Efeméride: Arte. El legado de Guillermo Roux, vecino de Martínez, UN ARTISTA COMPLETO
17/9/2024. A 95 AÑOS DE SU NACIMIENTO, recordamos a este trabajador incansable de las artes plásticas, que se caracterizó por tener una gran versatilidad en las formas de expresión: realizó dibujos, acuarelas, témperas y collages. Un ser humano espectacular, uno de los referentes más destacados del arte en el país y un amante del río y su costa. Dejó como legado una obra en la que convive el rigor de los grandes maestros con la libertad absoluta de la imaginación.
Guillermo Roux nació el 17 de Septiembre de 1929 en el barrio porteño de Flores y con los años se radicó en Martínez donde montó su atelier. Hijo del uruguayo Raúl Roux, guionista y dibujante de historietas de gran trayectoria en Argentina, quien trabajaba como ilustrador en la Editorial Dante Quinterno.
“Mi padre era dibujante de historietas y lo único que me interesaba era ver cómo dibujaba. Cuando tenía diez u once años, mi padre me daba un pedacito de cartulina y yo dibujaba. Me gustaba mucho más que cualquier otra cosa. Me escapaba del colegio nacional porque me aburría muchísimo. Lo único que me gustaba era dibujar. Yo no era un alumno brillante, ni mucho menos. Mi padre decía: ‘estudiá o trabajá; vagos en casa, no’. Yo dije que si el trabajo es dibujo, entonces ese es el trabajo: dibujar. Así se definió todo, sin darme cuenta”, así contaba Guillermo Roux sus inicios en las artes visuales en una entrevista con Cultura de la Nación.
El dibujo le gustaba tanto que abandonó el colegio en tercer año y con 15 años, en 1944, ingresó como aprendiz y dibujante en la editorial en la que trabajaba su padre. Eso le permitió alquilarse su propio taller en el Pasaje Barolo. Luego ingresó a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, de la que egresó en 1948, donde fue alumno de Lorenzo Gigli y Corinto Trezzini.
Su primera exposición individual la hizo en 1953 en la galería Peuser. En 1956 decidió viajar a Italia, el vapor llegó a Génova, pero él se instaló en Roma. Allí trabajó en el taller del maestro Umberto Nonni, donde aprendió técnicas de restauración de obras clásicas, como frescos y mosaicos. Además, visitaba iglesias y museos para aprender de los maestros del Renacimiento, además de continuar con su producción.
El artista y su obra. Guillermo Roux delante del mural que realizó para la Legislatura de la ciudad de Santa Fe.
En 1957 se casó con Lina Guccerelli y en 1960 regresó al país y se instaló en Jujuy, donde trabajó como maestro. Fue entonces que descubrió su interés por el arte contemporáneo y afianzó su oficio de pintor en la realización de pintura de paisajes. En 1964 nació su única hija, Alejandra.
En 1966 viajó a Nueva York, donde hizo trabajos publicitarios e ilustraciones de libros para sostenerse económicamente. Allí conoció la obra de Richard Diebenkorn y de Edward Hopper, en las que encontró una profunda afinidad estética por sus referencias poéticas a la alienación humana del siglo XX. Permaneció un año en la ciudad norteamericana y desde su regreso vivió en Argentina, como dijimos en la ciudad de Martínez
En la década de los años setenta fue cuando se produjo el reconocimiento y la proyección internacional de Roux. Entre los reconocimientos más importantes que obtuvo está el Primer Premio Internacional de Pintura en la Bienal de San Pablo de 1975 y el Premio Augusto Palanza, otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes en 1979. En 1990 fue designado Académico de Número por la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1996, el Museo Nacional de Bellas Artes realizó una retrospectiva de su obra. En 1982 recibió el Premio Konex de Platino al pintor surrealista más destacado del país y en 1996, el Museo Nacional de Bellas Artes realizó una retrospectiva de su obra. En 2005 inauguró Homenaje a Buenos Aires, un gran mural de 12 metros por 5,40 de alto, en un edificio construido por el destacado arquitecto argentino César Pelli en Av. del Libertador y el pasaje Della Paolera. En 2007 fue designado por la legislatura “Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires”. Otra obra de grandes dimensiones es La Ronda, una tela de 2,5 metros por 4 que está expuesta en la entrada del Palacio Duhau, donde funciona el hotel Park Hyatt. Su última obra monumental es La Constitución guía al pueblo, un mural de 7 metros por 3,5, realizado para decorar el recinto de la legislatura de provincia de Santa Fe. El maestro Guillermo Roux falleció a la edad de 92 años en noviembre del 2021 y con el se fue uno de los referentes más destacados del surrealismo argentino.
En el último tiempo se había inclinado por los dibujos, lo que lo llevó a un muestra muy disruptiva con su obra previa “Diario gráfico” que se exhibió en 2018 en el Museo Nacional de Bellas Artes y donde reunió 290 dibujos realizados con birome entre Agosto de 2015 y Diciembre de 2017, luego de regresar del hospital a su casa de Martínez, donde pasó horas de madrugada desvelado, dibujando desde la cama en sus cuadernos.
Pero el maestro Roux era un enamorado de la costa de Martínez donde en más de una oportunidad se prestó para compartir su mundo creativo desde las páginas del decano del periodismo local, el Semanario Costa Norte.
Descubrimos aquí su pensamiento en cinco definiciones que llevan su sello:
“Los mecanismos del arte siempre resultan más claros en los seguidores de los grandes maestros que en ellos mismos. Porque los pintores, los grandes creadores, ocultan sus secretos como los magos.”
“El saber pintar es un obstáculo muy grande. El problema es que aprendés. Habría que pasarse toda otra vida desaprendiendo”.
“El demasiado color, demasiada técnica, demasiado conocimiento va en contra de la necesidad de expresión”.
“La belleza es una revelación. Es la verdad en estado puro. Cuando uno se enfrenta a la verdad, como se enfrenta a la belleza, uno tiene miedo. ¿Quién sabe si se podría soportar la verdad pura? En el común de la vida uno dice verdades: son siempre verdades medias”.
“El oficio es una parte de la cuestión. Lo más complicado es la vida. Uno puede hacer lo que hace cuando acepta los límites, las posibilidades. Cuando se acepta a sí mismo”.