En el Día Internacional de la Danza la particular historia de Rocío Nicola Otero, bailarina y profesora…

29/4/2024. “LA DANZA ES SANAR, ES LIBERAR, es escucharse a uno mismo, sin palabras”. A ella la apasiona la danza, es bailarina desde hace 35 años, hace 13 que fundó su propia Academia en Boulogne y atesora una singular historia. “La danza es generadora de salud, de cultura, de arte, de emociones”, dice esta mujer dueña de una sonrisa radiante que atravesó no pocos sinsabores, confió en su fuerza de voluntad y logró ganarle a su propio cuerpo. Es que a Rocío a los 12 años los médicos le diagnosticaron una escoliosis de 45° y le dijeron que no iba a poder bailar nunca más, sin embargo ella no desistió a su pasión, la danza.  Recorrió consultorios hasta que dio con un traumatólogo que le dijo que volviera a hacer clásico porque no había forma de que la situación de su columna pudiera empeorar. “Así fue como mi espalda empezó a mejorar y mi ánimo también”, memora. Y al rato desliza: “Los médicos se sorprenden cada vez que me ven, dicen que yo debería estar ‘doblada’ pero milagrosamente estoy súper derecha”, afirma emocionada esta artista que vive en Boulogne. Allí montó su Escuela de Danzas RC, donde dicta clases de iniciación a la danza, clásico, jazz, tap, árabe, contemporáneo y hip-hop. Desde los 3 años sin límite de edad. En los enriquecedores videos cortos, característicos mano a mano que prepara la gente de la Subsecretaría de Cultura de San Isidro, evocando la efeméride cotidiana, hoy la protagonista es Rocío Nicola Otero, bailarina, amante de la danza y una profunda resiliente que descubrió que la danza puede ser liberadora y sanar. 

 

El 29 de Abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Danza, instituido por la UNESCO en homenaje al coreógrafo, maestro y bailarín Jean-Georges Noverre (1727-1810), considerado el creador del ballet moderno. La efeméride tiene la intención de rescatar y revitalizar este arte poco valorado. También homenajear la labor del bailarín y de los profesores de danza que encaran enormes desafíos artísticos, muchas veces con más viento en contra, que a favor y, sobre todo, cuando muchas veces lo hacen solo por amor al arte.

 

Junto a la característica barra de ballet y el infaltable espejo que devuelve la coreo de cada movimiento, cuelgan caprichosas decenas de zapatillas de baile gastadas por el esfuerzo. En medio de esa atmósfera plena de arte, Rocío Nicola Otero que ciertamente la tuvo brava y logró reponerse a la adversidad, confiesa que la idea de crear el salón apuntó a sanar, a liberar.

“Mi consejo para los que ya están en la danza y aquellos que quieren iniciarse y no se animan: es que escuchen su propio cuerpo y que lo cuiden – indica-. Siempre digo que el cuerpo es el único frasco de mermelada que tenemos, que hay que cuidarlo y respetarlo, saberlo escuchar. Y así, de apoco, con la ayuda de un profesional docente y de médicos también, animarse a encarar una rutina de movimientos de manera saludable”

La vida a esta bailarina por vocación y docente por elección, le puso pruebas físicas de las cuales aprendió y logró sacar experiencias positivas. Su situación la llevó a estudiar la carrera de Kinesiología y Fisiatría en la UBA y hoy es la persona más feliz del mundo ayudando a muchos a superar sus dolores físicos mediante los movimientos de la danza!. Como ella bien dice, la danza es liberadora y sana.

Rocío, como se dijo es directora del Estudio de Danza RC, que está ubicado en Guayaquil 109,  Boulogne + info: 011 6002-1396 en redes facebook https://www.facebook.com/estudiodanzasrc