Por siempre Garrido. A 8 años de su trágico fallecimiento se homenajeó al querido policía. No habrá más pena ni olvido

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ofrenda20/2/2017. Al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato del Capitán Aldo Roberto Garrido, la Cámara de Comercio e Industria de San Isidro y mensaje barberis-rolonel Municipio organizaron una ceremonia de homenaje en el busto que recuerda al emblemático y querido policía de San Isidro, en Belgrano y Pasaje Aldo Garrido (ex Chacabuco).

 

bustoLa emotiva y sencilla ceremonia contó con la presencia del vicepresidente del legislativo sanisidrense, Dr. Andrés Rolón, del titular de Seguridad de la comuna, Federico Suñer; de autoridades de la Cámara de Comercio de San Isidro, de la viuda de Garrido, Marta Barberis; representantes de la policía bonaerense, de los concejales Carlos Juncos y Gonzalo Beccar Varela, funcionarios municipales, vecinos y comerciantes.

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En la ocasión se depositaron ofrendas florales al pie del busto que lo recuerda y tanto el Dr. Rolón como la señora Marta Barberis, -visiblemente emocionada la viuda de Garrido-, rescataron la figura del inolvidable y querible servidor público a 8 años de su desaparición física. Marta soltó: “Es un orgullo que lo recuerden de tan linda manera. Esta es una fecha muy dolorosa pero este reconocimiento nos aliviana un poco tanto dolor”.

junto al busto

El policía de calle de la Comisaría Primera de San Isidro, Aldo Garrido era querido y respetado por vecinos y comerciantes porque pasó 30 años de su carrera vigilando el centro comercial

UN POLICÍA QUERIDO

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El 17 de Febrero de 2009, alarmado porque no veía a las vendedoras del local de venta de ropa Kevingston, en Chacabuco 361, el suboficial Aldo Garrido, que desde hacía más de 30 años patrullaba la zona, entró en el negocio, poco después de las 10.

El policía, de 61 años, fue sorprendido allí por un hombre y una mujer que estaban robando en el local. Hubo un forcejeo, el ladrón le sacó el arma reglamentaria, le disparó dos balazos en el pecho y lo remató de un tiro en la espalda.

Los responsables de su muerte, Néstor Luque y Débora Acuña, fueron rápidamente detenidos al día siguiente en su casa de Pablo Podestá y condenados por la Justicia con la pena de prisión perpetua.

Lo cierto es que la noticia del asesinato a sangre fría del querible servidor provocó una inusual conmoción entre vecinos y comerciantes. Todos en el centro de San Isidro conocían, apreciaban y respetaban a Garrido, el típico “policía de la esquina”, esos con los que crecimos y que hoy poco abundan. Luego del asesinato, los comerciantes bajaron de inmediato las persianas y colocaron crespones en todos los locales de la calle Chacabuco, entre 9 de Julio y Belgrano.

Ese día, a las 19, la Catedral de San Isidro se vio desbordada por centenares de personas que, con bronca y dolor, se acercaron para participar de la misa en la que se recordó al policía, cuya conducta era considerada ejemplar.