El Padre Pedro Oeyen, el maestro que ENSEÑÓ A CAMINAR EN FAMILIA

26/12/2026. In Memoriam. El sacerdote sanisidrense y formador incansable, dejó una huella profunda en la transmisión de la fe al impulsar un modelo que puso a los hogares en el centro de la iniciación cristiana. Su mayor legado pastoral?: la Catequesis Familiar, verdadero cambio de paradigma que integró activamente a padres y madres como primeros educadores cristianos de sus hijos y fortaleció el protagonismo del laicado. También realizó importantes aportes a la historia local y a la preservación del patrimonio sanisidrense. 

Con profundo pesar y en la esperanza de la Resurrección, el Equipo Diocesano de Catequesis de la Diócesis de San Isidro despidió en los días previos a la Nochebuena al presbítero Pedro Oeyen, sacerdote, educador y maestro que marcó decisivamente la evangelización en la Iglesia argentina, especialmente a través de la Catequesis Familiar.

Ordenado sacerdote en 1966, en el clima renovador del Concilio Vaticano II, el padre Oeyen supo anticiparse a su tiempo al comprender que la transmisión de la fe encontraba en el hogar un ámbito privilegiado.

Desde esa convicción nació su mayor legado pastoral: la Catequesis Familiar, un verdadero cambio de paradigma que integró activamente a padres y madres como primeros educadores cristianos de sus hijos y fortaleció el protagonismo del laicado.

 

Su obra más difundida, Creciendo en la fe con nuestro hijo, alcanzó 43 reediciones y superó los 500.000 ejemplares vendidos. Más allá de su impacto editorial, el libro se convirtió en una herramienta fundamental para miles de comunidades, promoviendo un lenguaje de fe cercano y entre pares, y consolidando la figura de los matrimonios guía como animadores de la vida catequística.

Quienes compartieron con él la tarea pastoral destacan su sabiduría serena, su estilo de servicio y su profunda ternura. Dotado de una escucha atenta y paciente, el Padre Pedro supo acompañar, alentar y valorar los dones de cada catequista, construyendo comunidad desde la confianza y la misericordia. Su aporte fue clave en la elaboración de itinerarios catequísticos para parroquias, colegios y centros misionales en todo el país.

Incluso en los años atravesados por la enfermedad, mantuvo intacto su modo cercano y fraterno de ejercer el ministerio, caminando junto a los demás como padre, pastor y amigo.

 

Servicio amplio y fecundo

Su servicio a la diócesis de San Isidro fue amplio y fecundo. Durante 24 años fue párroco de la Catedral (1994-2018), período en el que impulsó su restauración integral, convencido de que la belleza del templo material refleja la dignidad del templo espiritual.

Además, se desempeñó como vicario general durante 18 años y fue un apasionado historiador de la identidad diocesana, dejando testimonio de su profundo amor por la Iglesia local.

“Todo para agradecer y mucho para agradecerte”, expresaron los catequistas sanisidrenses al despedirlo, agradeciendo su palabra orientadora y su presencia fiel.

Con gratitud, la comunidad encomienda su descanso al abrazo de Jesús y de María, confiando en que su legado seguirá dando fruto en cada familia que se reúna a rezar y a crecer en la fe.

“¡Hasta pronto, Pedro! ¡Los catequistas agradecidos te abrazamos en la oración!“, concluyeron.