Recuerdos de Nuestro Ayer. De las Carretas al primer Aeródromo y… UN SAN ISIDRO DE ALTO VUELO

 

5/3/2024. La historia de los medios de transporte – la semana pasada tuvo lugar el Día del Transporte– refleja los cambios ocurridos en San Isidro desde la creación de los rudimentarios caminos recorridos por los guaraníes y los conquistadores, en el siglo XVI, hasta el primer aeródromo argentino, inaugurado a comienzos del siglo XX. En fin, de las carretas tiradas por bueyes y caballos con sus postas donde se reaprovisionaban los viajeros y mudaban sus equinos – en San Isidro hubo algunas famosas: la de la Casa de los Esclavos, en el Museo Pueyrredon, “La Blanqueada” o el “Quintón de los Aguirre” (ya no está), la Posta “El Trunfo” también conocido como “El Antiguo Calcagno”, hoy Blosson Martínez y la “Posta del Camino del Alto“, donde residiera el ex Intendente Antonio Brisco y que sirviera de asiento por un tiempo al Semanario Costa Norte y que fuera demolida la semana pasada-, previo paso del tren, el tranvía y colectivos al aterrizaje de la aviación. Sí esta casi olvidada historia, como los vestigios de un rico pasado que muchos se empeñan en demoler, revela que en unas 60 hectáreas de lo que hoy es el Hipódromo de San Isidro funcionó allá por 1920, una de las primeras empresas de aviación. La compañía se llamó de River Plate Aviation Co. y se dedicó a llevar pasajeros y correspondencia desde San Isidro a Villa Colón, en Uruguay, cumpliendo cerca de 200 vuelos regulares con 16 aviones de los tipos DH4A y D>H9A. Aquí este poco conocido relato de “San Isidro 415”, una epopeya ligada a los inicios de la aviación.

 

La aviación en nuestro país comenzó como un deporte de unos pocos, que competían por cruzar el río de la Plata o la Cordillera de los Andes, en globo o en avión, emulando a los pioneros extranjeros.

La hazaña aérea llevada a cabo en la Navidad de 1907, marcó el origen de la Aeronáutica Argentina, cuando por interés científico y deportivo se produjo la primera ascensión a cargo de dos argentinos: Aarón de Anchorena y Jorge Newberry, quienes a bordo del globo Pampero lograron unir el Campo de la Sportiva (actual Campo de Polo de Buenos Aires) con el departamento uruguayo de Colonia, luego de sobrevolar el río de la Plata.

A bordo del aerostato Anchorena y Newberry emprendieron su viaje a poco de andar, mientras sobrevolaban el río comenzaron a perder altura, lo cual les forzó a arrojar el instrumental y, por fin, hacer tierra ni bien tuvieron donde asentar el globo. Eso fue en Conchillas, ya en la costa uruguaya.Hubo que caminar hasta que dieron con dos paisanos a quienes preguntaron cómo podían conseguir un medio de transporte para ir a Carmelo o a Colonia. Los paisanos, bastante asombrados con los forasteros les preguntaron cómo habían llegado y de dónde venían. La respuesta primero los dejó estupefactos y luego creyeron que les tomaron el pelo ¿cómo iban a creer que acababan de llegar de Buenos Aires y, en globo? Cambiaron miradas y uno exclamó fuerte: “¡Estos porteños siempre payasos!”, dieron media vuelta con sus caballos y se alejaron al trote.

Anchorena y Newberry se quedaron de a pie, pero la aventura terminó bien y caló hondo en el primero que de inmediato se interesó en comprar esas tierras en las cercanías de conchillas. Así de una aventura aérea nació el establecimiento rural que incluye a Barra San Juan, hoy asiento de descanso del primer mandatario uruguayo.

Lo cierto es que pasaron unos 12 años de aquella aventura del Pampero cuando concluida la Primera Guerra Mundial, volvía a la argentina un inglés cargado de condecoraciones por su desempeño como oficial de aviación. Se trataba de Shirley George Kingsley, quien había vivido en el país antes de la contienda.

Su paso por la Royal Air Force lo vinculó a las grandes empresas dedicadas a la producción de aviones y así fue que a su retorno trajo la representación de la “Aircraft Manufacturing Company”. Las aficiones aeronáuticas y los intereses comerciales del inglés lo llevaron a encarar una campaña de convencimiento público acerca de los beneficios de la aviación.

 

Un 23 de Mayo de 1920, a lo largo de unas 60 ha. De lo que hoy es el Hipódromo de San Isidro comenzó a operar una de las primeras líneas comerciales de Argentina, la “River Plate Aviation Co.”, integrada entre otros socios por el propio Anchorena, Carlos Tornquist y Herny Thompson, desde luego esta suerte de aeródromo cuanto más cerca del río tanto mejor.

 

Anchorena era propietario de un terreno particularmente representativo en San Isidro: la fracción de Bosque Alegre que iba desde el Alto hasta el Fondo de la Legua. En esa fracción se destacaba la Posta de los Anchorena, otro de los monumentos arquitectónicos del pasado nacional

 

El inglés –como se dijo- había sido enviado para vender aviones en Argentina y Anchorena era el propietario de la preciada fracción que no solo se prestaba para despegues y aterrizajes sino que permitió montar un hangar, talleres y toda la infraestructura necesaria.

 

Unos 16 aviones descansaban allí, con capacidad para dos y cuatro pasajeros. Los pilotos eran de la nacionalidad que expresaban sus nombres: Patrick Hasset, Joselin Lewis, Sydney Holland, Teo Devenport, Arnold Syddal, Oliver Thompson, Brian Ferrand, Perry Greenwood y Edward Melvyns.

 

La River Plate Aviation Co. cumplió oficialmente desde el 17 de Diciembre de 1921 hasta el 30 de Abril de 1922 cerca de 200 vuelos regulares, trasladando a más de 12.000 pasajeros a lugares como Montevideo, Bahía Blanca, Rosario o Córdoba.

El aeródromo sanisidrense conocido por su teléfono “San Isidro 415” contó –además- con una escuela de vuelo, pero no se saber exactamente cuándo dejó de funcionar. Cuentan que junto a la empresa promovida por Kingsley, existía otra la Compañía Franco Argentina de Aviación, de la cual Aarón Anchorena era fuerte accionista. El mismo se ocupó de fusionar a las dos con el fin de nacionalizarlas, en un sentido bien distinto al que tiene esta expresión hoy.

La pista de San Isidro sirvió en esos años fundacionales de la aviación como base para la aeronáutica comercial argentina, que a partir de ahí siguió desarrollándose.

Es posible que la operatividad desde Dársena Norte de la Compañía Rioplatense de Aviación, nacida de la fusión de la River Plate… con la firma francesa- haya acelerado el cierre del aeródromo local. De hecho no se tuvieron noticias de actividades aéreas posteriores a 1924, una de las razones tal vez fue que toda la actividad se trasladó a lo que era en ese momento el flamante Aeródromo de San Fernando, pero esa es otra historia.

 

En 1926 en esas tierras otro deporte pedía pista: el Jockey Club le compra la fracción a Aarón Anchorena y establece allí el Hipódromo que hoy concita la atención de la actividad ecuestre.