El nuevo Charly García. Ya no demuele hoteles pero mantiene el magnetismo. YO NO QUIERO VOLVERME TAN LOCO

100110-chg-012

 

13/01/10. En una noche plena de expectativa sin tribunas ni platea llenas, el legendario músico ofreció un recital que marcó su retorno a la escena uruguaya luego de cuatro años de ausencia en el país hermano, debido a problemas legales por agredir a un fotógrafo. Vestido impecablemente de negro, sin graffitis ni uñas pintadas y con varios kilos de más, Charly arrancó su show con “Pubis Angelical”, regaló varios bises y se fue de la mano de Hilda Lizarazu en un concierto de dos horas y media que terminó a tope.
El músico, de 58 años, tomó los recaudos suficientes para que todo saliera perfecto, por eso realizó junto a su banda (con Hilda Lizarazu y el Zorrito von Quinteiro) la prueba de sonido.
El show, ante unas 3.500 personas, tuvo un repertorio similar al ofrecido en Vélez en octubre último. Con Guillermo Coppola entre los invitados, Charly agotó las localidades que costaban 50 dólares.

Con movimientos algo mas lentos y un andar a lo Groucho Marx, por la medicación, paradojicamente a partir de “Demoliendo Hoteles”, el octavo tema de la noche, pudo comenzar a enganchar a su público fiel.

“Todo el mundo sabe que no puedo vivir sin vos”, entona Charly García y tiene un guiño con su gente. El músico necesita ciertamente de sus seguidores para poder darle marco a esa creatividad latente. Es que a lo largo de los años García demostró que supo sintonizar tantas veces gracias a ese feedback que se mantiene intacto. Incluso en las etapas más crípticas, terminales y anárquicas de su vida, pues al fin y al cabo él solo tiene esa pobre antena “que le transmite lo que decir”.
A lo largo de dos horas y media de recital el talentoso compositor dio su primer concierto en Uruguay. Los bises podrían haber sido más -en cada vuelta parecía que había convencido a sus músicos de volver- pero alcanzaron para entender de sobra las razones que impulsan a este nuevo Charly, algo mas slow pero mas cerca de la sanación.
“Y es cierto que, comparado con esa tromba que se desgañitaba sobre el escenario y no se sabía si iba a morir electrocutado bajo una lluvia torrencial – tal como lo describió un colega uruguayo de El País-, Charly es, obviamente, otro. Se nota en su andar”. Tuvo algún que otro olvido, como le pasaba en sus tiempos de sex, drugs & rock n’roll pero Hilda lo bancó y cubrió impecablemente el bache.
Ciertamente en el período “Say no more”, al mostrarse más cerca del personaje Pomelo de Diego Capusotto, también recurría en severos olvidos. Por lo demás, su vestimenta -sobrio traje oscuro, combinado a la perfección- hizo pensar en más reconversiones: acaso un buen día ese eterno trovador que es y siempre fue Bob Dylan no se dio cuenta que era un señor mayor y se calzó un traje, se puso sombrero y optó por un look algo mas formal. Todo tiene que ver con todo en el camino que sabiamente transita García hacia surecuperación.