Monseñor Ojea: “San Isidro tiene gente muy buena, es una Diócesis que cuenta con un recurso humano maravilloso”

 

14/3/2025. Con la humildad que lo caracteriza y rodeado de afectos – de hecho lo acompañó un sacerdote que se desplaza en silla de ruedas con quien supo construir una amistad de más de 60 años- monseñor Oscar Ojea, el obispo emérito de San Isidro, se llegó este jueves hasta los jardines del Museo Pueyrredon para recibir las “Llaves de la Ciudad”, una distinción otorgada por el Intendente Ramón Lanús al prelado que este viernes 14 será despedido por la feligresía y comunidad sanisidrense con una misa de acción de gracias en la Catedral, cerrando así un ciclo de 15 años de fecunda labor pastoral. Aquí los entretelones del más que merecido reconocimiento al Obispo Ojea quien supo llevar las riendas de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) por dos períodos y, actualmente, es miembro de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, relaciones con el Judaísmo, el Islam y otras Religiones.

 

Algunos de los méritos tenidos en cuenta a la hora de la distinción pusieron el foco en que monseñor Oscar Vicente Ojea ciertamente es el tercer Obispo en la historia sanisidrense y supo desempeñar una labor fundamental en la vida de la Iglesia guiando a los fieles en la fe católica y promoviendo los valores del Evangelio. Su trayectoria como pastor ha estado marcada por la enseñanza, la difusión de la palabra de Dios, la promoción de la caridad cristiana y la defensa de la dignidad humana a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.

Claramente un rasgo indeleble de su ministerio es que ha impulsado la evangelización y la formación de comunidades eclesiales activas y comprometidas y en su tarea pastoral veló siempre por el acompañamiento de los más necesitados. Ese fue uno de los tantos méritos que puso de relieve el sociólogo y abogado, el Dr. Enrique del Percio, actualmente rector de la Universidad de San Isidro (USI) cuando lo antecedió en la palabra.

Oscar es de esas personas que cuando uno se pregunta qué debe ser un sacerdote piensa indefectiblemente en él. Es que el padre Oscar, es un padre sin ser paternalista, es el pastor con olor a oveja que te escucha – definió Del Percio– , es el cura y la palabra remite a cuidado y es también el Obispo, palabra cuya etimología (Episcopus) viene de epi, que quiere decir lo que está arriba y scopus que es mirar, es el que es capaz de mirar por arriba, de entender la lógica general de procesos complejísimos como demostró no solo como Obispo de San Isidro sino desde la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina”.

En un cálido mensaje el rector de la USI contó que monseñor lo convocó a poco de asumir el cargo en esa casa de altos estudios, en plena pandemia, a construir puentes dentro de la sociedad de la Diócesis y así nació el espacio de encuentro denominado Diálogo Político convocando al entonces legislador Esteban Bullrich. El orador remarcó que monseñor Ojea siempre se caracterizó en su labor pastoral por saber escuchar el grito de los pobres y el grito de la tierra. “Creo que de todas las dimensiones sacerdotales de Oscar: el padre, el cura, el pastor, el Obispo, quizás sea la dimensión profética la que más fuerza y potencia tiene. Él es aquel a través del cual sabemos que estamos escuchando, que estamos sintiendo, que estamos conociendo cuál es nuestra misión aquí para cumplir con la misión de Dios, muchísimas gracias querido Oscar”.

 

El Intendente Lanús en tanto evocó cómo fue su primer contacto con el padre Oscar contó que lo conoció cuando estuvo a cargo como orientador de un grupo de matrimonios en la parroquia de su barrio. “Concurrí con mi mujer, por entonces mi novia y allí conocí a este pastor con olor a oveja, como bien lo definió el Dr. Del Percio”, indicó el Intendente y valoró el rol que desempeñó Ojea en un municipio donde la impronta sacerdotal y el culto a la fe católica tiene un papel muy importante en la vida de los vecinos.

 

Si bien con la humildad que lo caracteriza el emérito sanisidrense consideró que el halago era inmerecido en tanto y en cuanto monseñor Jorge Casaretto, su antecesor, estuvo un tiempo más prolongado al frente de la Diocesis, entendió que la distinción sí debe de recaer en la Iglesia como institución “Ocurre que la Iglesia en San Isidro tiene un lugar muy importante. Cuando digo San Isidro pienso en todo: en sus localidades Boulogne, Villa Adelina, Beccar, Martínez, Acassuso –enumeró- . Nosotros allí tenemos comunidades estupendas, comunidades por cierto muy comprometidas con la vida de nuestra gente, es decir comunidades que conciben la fe como una vocación de transformar la realidad, no como un escape de la realidad sino como una puerta de entrada en esa realidad. Entonces pensé: me parece muy bueno que esta distinción la tenga la Iglesia”, reflexionó.

 

LA PREOCUPACIÓN LATENTE POR EL BIEN COMÚN: un signo bien sanisidrense

“Nosotros como Iglesia hemos recibido de las comunidades de San Isidro el aporte de una gran creatividad, esa preocupación latente por el bien común – expresó el Obispo saliente-. Siempre hemos recibido sugerencias, proyectos de trabajo y nos hemos sentido siempre acompañados. Y con respecto a las autoridades locales, quería decirles que la Iglesia tiene y mantiene con ellas una relación de estrecha colaboración. Nosotros desarrollamos tareas sociales y educativas muy comprometidas y sabemos que nos necesitamos cada uno desde nuestros respectivos lugares”.

Finalmente, el pastor diocesano agradeció en nombre de la iglesia la distinción y lo hizo extensivo también “a tantos hombres y mujeres de fe y de comunidades cristianas que entregan todos los días su acción para bien del prójimo. Así es que Viva San Isidro!, exclamó recibiendo el cerrado aplauso de un heterogéneo auditorio integrado por personalidades de la cultura, de la política (asistieron representantes de casi todos los espacios), del tercer sector, del Servicio de Voluntarias de Hospitales ‘Damas Rosadas’ y de la feligresía en su conjunto.

 

Ya en diálogo al paso con CONtinta NORTE, el padre Oscar que nació en Buenos Aires pero su familia tiene raíces mercedinas contó cómo fue su primer contacto con San Isidro a través de las visitas a sus primos. “Tengo familia en Mercedes, me crié parte ahí y parte en CABA. Cuando algunos de mis primos vinieron a vivir acá, al visitarlos conocí distintos lugares de San Isidro. “Nunca pensé que iba a ser el Obispo de San Isidro eso estuvo en manos de la providencia”.

“San Isidro tiene gente muy buena, es una Diócesis que cuenta con un recurso humano maravilloso. Así es que he sido testigo de actitudes muy lindas y muy cristianas”, confió el sacerdote a modo de síntesis de una acción pastoral que lo llevó a manejar las riendas de una Diócesis que congrega a más de un millón de almas en tanto y en cuanto atiende un territorio de 1379 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en los partidos de San Isidro, San Fernando, Vicente López y Tigre incluyendo las secciones 1, 2 y 3 de las islas del Delta Inferior Bonaerense.

 

QUINCE AÑOS DE MISIÓN DIOCESANA


Oscar Vicente Ojea nació en Buenos Aires el 15 de Octubre de 1946, egresó del Colegio Salvador y fue ordenado sacerdote el 25 de Noviembre de 1972.

Elegido Obispo titular de Suelli y auxiliar de Buenos Aires el 24 de Mayo de 2006 por Benedicto XVI, fue ordenado obispo el 2 de Septiembre de 2006 por el cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires (los coconsagrantes fueron: Mons. Eduardo Mirás, arzobispo emérito de Rosario, y Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata). Trasladado como obispo coadjutor de San Isidro el 7 de Octubre de 2009 por Benedicto XVI, inició por sucesión su ministerio pastoral -como tercer Obispo de esa Diócesis- el 30 de Diciembre de 2011.

Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) por dos períodos y, actualmente, es miembro de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, relaciones con el Judaísmo, el Islam y otras Religiones.

Es, además, bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA).

Su lema episcopal es Spe gaudentes” (Alégrense en la esperanza).