Hangar Uno: La máquina de hacer pájaros

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Tendencia de Alto Vuelo. Guillermo “Willy” Tufró, un vecino emprendedor como pocos, habla de su sueño hecho realidad: Hangar Uno, compañía líder en la venta de helicópteros en Argentina, Uruguay y Paraguay. Desde la sede ubicada al final del Aeropuerto de San Fernando, donde está la más alta concentración de jets privados, turbohélices y aviones pequeños del país, habla del tema que lo apasiona: los Piper y los helicópteros, aeronave esta que cada vez suma más adeptos entre ejecutivos y empresarios. “Una persona que vive en Zona Norte o Pilar en 8 minutos está en el centro”, asegura. Obviamente, en el cielo no hay asaltos, ni secuestros. “No pocos vecinos hacen esos viajes, más gente que la que uno cree va en su propio helicóptero o nos lo alquila a nosotros”, confía este hombre que también ofrece a sus clientes un exclusivo Centro de Capacitación y Entrenamiento con el más moderno material aeronáutico disponible.

 

Volar. Uno de los sueños más preciados del hombre desde los albores de la historia, cuando tan solo las aves y los dioses eran capaces de surcar el cielo, hoy es sinónimo de seguridad a la hora de trasladarse -como suelen decir los políticos- de casa al trabajo. Ciertamente, en la mitología de los antiguos ya subyacía ese deseo de dominar el firmamento, inquietud que hunde profundamente sus raíces en el anhelo de libertad.

 

Las leyendas hablan de Apolo suspendido en el aire o de Dédalo, el arquitecto del laberinto de Creta, quien logró huir de la voracidad del Minotauro con la ayuda de una alas construidas con plumas y pegadas con cera. Sin duda de las narraciones de Dédalo a los muy reales hermanos Wright –los inventores del aeroplano- fueron muchos los que intentaron emular a los pájaros y volar.

 

Uno de ellos fue el genial Leonardo Da Vinci, quien dedicó muchas horas a esa, por entonces, disparatada ilusión. Pero, hoy -en este siglo con no pocas complicaciones- volar dejó de ser un imposible para pasar a ser una realidad por demás práctica que nos permite estar en contados minutos en el lugar deseado sin padecer los típicos trastornos de la urbanidad. Desde luego, en el aire no hay camiones, embotellamientos ni cortes de ruta, menos aún robos o secuestros. Habrá otros modeladores del riesgo, aunque allá arriba parecería haber más seguridad y, sobre todo, mucha mayor velocidad de traslado.

 

Piloteando seguros

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“En sólo 8 minutos una persona que vive en Pilar o en Tigre está en el centro. Cada vez más gente, apela a los helicópteros para desplazarse rápido, seguro y con comodidad”, cuenta Guillermo “Willy” Tufró, titular de Hangar Uno.

 

Interiores tapizados en cuero, confortables asientos, parabrisas de amplio recorrido, que ofrecen una completa visibilidad, calefacción, aire acondicionado, testigos y pantallas que brindan información satelital para saber todo cuanto pasa en derredor . Y una motorización que permite llegar en minutos desde la casa o el country hasta la oficina del microcentro.

 

Cada vez son más los empresarios que eligen movilizarse hacia sus trabajos en helicóptero, en lugar de hacerlo por automóvil. La ecuación es sencilla: el diario trajín que devora sin consuelo 2 horas de nuestra vida y una buena dosis de paciencia para no convertirse en el protagonista del cuento “La Autopista del Sur”, del genial Cortázar desplazándonos por tierra o un puñado de minutos de elegir el aire.

 

En los últimos tiempos, la cantidad de viajes express, tal como son llamados los traslados de ejecutivos que se dirigen a sus trabajos, creció llamativamente, tal lo delatan las estadísticas de Hangar Uno.

La compañía es representante de las norteamericanas Robinson Helicopter Company, The  Piper Aircraft y de la italiana Agusta.

 

En solo 20 años lleva vendidas centenares de aeronaves. Un Raven I de cuatro plazas cotiza 350.000 dólares, con todos los gastos incluidos. “Si se lo compara con el auto más caro que ronda los 150.000 dólares es un número –analiza Tufró-, pero para hablar de un helicóptero turbina saltás a U$S 1.500.000. Con 400 o 350.000 tenés un buen helicóptero y hay muchos que ya lo tienen. Gente de muy bajo perfil ha puesto sus ojos en la flota Robinson, con un costo operativo razonable, que si bien en su versión 22, no tuvo buena prensa en los tiempos de Duhalde, ha demostrado que es por demás confiable”.

La charla con este hombre afable, humilde por definición –“llevo muchos años en esto, lo cual no quiere decir que sea idóneo para analizar accidentes”, se ataja cuando lo califican como “entendido”-, que introdujo a los helicópteros y pequeños aviones para uso personal en San Fernando se desovilla a metros del hangar donde descansan más de 35 helicópteros. “Antes el aeropuerto que mandaba era el de Don Torcuato –memora-. San Fernando era una laguna, a la que llamábamos ‘el sapódromo’, tenía una pista muy corta. Estos terrenos fueron donados por una familia al municipio para emplazar un aeropuerto y así se hizo”.

 

Buceando en su memoria el empresario recuerda que cuando la familia Laplace, dueña del aeropuerto de Don Torcuato, decide venderlo dado el aumento del valor de esas tierras para que allí se establezca un country se produce el despegue de San Fernando. “A partir de ahí Ezeiza queda como aeropuerto internacional, Newbery como aeroparque de cabotaje y en San Fernando se produce la más alta concentración aviones pequeños, lo que hoy se define como aviación general y la aviación ejecutiva con los jets’”, describe.

 

The time is money

 

Se sabe que en un país tan vasto, separado por grandes distancias, la aviación es imprescindible. “The time is money”, machaca un conocido refrán sajón que pareciera tener su correlato entre los hombres de negocios. “Con el helicóptero optimizás mucho el tiempo” –admitió un empresario y abundó en detalles: “Con él puedo trasladarme a Pilar o a Santa Mónica, en el Delta. Y todo en un día . En auto no podría hacerlo. Además, lo utilizo como un elemento de marketing, porque llevo a mis clientes a ver cómo anda la construcción de sus respectivas casas”.

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En sólo dos horas se está en el aeropuerto de El Jagüel en la apacible costa esteña y en minutos, como se dijo, se llega al microcentro porteño. No sólo el ahorro temporal se cuenta entre los beneficios, un dato no menor es que en las rutas hay más riesgos que en un helicóptero. “Existen mayores situaciones de peligro que en el aire –compuso el ejecutivo-. A bordo de una aeronave dependo sólo de mí, en cambio, en la ruta hay demasiados factores externos, desde un camión que se te cruza o un auto que no frena a tiempo hasta la cantidad de robos, que cada día son más”, apunta.

 

Sin embargo, a pesar del notorio crecimiento del sector, aún falta para el desarrollo completo de la industria del aire. “En  el estado de San Pablo  hay más de 750 helicópteros y en la ciudad cuentan con  450 helicópteros civiles, por ejemplo. Acá, en Buenos Aires, todavía no contamos con un helipuerto bien ubicado en el centro, donde se pueda entrar, dejar la aeronave estacionada, desenvolverse y luego retornar. Hangar Uno inició la construcción de un helipuerto en un predio que ya utilizaba el ejército para tales fines en la Reserva Ecológica porteña. Pero fue paralizada la obra  y debió suspenderse el proyecto por los reclamos de asociaciones  ecologistas que lo impidieron. Actualmente, en las cercanías pero fuera del predio propiamente dicho, la firma Modena representante de la línea de helicópteros Bell , ha hecho un helipuerto e instalaciones adecuadas de primer nivel, pero todavía no ha despegado de la manera deseable. La Argentina es un país muy adecuado para estas naves; se están haciendo helipuertos a buen ritmo, pero son pocos. Se imaginan lo sencillo que sería trasladarse a Buenos Aires si existieran por ejemplo 50. Hay 30 en todo el país de helicópteros de turbina”, contabilizó desnudando la carencia.

 

Avances tecnológicos y un hangar que hace escuela

 

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Guillermo Tufró observa que a la hora de hablar de adelantos en aviación, como en los autos, fue la electrónica. “No sólo los han hecho más seguros para navegar, para tener control de lo que está pasando en el motor, sino que han sido enormes. En materia de motorización –explica-, por ejemplo el Piper Matrix que acabamos de presentar, es un monomotor de 350 caballos, biturbo, bintercooler –como el de una Ferrari- da 400 km/h y cuenta con pantallas que te reflejan todo lo que está pasando meteorológicamente a tu alrededor, porque baja información directamente de los satélites”.

 

Este tipo de aviones como especifica el entendido ya no apelan a radares sino que bajan la información satelitalmente y se anticipan así a las tormentas. “De hecho en Argentina, este avión que se presenta este viernes 24 a las 19 hs  en Hangar Uno , antes llegaba hasta el Caribe la cobertura, ahora hasta acá. Pues bien, yo siempre digo que en materia de seguridad, para que sea más o menos confiable, buena parte depende del piloto. Lo mismo pasa con los autos: uno puede tener un BMW o un Mercedes, claro todo depende si lo maneja un chico de 17 años un viernes por la noche o un señor de 45 o 50. Lo mismo pasa en aviones y helicópteros”.

 

En una época las picardías como en la película Top Gun pasaba por quién pasaba a mayor velocidad cerca de la torre. “Era típico después del asado en el aeroclub, el más macho era el que pasaba por abajo del puente con el avión –grafica-. Hoy en día se ha cambiado esa cultura. El piloto más reconocido por sus pares es el que cumple con una operación correcta. Eso es valorado por el grupo, todos quieren pertenecer a él y de ahí aflora la disciplina”.

Además de vender, Hangar Uno también tiene una escuela que ya formó a cerca del millar de pilotos de helicóptero. “La mayoría de los que toman el curso es gente que nunca voló; se inician porque les fascina. Incluso algunos compran su helicóptero antes de recibirse. Pero son los menos”, admite Tufró al tiempo que explica que en el Centro de Entrenamiento se brindan cursos de seguridad, se cumplen viajes a distintos helipuertos.

 

“El curso demanda de cuatro a seis meses, también lo podés hacer en dos, pero el que viene acá lo hace para disfrutar, no para hacer una carrera comercial. Una vez recibidos, van acompañados por un piloto profesional y luego, de a poco, se largan solos. Los aviones modernos son mucho más fáciles de volar gracias a pilotos automáticos digitales. Esta escuela está orientada al uso personal de gente de entre 30 a 65 años, si bien existen varias excepciones como la del piloto Félix de Barrio que vuela regularmente con 83 años”, indica.

 

Actualmente Willy Tufró se encarga de la parte operativa de la empresa  y Héctor Fernández de las operaciones  financieras. Hangar Uno ofrece  la opción de realizar paseos y ver desde el aire el magnífico Delta esta en la costa norte en el final del aeropuerto de San Fernando, entrando por la calle perimetral que lleva a un hangar lo suficientemente grande, tanto como la pasión de Tufró por el “don de volar”.

 

Están en el aeropuerto más importante de la zona en materia de aviación privada, San Fernando (su tel.: 4714-8100/ + info: www.hangaruno.com.ar). “The time is money” aseguran los empresarios y no dejan de valorar el ahorro de tiempo, a Pilar se llega en 8 minutos, menos de lo que a usted le demandó posar sus ojos en esta nota.