De interés. Réplica de la Bandera del Ejército de Los Andes tareas de restauración y conservación preventiva

16/8/2024. PRESERVAR EL PATRIMONIO CULTURAL. Como se sabe, este 17 de Agosto se cumple el 174º Aniversario del paso a la inmortalidad del General Don José de San Martín. En ese marco, bien vale repasar las tareas de conservación realizadas por el equipo de la coordinación de Patrimonio Cultural del Ministerio de Economía de la Nación sobre la réplica de la Bandera del Ejército de Los Andes. Esa bandera cuya confección data de 1950 y está en la Catedral Metropolitana, frente al mausoleo que guarda los restos del prócer es una copia de la que se encuentra bajo resguardo en el Centro Cívico de Mendoza. La insignia lleva en el centro un escudo argentino bordeado de laureles sobre un fondo mitad celeste y mitad blanco. 

 

 

Dentro de las acciones planificadas en el plan de actividades 2024, el equipo de técnicos del Taller de Restauración de la Coordinación de Recuperación y Conservación del Patrimonio Cultural realizó tareas de conservación preventiva sobre la réplica de la Bandera del Ejercito de Los Andes.

Antes de iniciar cualquier intervención, se llevó a cabo una inspección detallada para evaluar el estado de conservación de la pieza. Se observaron signos de deterioro comunes en textiles históricos, como la decoloración de los colores, fragilidad de las fibras y ligeras deformaciones en la estructura del tejido.

Se realizó un registro fotográfico y se documentó cada detalle relevante. La Bandera del Ejercito de los Andes tiene 100 cm de alto por 60 cm de ancho sobre dos franjas horizontales descansa el escudo nacional.

El proceso de conservación preventiva del facsímil de la Bandera del Ejército de los Andes comenzó con la corrección de las deformaciones planares aplicando peso controlado sobre las áreas afectadas. Esta técnica permitió recuperar la forma original del tejido sin comprometer su integridad estructural.

Posteriormente, se realizó una limpieza superficial utilizando una pinceleta suave, seguida de una aspiración con una aspiradora equipada con tul en la boquilla y potencia controlada, garantizando así la eliminación de polvo y partículas sin dañar las fibras.

Una vez completada la limpieza, se procedió al reintegro de las piedras de decoración que se encontraban descosidas, asegurando su correcta fijación al tejido original. Para mejorar el soporte de la bandera y prevenir futuros daños, se interfolió la pieza con papel libre de ácido, lo que también evitó el marcado de dobleces que podrían comprometer la estética y la estructura del facsímil.

Finalmente, se dedicó especial atención al cofre portabandera, el cual fue cuidadosamente aspirado y aislado de su base utilizando foamboard. Este aislamiento no solo protege la bandera de posibles contaminantes y daños físicos, sino que también asegura una presentación más estable y duradera de esta valiosa pieza histórica.

 

DETALLES DE LA ENSEÑA

La copia  presenta las características y el tamaño estimado atribuido a la original, tiene 100 cm de alto por 60 cm de ancho y reproduce las roturas que el emblemático paño sufrió a lo largo de los años. El diseño, compuesto de dos fajas (una superior en color blanco y otra inferior en celeste), responde a los estándares de la bandera creada por Manuel Belgrano en 1812. En el centro, porta un emblema basado en el escudo patrio constituído en la Asamblea del año XIII. 

El equipo de expertos en historia y vexilología del Salón de Banderas  repasa la historia detrás de la confección del paño original. “A fines de 1816, San Martín se traslada a Mendoza persiguiendo el famoso plan de liberación continental”, introducen. Y explican que, en ese contexto, en el marco de unas tertulias celebradas con las Damas Patricias mendocinas, surge la necesidad de crear un símbolo para el Ejército que cruzaría los Andes durante el enero siguiente.

El vexilo fue finalizado en la navidad de 1816. “Entre Remedios de Escalada, esposa del Libertador, y las otras cinco Damas Patricias, confeccionaron el distintivo con telas que pudieron conseguir y elementos básicos que tenían a su alcance, como ejemplos: el molde del óvalo del emblema fue logrado con una bandeja de plata; de un abanico de Dolores Prats obtuvieron lentejuelas que ornamentaron el sol y Remedios utilizó dos piedras de topacio para los ojos”, precisan.

Los especialistas cuentan que una estrategia que resultó exitosa en la misión sanmartiniana fue dividir a las tropas en siete falanges, divulgando información falsa y no dando a conocer en cuál de ellas se encontraría el general y, con él, la bandera. Ese mismo emblema, más de 200 años después, es conservado en la sede de la Gobernación de la Provincia de Mendoza.