ADOLESCENTES VIOLENTOS. ¿Qué les pasa a nuestros jóvenes?

 

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18/10/09. Descontrol, desconcierto, ausencia de proyectos, dignidad a medias, síntomas de una situación que los angustia y los excede mientras en las calles se exponen y entran en una agresividad inédita. La crisis de la educación, la desigualdad de oportunidades, la pérdida de valores y el alcohol, un combo explosivo que preocupa y que invita a pensar salidas. Qué se hace desde el municipio de San Isidro para defender el espacio público, contener desde lo social, evitar el descontrol y sancionar a quienes con inusitada violencia muestran un recurrente desprecio por la vida ajena.

 

 

 

 

Se palpa en la calle, se ve en la escuela, salta a la vista en los lugares que les son propios. Los recientes casos de violencia que tienen por protagonistas o víctimas a adolescentes han reabierto el debate sobre ¿qué les pasa a los jóvenes?. Es que resulta obvio que cuando la vida se ve violentada precisamente por aquellos que tienen la misión de prolongar a la sociedad en el tiempo, es síntoma de que algo anda mal en ella.

 

 

0293722gLa televisión sorprende todos los días mostrando un nuevo hecho: la tremenda golpiza a un chico platense captada por las cámaras es difundida reiteradas veces por un canal de noticias, los informes de Calles Salvajes, Policías en Acción o hasta el periodístico “La Cornisa” muestran a mujeres que terminan a las trompadas a la salida de las discos. Chicos de 16 años que aterrizan en el hospital tras agarrarse a piñas en la pista de un boliche. Adolescentes que pierden la vida en una riña de bandas o menores ganando un preocupante protagonismo en los archivos penales de la Justicia…

 

 

PERDIENDO EL CONTROL. En el entretanto, las autoridades bonaerenses preocupadas por la escalada en esa suerte de violencia social callejera que se traduce en descontrol urbano empezaron a tomar cartas en el asunto.  Más de mil jóvenes por año fallecen como consecuencia del alcohol o por un accidente vial o por peleas“, observa el Gobernador Daniel Scioli y -tras reunirse con empresarios de boliches-, si bien decidió no limitar el horario de funcionamiento de esos locales, opta por incrementar los controles de alcoholemia, endurecer las sanciones para quienes permitan el acceso de menores y vigilar lo que ocurre en los resto bares y maxikioscos donde se realiza “la previa”.

 

 

En el municipio de Tigre se instalarán cámaras a la salida de los boliches (ver pág.4) mientras que en San Isidro hace tiempo que se trabaja realizando operativos contra las drogas y la venta de alcohol a menores. Cada fin de semana se controlan unos 150 locales, especialmente en horario nocturno y se pone la mirada en el servicio de “delivery”.

 

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EN PREVENCIÓN, SAN ISIDRO ES DISTINTO. “Hace seis años que existe un programa que es el 0800 Alerta (0800-555-0044) por el cual se puede dar aviso sobre aquellos sitios donde se vende alcohol a menores y drogas –explica el intendente Gustavo Posse-. En ese número se reciben todo tipo de denuncias y se han llegado a clausurar hasta el cierre kioscos, maxikioscos, autoservicios y bares”, indica.

 

 

 

silvina-cuneo-costa-norte-noticias-026El jefe comunal revela que los jueces de falta han sido inflexibles a la hora de sancionar estos ilícitos pero no siempre se ha tenido la misma suerte con otras áreas de la Justicia. “Es que muchas veces no apoyaron las actividades municipales respecto de esas clausuras –admite Posse-. Así es que tuvimos que presentar amparos y los ganamos, pero también nos topamos con una realidad incontrastable: hay chicos que salen con el alcohol y las llaves del auto de la casa de sus padres; esto es algo que debe resolverse desde la casa también”, asegura.

 

 

 

El servicio que brinda el 0800-555-0044 es totalmente gratuito y es una herramienta que permite la participación de la comunidad cuando se detectan posibles situaciones de venta de drogas u otras sustancias adictivas articulando un rápido aviso a la autoridad correspondiente (policía, fiscales y jueces, provinciales o nacionales) que tienen la facultad y obligación de actuar. Además, desde ese número con líneas rotativas que funcionan las 24 horas, se lleva un registro de los casos denunciados a fin de hacer su seguimiento. Todo esto se complementa con la acción que cumplen los móviles del Programa Municipal de Cuidados Comunitarios que realizan permanentes recorridos por la vía pública interviniendo en cuanta situación les llame la atención.

 

 

 

En esa inteligencia por vigilar lo que ocurre en la vía pública y contribuir con las autoridades bonaerenses en un área tan sensible como es la seguridad ciudadana, es que el municipio comenzó hace un tiempo el cableado con fibra óptica de todo el distrito. Luego colocó videocámaras en lugares estratégicos, como accesos y egresos a barrios, túneles, centros comerciales, cosa de monitorear a través de una sala de situación ubicada en el entrepiso del Palacio Comunal de avenida Centenario todo lo que ocurre en la geografía del partido.

 

 

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Ahora llevamos instaladas unas ciento y pico de cámaras y en el verano vamos a estar saturando todo con unas 450 –indica Posse-. Creemos que estamos dando una colaboración importante y que la policía está haciendo una buena actuación. También aumenta así el control de gestión social, porque en vivo y en tiempo real se tiene controlada la situación. Además, esas imágenes son guardadas en la memoria para luego ser utilizadas por la Justicia con lo cual se conforma un archivo fílmico”, explica.

 

 

Consultado sobre si se colocarán cámaras a la salida de los boliches, el Intendente advierte que estarán apostadas en todos lados y afirma que muchos resto bares y bailables ya no están. “La verdad es que nosotros no tenemos maxikioscos con venta extendida en horarios de alcohol a menores. Todos esos lugares fueron cerrados. Existía un “La Mónica” hace siete años en plena avenida Centenario que causó innumerables problemas al vecindario –evoca-, pero ya no está. El público fue cambiando y la época también. La presión de los vecinos en buena hora resultó muy positiva y nos ayudó a poder detener los excesos que se producían cuando la gente dejaba el lugar. Creo que igual todo ese esfuerzo no quita que exista una realidad: nuestros jóvenes en la búsqueda de alcohol van a terminar también en algún lugar fuera de San Isidro permeable a la venta. Por eso creo que eso hay que atenderlo desde las casas, desde los colegios, todo hace a la cuestión cultural”.

 

 

 

Posse hacía instantes había ofrecido en la plazoleta “Del Maestro”, ubicada en la rotonda de Perú y avenida Santa Fe, Acassuso, un encendido discurso sobre la figura de Domingo Faustino Sarmiento frente a docentes de las distintas ramas de enseñanza. Sus palabras rescataron al hombre político, que puso fin a épocas de desencuentros y había sido partícipe de la primera organización nacional.

 

 

 

En su mensaje prefirió explorar esa faceta del Ilustre Sanjuanino y su pasión por fundar escuelas, por incorporar el método Lancaster a la enseñanza y haciendo la salvedad sobre como los políticos de entonces llegaban al poder, destacó que cuando le tocó desempeñar el rol más importante al frente de la Nación, lo hizo pensando en el progreso. “Hombres como él (por Sarmiento), cuando tuvieron la oportunidad, hicieron que las cosas mejorasen y que fueran para bien –ponderó- Su apuesta fue hacia el progreso, hacia la tecnología teniendo como herramienta la educación. Hoy, tanto tiempo después, en un momento difícil en el país, tenemos que rescatar que el hombre siempre tiene la posibilidad de dar lo mejor”, valoró.

 

 

 

Bien vale preguntarse pues, cuánto tiene que ver la educación y la crisis de valores con esta suerte de violencia juvenil. Qué balance se puede hacer hoy de nuestro sistema educativo: ¿contiene, fomenta límites o -por el contrario- es expulsivo y no genera las mismas condiciones para todos? “El sistema tiene de positivo que diez millones de jóvenes todas las mañanas salen a estudiar; desde el nivel inicial hasta el terciario –detalla Posse- Y de malo, que no en todos los casos se recibe la misma educación. No hay igualdad de oportunidades respecto de quienes estudian aquí en San Isidro o en lugares privados o parroquiales y aquellos que solo tienen la posibilidad de acceder a la escuela pública cruda como puede ocurrir en el esto del país. Allí hay una desventaja comparativa, en varios aspectos: respecto a la cantidad de días de clases, a la informática, a los idiomas. Acá eso está superado porque los talleres del municipio para arte, idiomas, informática, equiparan la situación. Creo que la educación está desmovilizada en la Argentina y realmente no se la entiende como el instrumento para que el país pueda volver al camino en el cual nos habíamos ubicado”.

 

 

 

 

LA CRISIS EDUCATIVA Y LA VIOLENCIA. De aquella escuela que perseguía la excelencia, la enseñanza laica, gratuita y obligatoria poco queda. La educación pública ya no es para todos, ni para el que la elige; “es para quien no tiene más remedio”, dijo alguna vez el periodista Martín Caparrós. Es que los números muestran que tres de cada cuatro alumnos estatales pertenecen al tercio más pobre de la población. Las cifras precisan lo que se sospecha: los padres quieren mandar a sus hijos al privado porque –mejores o peores– por lo menos, les garantizan que van a tener clases, cosa que el Estado –salvo honrosas excepciones- no consigue hacer.

 

 

En la escuela sarmientina quedan los que no pueden: los más pobres y así se perdió ese ámbito capaz de producir esa relativa integración social que nos constituyó como país. En esas aulas donde, bajo los delantales blancos, las clases sociales se mezclaban por un rato y se formaban con las mismas consignas, las posibilidades brevemente emparejadas. La educación pública servía para equilibrar, para integrar, para “redistribuir” –y para producir un país más educado, con mejores posibilidades en todos los terrenos. Ahora, a pesar del esfuerzo que realizan muchos docentes, el horizonte se perdió. Muchos creen que esa crisis educativa expulsa y excluye y la pérdida de valores esenciales en el seno familiar contribuyen a la violencia, al acceso a las drogas y el alcohol y a la delincuencia.

 

 

 

Los menores y el delito es un tema para nada menor que de tanto en tanto con algún suceso conmovedor acapara la portada de los diarios y luego se diluye. Hace pocos días uno de los jóvenes sospechados de participar en el asesinato del Ing. Barrenechea (ver pág. 2) logró fugarse de la comunidad terapéutica donde estaba realizando un tratamiento de desintoxicación. “Es muy lindo hablar de la ‘judicialización de la pobreza’.Todos aquellos que decían ‘pobres chicos’, que la banda de Kitu no había sido, que se los sindicaba porque eran de La Matanza. Ahora me gustaría que opinen también y digan si responden a los parámetros y a la media de valores que nosotros queremos para este lugar, razón por la cual no tenemos mas remedio que sobreprotegernos con cámaras y con más policía”- suelta Posse contrariado y admite que desde la política poco se ha hecho por tratar este tema que sí está en la agenda del vecino. “Hay que ponerse en la piel de aquel que va a trabajar bien temprano y no sabe si volverá a su hogar. Pensar en los más humildes que son quienes más sufren y no pueden tener vigilancia privada. Cuestionarse qué sienten cuando esperan el colectivo, o el temor que experimentan cuando ingresan o sacan el auto de sus casas. Me gustaría que todos opinen en función de lo que piensa el ciudadano común y no por ideología. Si bien fui diputado, no puedo más que avergonzarme por la actitud de nuestros legisladores en general ¿Que pasó después de la muerte del último adulto trabajador a manos de un menor en Valentín Alsina? Fue un caso similar al de Barrenechea. Se dijo que se iba a tratar la baja en la edad de imputabilidad. Pero la verdad, es que todos los bloques cerraron filas y se organizaron para que no sea tratado. Ocurre que muchos legisladores tienen miedo de decir la verdad y expresar lo que piensan en relación al tema de la delincuencia”, concluye el Intendente que defendió la baja de imputabilidad y que los delincuentes reincidentes cumplan sus condenas y no sean recirculados a la sociedad mediante excarcelaciones.

 

 

 

Los adolescentes y la escalada de violencia. No todos los casos son iguales, la dosis de beligerancia cotidiana que se cuela por los hogares también incide. Los cortes de rutas, piquetes y peleas sin castigo no escapa a las vivencias juveniles. Aseguran que los moviliza el impulso, que pasan al acto sin siquiera pensar, porque en la escuela como en la sociedad la palabra y el diálogo perdieron jerarquía, se convive en una sociedad con un clima que favorece la permisividad y el no respeto de la norma.

 

 

Están angustiados, se sienten abandonados, no tienen garantías de educación, de salud, de vivienda, de justicia. Hasta saben que los pueden matar en cualquier esquina; entonces salen a la calle a arrasar con todo: se emborrachan, se tatúan, agujerean, lastiman, intoxican, aíslan con la computadora, con la música. ¿Por qué? Tal vez porque un ser humano sin proyectos, sin futuro, vuelve a los estadíos más primitivos. Habrá que volver a recuperar el diálogo, contenerlos, brindarles límites, interesarlos en valores y grupos de pertenencia que estimulen propuestas de vida en el que redescubran un destino posible.