En tiempos pandémicos homenaje a Sor CAMILA ROLÓN, samaritana sanisidrense de las epidemias del cólera y fiebre amarilla

 

 

21/7/2021. A 179 AÑOS DE SU NACIMIENTO. La asociación histórico cultural Hijos y Amigos de San Isidro organiza para este viernes 23, a las 15 hs. un homenaje a Sor Camila Rolón junto a la escultura que la recuerda en la plazoleta “Del Fundador”, sita en 9 de Julio y Av del Libertador, al cumplirse el 179 aniversario de su natalicio. La entidad invita a la comunidad a participar de la ceremonia en la que se trazará una semblanza de la Madre Camila Rolón, samaritana sanisidrense de las epidemias del cólera y la fiebre amarilla. Su fama de su santidad fue creciendo después de su muerte y se extendió dentro y fuera de Argentina. El 2 de Abril de 1993, Su Santidad San Juan Pablo II, la declaró Venerable.

 

 

Sor Camila la querible samaritana argentina de las epidemias del cólera y la fiebre amarilla nació en San Isidro un 18 de Julio de 1842. Se la recuerda como la madre de los huérfanos y desamparados, de los pobres enfermos y ancianos desvalidos. Creció en el seno de un hogar criollo donde adquirió una personalidad que se destaca en entre las mujeres de su época. En un tiempo en el que la mujer tenía una limitada esfera de acción: dedicarse a la atención del hogar y consagrar buena parte de sus días a tareas ligadas a quehaceres típicos de la época, irrumpe en el escenario social, y da una respuesta concreta a la crisis de fines del siglo XIX.

En la sociedad laicista del ’80 opone al elitismo de clases la militancia católica en su máxima expresión evangélica, fundando una congregación cuyo fin principal era dedicarse a la educación de los niños pobres y abandonados y al cuidado de los enfermos, principalmente en la campaña, desprovista de toda ayuda espiritual.

Camila era hija de Eusebio Rolón y de María Gutiérrez, ambos buenos cristianos, hondamente arraigados en el lugar. Se destacaba como una chiquilla de rostro moreno, ojos grandes y negros, inteligencia despierta, y genio comunicativo, alegre y vivaz. Su infancia se deslizó en el seno de un hogar pobre, pero honorable y feliz, respirando aire puro en la placidez del paisaje sanisidrense, tan pintoresco por sus lomadas, sus barrancas y la costa del gran estuario del Río de la Plata. Tenía horror a las tormentas y al pecado. Aquellas le parecían un reflejo de la ira del cielo, por los pecados de los hombres.

En su adolescencia, su familia se trasladó a Buenos Aires y ella, participa activamente de la vida Parroquial en la Basílica Nuestra Señor del Socorro. Se dedicaba a la catequesis de niños, visitar a los pobres y enfermos, sin desatender las tareas de su casa y ayudando al cuidado de sus hermanos. Desde los 18 años se sintió llamada a la vida religiosa.

Durante las epidemias de cólera y fiebre amarilla, que azotaron Bs. As., en 1867 y 1871, Camila se dedicó constantemente, al cuidado de los enfermos que quedaban abandonados en sus propias casas o en las calles.

En 1875 con el deseo de ser toda de Jesús, ingresó al Monasterio de Carmelitas Descalzas, donde sólo estuvo veintinueve días; ya que se enfermó gravemente. Fue una enfermedad que la acompañó toda su vida.

En 1877, se traslada a un pueblo de la campaña llamado Exaltación de la Cruz, en la Pcia. de Bs. As., para recobrar su salud y colaborar con el Párroco del lugar Saturnino Azurmendi. Mientras tanto, fue creciendo en ella un “pensamiento”: fundar unas Hermanas que se dedicaran al cuidado y educación de los niños pobres y abandonados, principalmente de la campaña; y también de la ayuda material y espiritual a los enfermos y pobres desamparados.

El 28 de Enero de 1880 funda la Congregación de Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, en Mercedes, Pcia. de Bs. As. El número de Hermanas aumentaba cada día y se iban multiplicando los Hogares, Asilos y Hospitales que amparaba a los más pobres y abandonados.

Purificada con grandes pruebas espirituales y una dolorosa enfermedad, Madre Camila murió en Roma, el 16 de Febrero de 1913, a la edad de 72 años. Sus restos fueron repatriados a Argentina, siendo la primera mujer velada en la Catedral de Buenos Aires y, previo solemne funeral, fueron llevados a la localidad de donde reposan en la Capilla de la Casa Madre en Muñiz (Bs.As).

Camila fue un modelo de educadora e inspiró en los niños un gran amor a la religión y a la Patria, pues en los asilos de la Madre Rolón nunca faltó el Himno Nacional, la bandera argentina y los nombres de los próceres, junto con el Niño Dios, la Virgen, el Sr. San José y los Santos, aseguran.