San Isidro. Tres nuevas salas permanentes en el Pueyrredón: MANOS EN LA TIERRA rescatan objetos que cobran vida

 

16/8/2022. ARQUEOLOGÍA EN PROCESO GANA LAS VITRINAS. El Museo Pueyrredón crece y se renueva con la reciente apertura de tres salas permanentes dirigidas a dar a conocer y transitar los procesos y metodología del trabajo arqueológico. Una iniciativa que se despliega en la Casa de los Chacareros, tiene como punto de partida los trabajos arqueológicos iniciados en 2019 en la quinta de Rivera Indarte 48, Acassuso, y encontró un fuerte impulso en Ensayar Museos, la convocatoria de la Fundación Williams que ganó en el año pasado por el proyecto institucional Manos en la tierra.

 

MUSEO VIVO“El Pueyrredón es un museo vivo, que todo el tiempo indaga sobre su colección y los personajes que habitaron la quinta, por eso, la puesta museológica de estas nuevas salas, que nos lleva a entender de un modo más cabal el funcionamiento de la quinta como unidad productiva, estará en constante proceso, mutará en el ida y vuelta con el público y en el devenir de las excavaciones que siguen en curso”, explica la titular de Cultura y Ciudad de la comuna, la gestora cultural Eleonora Jaureguiberry. 

Se trata pues de una experiencia para conocer los métodos arqueológicos, de la investigación, la excavación y las hipótesis a la tarea en el laboratorio, y con mucho para hacer, imaginar y relacionar, entre mapas, fotos, dibujos y planos, como el de Bacle (1834), que también sirve de insumo para los propios arqueólogos.

La sala central y la galería de la Casa de los Chacareros, núcleo de la unidad productiva de la quinta, permiten transitar en forma dinámica los procesos del trabajo arqueológico. De entrada, un mapa con los puntos de excavación para que el visitante empiece a trazar relaciones de contenido y conozca cómo evolucionan las tareas del Centro de Arqueología Urbana (CAU), de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA.

Allí, otro panel invita a enlazar fotos de piezas encontradas (botellas, monedas, clavos, caracoles, cucharas y bolitas) con otras imágenes que están en cajas listas para ser revisadas. Si la imagen buscada no está en nuestro mapa de relaciones, a soltar la imaginación y dibujarla en una mesa llena de lápices.

 

FRAGMENTOS DE NUESTRO AYER. El fragmento de una pieza nos lleva en La parte y el todo a imaginar cómo sería la pieza completa. Otras instancias proponen ordenar el trabajo en el laboratorio desde fotos con frases (Lavamos, Clasificamos, Guardamos, Rearmamos, Fichamos, Secamos) o en el campo (Comenzamos a cavar, Sacamos fotos, Trazamos la cuadrícula, Investigamos, Generamos una hipótesis, Medimos). En otro panel, un sachet de leche, un encendedor, un celular antiguo y más piezas bajo la pregunta ¿Qué cosas de hoy sorprenderían a un arqueólogo del futuro? Todo un ejercicio de introspección y proyección.

Las salas laterales hacen foco en la exhibición. Hay piezas del siglo XIX recuperadas en la quinta, desde herrajes, baldosas, ladrillos, tejas y otros materiales de construcción hasta elementos de la vida cotidiana, como fragmentos de vasos, recipientes y de una muñeca de porcelana. Además, objetos asociados con la alimentación, entre restos óseos de preparación de comidas a caracoles de consumo, y varias herramientas de labranza halladas en las excavaciones realizadas en la actual Casa Museo Alfaro, frente a la catedral local. “Estos trabajos nos permiten indagar en la quinta como unidad agraria productiva y en las clases subalternas que no solían quedar registradas en la historia oficial ni en los documentos históricos. Uno de los hallazgos más significativos fue un fragmento de plato liso con la marca Best Goods que fue usado en el sitio y nos habla de la vida política en la quinta en tiempos de Prilidiano Pueyrredón, ya que esos platos, con clara intencionalidad partidaria, tenían el emblema federal y la leyenda en rojo Viva la Federación o Federación o muerte”, cuenta Francisco Girelli, arquitecto a cargo del equipo del Centro de Arquitectura Urbana que trabaja en la quinta.

Afuera, en la galería, una larga mesa para hacer remontaje, una etapa del trabajo arqueológico. Momento de rearmar piezas de platos rotos junto al laboratorio real de los profesionales, abierto de par en par. “Nos interesa visibilizar también el trabajo que se da puertas adentro del museo en relación a cómo exhibir y contar el patrimonio. La arqueología pone en evidencia decisiones que se tomaron en el tiempo, por ejemplo, en relación al edificio, y nos recuerda que el museo es un organismo vivo que sufre cambios en función de las variantes que se dan en el abordaje museográfico y museológico”, asegura Cecilia Lebrero, a cargo de la Gestión de Colecciones del Museo Pueyrredón.

En síntesis, una red de contenidos que seguirá tejiéndose entre arqueólogos, público y equipo técnico del museo bajo una puesta museográfica de paredes intervenidas con figuras de arqueólogos y de labradores de la artista local Rocío Alejandro, y textos manuscritos, livianos y maleables que, de algún modo, emulan el apunte de campo de los arqueólogos y reflejan el espíritu de las salas, el del pensamiento en constante proceso.

+ Esta nueva propuesta será acompañada por una serie de talleres que comenzó en las vacaciones de invierno con una tarea real de arqueología en el parque del museo que tuvo la participación de 1.900 niños y niñas.