En Boulogne, padres e hijos revalorizaron el juego en equipo en la XI edición de la Carrera de Autitos a Piolín

 

13/11/2023. 74 PAREJAS Y UNA TARDE CON EL MUNDO LÚDICO EN EL PARQUE ARENAZA. Una vez más, los senderos del Parque Arenaza, lindero al Museo del Juguete (MDJ) de San Isidro, se convirtieron el sábado último  por la tarde en una pista de automovilismo para las 74 parejas que dieron vida a la XI edición de la ya tradicional Carrera de autitos a piolín-Edición Boulogne. Sí, chicos y chicas corriendo a más no poder y en dupla con un adulto cruzaron una meta en la que, más allá de los cronómetros, siempre se recibió con aplausos. Con ese espíritu se corrió esta prueba organizada por el MDJ y el San Isidro Automóvil Club (SIAC) para participantes de 2 a… 101 años. “La carrera es una gran excusa para revalorizar el juego, repensar las infancias, fomentar la creatividad, la habilidad manual, el compañerismo, el esfuerzo y la solidaridad. Todo eso estuvo presente en esta experiencia intergeneracional en la que el deseo de competir siempre queda relegado por las ganas de compartir y pasar una hermosa jornada”, resumió la titular de Cultura SI, Eleonora Jaureguiberry.

 

 

Así, desde las 14, los propios de los corredores y corredoras, o los autitos prestados por el museo, comenzaron a rodar bajo el relato profesional de Matías Fonre, en seis categorías con distancias por edad, como Duravit, Matchbox, Scalextric y Bonus track/ Jeep loco, sin límite de edad ni de tamaño de auto; con banderilleros del SIAC dispuestos a lo largo de toda la pista y con scouts del grupo Fray Luis Beltrán de Boulogne siempre listos para dar una mano en caso de despistes.

“Excelente para traer a los chicos, me encanta el vínculo que se produce con los papás. Trajimos nuestro autito, pero acá le agregamos más colores para levantar el diseño”, contó Julián Cade, de Beccar, tratando de recuperar la respiración tras superar la meta junto a su hijo Benicio, de cuatro años.

Modelos hubo para todos los gustos, muchos tuneados con estéticas de personajes infantiles, y todos bajo el reglamento: autitos 100 por ciento artesanales o de fabricación industrial, pero con intervenciones hechas, sí o sí, a mano.

“Lo intervino mi nieto con su mamá, yo solo le puse el piolín, pero acá estoy, alentando a todos los que pasan”, dijo sonriente José Mela, de San Isidro y al borde de la pista. “Una hermosa experiencia para los chicos y también para nosotros”, agregó el abuelo en su primera visita al museo y encantado con el parque donde hubo mucho picnic bajo los árboles o a sol abierto.

Picnic como el que armó Evelin Gutiérrez con su familia, entre sándwiches de milanesas, gaseosas y mate para entrada la tarde. “Nos pareció genial la idea, estamos disfrutando un montón”, confió la joven de Villa de Mayo sobre la manta que compartía con Bruno, su hijo de dos años y coequiper.

“Nos gusta ayudar, es parte de nuestros servicios, pero me dieron muchas ganas de correr y me anoté. Redivertido”, contó Martín Consorti (17), cuarta generación de scouts, que pasó como un rayo por el circuito con una compañera del Fray Luis Beltrán.

Hicimos una gran tarea de fiscalización. Mucha competencia, pero más juego y compañerismo –detalló Fernando Viviani, secretario del San Isidro Automóvil Club (SIAC) -. Y añadió: “ Eso primó, como siempre. Una vez nos pidieron colaboración y nunca más dejamos de venir, lo hacemos con mucho cariño”

El directivo armó y donó dos autitos al museo y llevó otros cinco, también hechos por él, que corrieron sus nietos.

“Fue muy bonito y estamos tan emocionados como todos los niños. No trajimos autito porque queríamos saber cómo eran los prototipos. El año que viene volvemos con el nuestro”, aseguró Eduardo García junto a su hijo Tomás (4) y su esposa, familia venezolana, radicada en Nueva Pompeya y encantada con su primera vez en el museo.