“Me tocaron esas obras en una época durísima del país –soltó-. La apertura del Central fue un hito y me dio un gran impulso”, y no obvió en el resumen su contribución a la seguridad ciudadana, de exclusivo resorte provincial, a través del fortalecimiento del programa de Cuidado Comunitario, el aporte de móviles, tecnología, contratación de personal, las cámaras y el Centro de Monitoreo. “Lo que más me representa a mí como persona, como estudiante, como aquel que ejerció como abogado en su pueblo es la implementación de los talleres extraprogramáticos – destacó-. Eso posibilitó equiparar los conocimientos de los estudiantes de escuelas públicas y privadas, hace a la integración y a la igualdad de posibilidades. Es la obra menos conocida de todas, nadie me para por la calle, pero forma parte de mi equipaje”, deslizó visiblemente emocionado un Posse muy humano que reveló que el Norte de su gestión, hace a la “integración social” y eso se logró con políticas públicas que lograron el fortalecimiento familiar, dando espacio a la Iglesia, al esfuerzo de entidades intermedias.
“Si uno llega a la mitad de la vida con todos estos amigos, amigas y niños y puede advertir que de la mano de ellos esto trasciende hacia el futuro, entonces no se puede pedir más”, tiró un político que no le escapa a los desafíos por venir y hace todos los esfuerzos por mantener intacto ese feedback, el ida y vuelta imprescindible para saber qué requieren sus vecinos, cuáles son sus sueños y así empezar a lograrlos con la fuerza del conjunto.
No faltaban representantes de clubes rotarios y entidades de bien público, Oscar Rebagliati, de San Isidro Tradicional, por nombrar uno de los tantos invitados; miembros de asociaciones tradicionalistas como El Lazo; referentes de la Cultura y de la Salud local, desarrolladores, comerciantes, inmobiliarios como Andrés Stahler y no pocos periodistas, editores de diarios, locutores y dueños de emisoras zonales.
“Hoy es un día muy especial, todos los que estamos acá nos podemos mirar estamos acá porque queremos”, soltaba emocionado Gustavo Posse y sorprendido por la magnitud que alcanzó la convocatoria que le tributaron sus amigos. A su lado, lo observaban atentos, su mujer, la doctora María Fernanda Nuevo y sus hijos Macarena y Melchor Jr., su suegra Beba Broggi y un poco más allá sus compañeros de ruta, amigos entrañables como Carlos Castellano –que hizo las veces de presentador oficial-, Juan Carlos Canal, Héctor Prassel, Mario Alonso, el Ing Bernardo Landívar, el Dr. Guillermo Sánchez Landa, o Rita Kuzis, batalladora incansable y por caso presidenta del Deliberativo local.
Así lo definió el presentador, su amigo Carlos Castellano: “Esta es una excusa bárbara para juntarnos todos aquellos que trabajamos socialmente por San Isidro, desde distintos lugares”, reflexionó a poco de desandar su mensaje y en el racconto no se olvidó de los que ya no están y los que se sumaron a esta tarea que supo de muchos momentos felices. ”Los que trabajamos socialmente en la comunidad siempre lo hacemos con optimismo y Gustavo ha sido desde siempre un optimista que nos ha permitido alcanzar logros desde lo social y político que han sido fundamentales –evaluó y al rato dijo que lo ganaba un sano orgullo por “haber podido trabajar junto Melchor y Gustavo” en un espacio político plural.


En ese momento y durante toda la noche varias pantallas gigantes reflejaban una catarata de logros que quedaron impresos en la vida de los sanisidrenses: la apertura del Hospital Central, la inauguración del Centro de Monitoreo, los festejos por los 300 Años, la apertura de pasos bajo nivel e importantes vías de acceso, la terapia intensiva del Materno Infantil, el Hospital de Boulogne a nuevo, notables meritos deportivos en rugby, yachting, natación, hipismo; la inauguración del Museo Beccar Varela, la reapertura de Villa Ocampo, el Museo del Rugby, la Casa del Juguete, la urbanización de villas de emergencia, la compra de ambulancias, patrulleros, instalación de cámaras de seguridad, los 102 años de Villa Adelina, Boulogne sin su anacrónico puente metálico, las colectividades desfilando por Martínez, la restauración de la Catedral y el Museo Pueyrredon, el abrazo de despedida con Mons. Jorge Casaretto, la llegada de Mons. Oscar Ojea, el adiós al Capitán Garrido, todo eso mezclado caprichosamente en un sentido pero para nada planeado calidoscopio que mostraba una suerte de álbum familiar del Intendente. Allí no faltaba el abrazo con Melchor y Osvaldo, los encuentros familiares, el casamiento con Fernanda, la llegada de los hijos, el perro más querido y el titular de un diario que en los últimos años de su padre Melchor, cuando ya lo aquejaba una cruel enfermedad, lo resumía todo: “Melchor Posse con su hijo y su nieto disfrutó de un paseo”. Ese instante mereció un cerrado aplauso al igual que la foto con su hermano, Hernán y con Alejandro, que ya no están, como así también la jura y cesión del mando entre padre e hijo.



También se vieron decenas de fotos con infinidad de chicos de escuelas y jardín sonrientes que en todas las celebraciones patrias no pierden la oportunidad de fotografiarse con su Intendente, como si fuese una amigo más, un referente a seguir; esas tal vez, como las instantáneas con los bebés y sus familias durante la celebración del Día del Prematuro resumen esa impronta de trascender en las generaciones venideras que hace a la gestión de Gustavo Posse.

El hombre puede perder el bigote, pero sabe que entre sus vivencias del alma, esas que forman parte del equipaje, aflora esa decisión por equiparar conocimientos, que obviamente hace a un mundo más igualitario y a sus desvelos por la integración en un San Isidro para todos.