En la Quinta Los Ombúes Mons. Pedro Oeyen presentó su nuevo libro.Hace a la HISTORIA Y HERENCIA DE UN PUEBLO
Un atractivo material de lectura, con datos inéditos, que demandó año y medio de paciente búsqueda y se tradujo en 300 páginas de una interesante obra que tuvo su disparador, en la incógnita planteada por el historiador Bernardo Lozier Almazán sobre la procedencia de la imagen de San Isidro Labrador precisamente aquella que se transporta por las calles del pueblo todos los 15 de Mayo. En el patio colonial de la Quinta Los Ombúes, con presentación de Mariano Etchegaray, presidente del Instituto Histórico Municipal, el párroco, autor entre otras obras de “El celular de Dios”, verdadero best seller editorial recientemente traducido al portugués, develó el misterio de la imagen, habló de su nuevo trabajo y dejó picando una frase que le regaló su bisabuela: “Los pueblos que no conocen su historia viven en la eterna adolescencia; improvisando constantemente”
El libro, editado por Graciela Sanmartino, a través de los talleres de su imprenta Ediciones Sanmartino y financiado por la Municipalidad de San isidro, se suma a la prolífica obra de Oeyen que cuenta entre otros trabajos, con la obra en 5 tomos “Creciendo en la fe con nuestro hijo”, con más de 500.000 ejemplares vendidos, “La Catedral de San Isidro”, editada con motivo de la restauración del templo, “+”La Hermandad de las Animas en San Isidro. 1785-1869″ y el volumen que lo antecedió: “El celular de Dios”, otro éxito editorial traducido ahora al portugués.
Recordó que Oeyen, de activos y lozanos 70 años, vivió de chico en Buenos Aires, pasó su adolescencia en San Andrés, para luego transcurrir su vida hasta nuestros días en San Isidro. Estudió en el Colegio Marín, donde se recibió de Bachiller e inmediatamente, respondiendo a su vocación sacerdotal, ingresó al Seminario Diocesano de San Isidro y, tras cursar en las aulas académicas de las Facultades de Teología de la UCA y del Salvador, egresó como Licenciado en Teología. Pero más allá de los detalles sobre su formación en los claustros, Etchegaray resaltó que sus obras representan un invalorable material de consulta para los sanisidrenses al tiempo que destacó que “como si todo eso fuese poco, Oeyen fue también el gran artífice de la restauración de la Catedral”, todo un símbolo ligado a la identidad del pueblo.