Más allá de la repentina lluvia y el superclásico del fútbol, PUERTAS DEL BAJO SIEMPRE CONVOCA

 

11/12/2018. Los artistas del barrio que se tutea con el río y sus casas convertidas en ateliers recibieron a un público ávido por aprender, hacer y compartir en los talleres y en las veredas, y con la música en vivo como complemento perfecto. Miles de personas recorrieron durante el fin de semana, los lugares de trabajo y descubrieron en detalle las obras de los artistas de la zona. “Es un producto cultural buenísimo con muchas familias y amigos recorriendo, y artistas que mostraron lo suyo y charlaron con los visitantes, con los que saben de arte y también con los que no saben, en pie de igualdad”, expresó Gustavo Posse, intendente de San Isidro en el taller de Clarisa Cassiau, donde se arremangó para usar el aerógrafo y darle color a una madera que formaría parte de un móvil.

Durante el fin de semana, en San Isidro se realizó la 12º edición de Puertas del Bajo de San Isidro. A lo largo del sábado y el domingo, miles de personas recorrieron las calles de la zona para descubrir en detalle, y de forma gratuita, los talleres y obras de artistas locales.

Puertas del Bajo volvió a reunir este fin de semana a los artistas con un público que recorrió con entusiasmo 45 talleres del barrio, emplazado en una pintoresca franja entre las vías y el río. Una fiesta gratuita, de 15 a 20, y un poco más también, organizada por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro, que este año ganó las veredas con caballetes, todas las disciplinas, instalaciones colectivas, música en vivo y mucho más.

“Es un producto cultural buenísimo con muchas familias y amigos recorriendo, y artistas que mostraron lo suyo y charlaron con los visitantes, con los que saben de arte y también con los que no saben, en pie de igualdad”, expresó Gustavo Posse, intendente de San Isidro en el taller de Clarisa Cassiau, donde se arremangó para usar el aerógrafo y darle color a una madera que formaría parte de un móvil.

Es que allí, en Tiscornia 1043, la invitación era sumar un granito de arena a la instalación colectiva de coloridas maderas que se fueron colgando de un ficus con un deseo, como el de Uriel (8), del populoso Barrio Santa Rita, en Boulogne, que llegó con una veintena de chicos de la fundación Starte y dejó el suyo: Tener muchos más amigos.

“Ayer, lógicamente, hubo menos público por el fútbol, pero nos quedamos con un sábado en el que hubo muchísima gente yendo de un taller a otro, con artistas que ganaron sus veredas con su hacer e invitaron a sumarse, en un clima de deseo cumplido de compartir, conocerse, aprender y escucharse”, dijo Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.

Gente con mapa de la organización en mano, que anduvo en auto, bici, a pie o en el trencito con ruedas que circuló por  el barrio con paradas estratégicas para no perderse nada.

“Es mi primera vez como artista. Me encanta”, aseguró Silvina Valderrama en El alma de los pájaros, su taller (Elcano 552), que en Marzo arrancará con clases y donde mujeres de todas las edades hacían bordados y mariposas con alambres. No muy lejos, el cantero central y las veredas de césped del Camino de la Ribera, frente al taller de Donato, estaban literalmente copadas por caballetes con obra en progreso, al tiempo que con la sierra a pleno Nicolás Martino le daba forma y contenido al tronco de un árbol.

 

“Para la noche tenemos preparados vinos y más música en vivo”, adelantó Manuela Grandal en su taller, Río. Arte & Oficios, al 600 de ese bulevar, que recibía con sus textiles, cosas ricas, dulces y de la casa, y el violín sonando de Julia Tchira.

El Silo del Bajo, con una muestra con obra en pequeño formato de los artistas participantes, para entrar en tema, fue lugar de cita. “Siempre venimos a Puertas. Este año buscamos talleres en los que también hubiera música en vivo”, comentó mate en mano la docente de arte Lucía Claramunt (28), junto a un amigo, mientras una guitarra acústica sonaba en esa esquina de Primera Junta 1001.

Deriva, una instalación colectiva de El Taller de la Ribera, los autos como eje del arte en la Fundación Lory Barra, Wicha Mastronardi y sus esculturas, Marina Zelaschi y sus pinturas, y veredas, claro, como la de López y Planes 1554, donde entre la obra colgada de Graciela Ramacciotti se podía aprender a hacer y cuidar una huerta, al tiempo que la española Amagoia hacía sonar su hang drum. Partes indispensables de un todo animado por una legión de artistas del barrio e invitados que hacen de Puertas una experiencia digna de ser transitada.

En eso estaban las ceramistas Cecilia Rastalsky y Fabiana Durini, que al dejar Estación Pasillo, en Pedro de Mendoza 517, seguían elogiando las fotos de Julián Rovagnati. “Puertas nos permite no sólo conocer lo que están haciendo otros artistas, sino también recorrer estas cuadras con ojos renovados y redescubrir sus verdes”, coincidieron las amigas casi sin detenerse en su afán de querer verlo todo.