EFEMÉRIDES. Llega al Río de la Plata el fundador de San Isidro, DOMINGO DE ACASSUSO

EPÍGRAFE: El monumento al fundador, Domingo de Acassuso, ubicado en la Plazoleta “Capitán Domingo de Acassuso”, 9 de julio y Av. del Libertador, San Isidro, frente a la plaza Mitre. Abajo, izq. detalles de la obra del escultor Julio César Vergottini (argentino, 1905 – 1999) y pintura de época de una de las goletas en las que llegó al río de la Plata a los 22 años.

21/2/2024. Un 21 de Febrero de 1681 desembarca en Buenos Aires, a los 22 años de edad, el soldado de infantería Domingo de Acassuso, dentro de una leva reclutada en Andalucía.

Acassuso fue reclutado en la Compañía de Infantes de Sevilla y de algunas partes de Andalucía para ser enviado al Río de la Plata, con el objetivo de reforzar la defensa de los territorios españoles ante la constante expansión portuguesa. El 10 de Octubre de 1680 Acassuso se embarcó, junto con los otros soldados, en uno de los dos barcos que partían hacia la zona, el Nuestra Señora del Rosario, San Miguel de las Ánimas o el Nuestra Señora del Populo, Santa Bárbara

Llegaron al Río de la Plata el 21 de febrero de 1681, día en que los capitanes Juan de Armaza y Diego Morón pasaban revista a los infantes recién llegados. Los datos completos de la filiación de Acassuso quedaron guardados en un pergamino que conserva esta revista, realizada ese mismo día.

Domingo de Acassuso, hijo de otro Domingo Acassuso, natural del Concejo de Zalla, en el Señorío de Vizcaya, mediano de estatura, algunos hoyos de viruela en la nariz, 22 años, soldado.

Este documento, es considerado el primer testimonio referente a Acassuso en Buenos Aires, proporciona su aspecto físico y revela que era un soldado, no un capitán como dice la versión de algunos historiadores. Acassuso llegó al Puerto de Buenos Aires con pocos doblones, contando sólo con el disminuido pago de su salario como soldado y con gran cantidad de ilusiones.

El Gobernador de Buenos Aires, José de Herrera y Sotomayor, le encargó la misión de controlar el contrabando en el puerto de Las Conchas; este procedía de la ciudad de Colonia del Sacramento, ubicada en la otra orilla del Plata  (hoy República Oriental del Uruguay) y que estaba bajo el dominio portugués, cometido que logró cumplir exitosamente lo cual le significó su pronto ascenso a Capitán.

“Durante sus recorridos por los Pagos de la Costa – cuenta el historiador Bernardo Lozier Almazán, en su “Reseña Histórica del Partido de San Isidro”, publicada por el recordado Semanario Costa Norte–  Acassuso tuvo oportunidad de experimentar la fuerte sugestión del pintoresco paisaje de estos parajes, motivo que seguramente lo resolviera a levantar una capilla sobre sus barrancas bajo la advocación de San Isidro, en devoto recuerdo de aquella otra propiedad familiar dejada en el lejano terruño de Zóquita”, España.

 

EL SUEÑO

Cuenta una tradicional leyenda que, en una de aquellas recorridas, Acassuso desmontó de su caballo para hacer un alto en el camino eligiendo un frondoso espinillo que le permitiera reposar al resguardo de su sombra. Pronto quedó dormido en un profundo sueño durante el que se le apareció el mismísimo San Isidro Labrador requiriéndole que, cuando dispusiera de fortuna levantase en ese mismo lugar una capilla donde pudiesen asistir a misa los pobladores de aquellos pagos. Una vez despierto, fuertemente sugestionado por el extraño sueño, aceptó el compromiso de dar cumplimiento al requerimiento del Santo.

Acuarela de Emeric Essex Vidal (1817) Puede verse la iglesia sanisidrense y alrededores contemplados desde la casa de Mariquita Sánchez.

Tiempo después Acassuso abandonó la milicia para dedicarse al comercio, con una casa de negocio a pocos metros de la Plaza Mayor, en la actual calle San Martín, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre, frente a la actual Catedral Metropolitana.

Medallas sanisidrenses: De izq. a der., conmemoran el 15 de Mayor de 1894, última festividad del Santo Patrono celebrada en el antiguo templo antes de ser demolido y la colocación de la piedra fundamental de la nueva iglesia, en 1895.

Su negocio vendía comestibles, géneros, herramientas de trabajo, velas de sebo, cerraduras y clavos, entre otras cosas. Además, abarcaba el rubro del tráfico de esclavos y el contrabando, que eran bastante comunes en esa época. Los registros del comercio de esclavos de aquellos años muestran algunos negocios de Acassuso

“Para apreciar la magnitud de este comercio, diremos que por aquellos tiempos Acassuso alcanzó a introducir 394 negros esclavos en un año, mientras que Antonio de Larrazábal, considerado el mayor traficante, llegó a introducir 578”, contabilizó Lozier Almazán en su Reseña al tiempo que dedujo que “indudablemente esta fue la ocupación que le permitió hacer fortuna”. Acassuso poseía en ese entonces una propiedad en la esquina que actualmente es Moreno y Chacabuco, otra en la que hoy es la calle Bolívar, casi México, y otra en El Retiro, cerca del Real Asiento de los Ingleses,  destinada al tráfico de esclavos.​

Heráldica sanisidrense. se presenta la evolución del escuedo municipal de San Isidro que la identifica a la zona. Se sabe que hay uno más actual de color azul.

LOS MILAGROSOS CLAVOS DORADOS

 

También existe una leyenda que le atribuye su fortuna a un episodio, catalogado como «milagroso», ocurrido a mediados de 1702, cuando recibió de un fabricante de Lima un envío de clavos dorados. Abiertos dos cajones, Acassuso descubre que estos contenían barras de oro, por lo que avisa a sus proveedores del error ocurrido, quienes le aseguraron que sólo habían despachado los clavos solicitados. Acassuso no pudo menos que atribuir este milagro al Santo al cual le había prometido una capilla en los Pagos de la Costa.

Heráldica de Acassuso:  Los padres de Domingo de Acassuso fueron Domingo de Acasuso y Ortiz de Sollano, hijo de los anteriores, y María de Terreros y Baluga. “Este matrimonio tuvo por hijo, entre otros, a nuestro legendario personaje”. Tras otras precisiones investigadores afirman: “establecemos que las armas del noble linaje de Acasuso son: “Oro, con una banda de gules engolada de sinople; bordura de azur cargada con ocho aspas de oro”. La versión que mostramos pertenece a Sergio Núñez y Ruiz Díaz y fue publicada en el blog “Heraldistas”, de Fernando Martínez Larrañaga.

Leyendas y fantasías de por medio, lo real es que Acassuso se había convertido en un hombre rico, circunstancia que lo puso en condiciones de hacer realidad aquel sueño tenido bajo un espinillo en las barrancas del Pago de la Costa, cumpliendo con aquella promesa de levantar la capilla que le dio origen al poblado sanisidrense.