandatos familiares, cuando en una familia se consume y es un hábito, los pibes se preguntan ‘¿por qué yo no?’ Y prueban”.

Para Yamila Fernández, lo más importante es centrarse en la atención del problema. “Creo que atendiendo la problemática, se previenen otros casos. Lo más importante que debemos darle a los chicos es un lugar. El recibir al pibe como viene, con toda su historia, con todo su dolor, con todo su consumo, hacerlos sentir importantes, hacerlos sentir queridos, hacerlos sentir que uno cree en ellos, que son capaces de una transformación, que son capaces de un proyecto de vida”.

“Esa mirada del adulto que yo te hablaba de la sociedad me parece que es lo que permite al chico hacer un proceso, y después acompañar ese proceso que no es fácil, porque los adultos también tenemos que trabajar mucho sobre la tolerancia a la frustración, la paciencia, la ansiedad; porque es lento el proceso de cambio de los chicos, y uno tiene que respetarlo porque en definitiva es su decisión de salir o no de la situación en la que están”, concluyó la coordinadora del centro barrial diocesano