LA HOMILIA: Obispo Ojea: SER ARTESANOS DE LA ESPERANZA

16/5/2024. Una gran cantidad de fieles de la comunidad diocesana sanisidrense partió desde la catedral local en procesión por las calles de la ciudad, junto a las imágenes de su patrono, San Isidro Labrador, y de su esposa, Santa María de la Cabeza.

Al finalizar el recorrido, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, presidió la Eucaristía, que fue concelebrada por el obispo coadjutor, monseñor Guillermo Caride; el obispo auxiliar, monseñor Raúl Pizarro; el párroco de la catedral, presbítero Carlos Avellaneda; y sacerdotes del clero diocesano.

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En la homilía, monseñor Ojea expresó: “Muchas veces hemos puesto de relieve a este gran santo laico, que es nuestro patrono, san Isidro, y su capacidad para integrar distintos aspectos de la vida cristiana”.

“La oración, el trabajo, la vida familiar, la atención a los pobres; incluso las tradiciones populares se encargaron también de sostener que san Isidro podía hacer muchas cosas, que el tiempo le daba para todo y, en realidad, el secreto de esto, es esta capacidad para permanecer en Jesús, el amor, que fue la columna vertebral de su vida y que le permitió dar fruto, dar frutos de santidad”, sintetizó.

 

Después de haber sido castigada la humanidad en los últimos años por la pandemia, en la que murieron millones de personas, ha aparecido la guerra de un modo cruel y, al mismo tiempo, las enormes dificultades económicas y sociales; todo esto ha llevado y ayuda a un clima de desaliento, de tristeza de falta de esperanza; es una suerte de conspiración contra la esperanza”, advirtió.

 

En ese sentido, el prelado aseguró: “Si nosotros no podemos trabajar con la esperanza y con la paciencia, es imposible la construcción de la paz; y este es el gran don que tenemos que pedirle a nuestro santo en este día”.

 

Al finalizar su homilía, monseñor Ojea invitó a los fieles a pedirle al santo poder ser constructores de la paz: “Tenemos que ubicarnos frente a lo real, ejercitando la esperanza, la paciencia”.

 

“Pidámosle a este gran santo que podamos ser constructores de la paz; de esa paz que se hace con tiempo, con paciencia, de una paz que se madura, de una paz que se hace con reflexión, con valoración y con conversación”, concluyó.