En el Pueyrredon se presentó “Prilidiano ÍNTIMO”, libro que cuenta el lado menos conocido del notable pintor y aquitecto

13/6/2022. HISTORIAS QUE MERECEN SER CONTADAS.  El libro ‘Prilidiano íntimo’ fue presentado el sábado 11 por la tarde en el Museo Pueyrredon con la presencia de su autor, Roberto L. Elissalde, la editora Graciela Sammartino y la secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry, también responsable de este museo. Se trata de un trabajo basado en las cartas que el polifacético personaje, notable arquitecto, pintor y precursor del arte en la Argentina, le envío a su amada, la gaditana Alejandra Heredia, con quien tuvo una hija no reconocida. “El Museo está habitado por fantasmas muy reales que dejaron trazos materiales que conservamos y estudiamos, pero también dejaron una historia más humana y subjetiva -expresó Jaureguiberry- . Es decir, los modos de estar en el mundo comunes en el siglo XIX y que esta casa también pretende contar. Este libro le ayuda a entender muchas cosas del orden de lo privado, algunas muy interesantes, otras muy divertidas, otras muy subidas de tono. En definitiva, como la vida misma”.

Como se dijo el libro de  Elissalde se basa en las cerca de 38 cartas que un Prilidiano ya maduro le envió a Heredia entre 1853 y 1859, de quien se enamoró muy posiblemente en Cádiz y con quien tuvo una hija, María Magdalena Urbana. Un conjunto de cartas que el autor encontró hace muchos años en el Archivo General de la Nación, precisamente en un sobre que componía los tres enormes cuerpos de la sucesión de los Pueyrredon, y que la propia Alejandra aportó en su momento, tras la muerte del pintor, en busca de un mejor destino para su hija.

“Este libro es una evocación de Prilidiano y el valor central son sus cartas, que he comentado poco en el libro porque la lectura de ellas, justamente, es lo más importante. Cartas en las que habla permanentemente de su hija y de Alejandra Heredia, una mujer humilde a la que le envía dinero y le enseña cómo escribir y comportarse socialmente, en las que describe su viaje de Europa a Buenos Aires, su estadía en Brasil, y donde también aparece el erotismo. En casi todas hay una mención erótica que por su tono bien podrían pasar por textos actuales”, contó el autor, docente, historiador y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

Elissalde también habló de la importancia de la casa, mencionó a sus sucesivos y notables dueños, a las visitas de San Martín, Sarmiento y Mariquita Sánchez de Thompson, y de su excelente conservación. Se refirió además al Prilidiano más personal, que decía llamarse Pedro Pablo Pueyrredón, pobre pintor que pinta puertas por poca plata (a modo de trabalenguas) y recordó que en 2023, el 24 de enero, se cumple el bicentenario del nacimiento del extraordinario pintor e hijo de Juan Martín de Pueyrredón.

“Prilidiano escribió esas cartas cuando todavía tenía contacto estrecho con esta casa histórica y creo que, en el fondo, Alejandra Heredia nunca tuvo idea cabal de quien era su amado”, acotó el escritor que con este valioso trabajo aportó datos personales y biográficos hasta ahora desconocidos del pintor, quedando por el momento en la oscuridad por qué se interrumpió esa correspondencia, si hay más cartas por hallar y qué fue de la vida de Heredia y su hija.

Sammartino mencionó un artículo reciente sobre este libro del historiador Miguel Ángel De Marco, presente en el acto, doctor en Historia, miembro de número y ex presidente de la Academia Nacional de la Historia, quien en ese texto cita a Lucio V. Mansilla: Si no hubiese cartas íntimas no habría historia verdadera. “Este libro, definitivamente, es eso, una historia verdadera”, indicó la responsable de Sammartino Ediciones.

Por su parte, Jaureguiberry señaló algunas cartas como verdaderas piezas literarias y agradeció al autor por haberse tomado este enorme trabajo y haberlo legado a toda la Argentina.

“El fantasma de Prilidiano está vivo –concluyó la titular de Cultura y Ciudad-, sube y baja nuestra barranca trayendo su paleta y su banquito, su testimonio de amor por las plantas y las flores, el paisaje y la arquitectura, por la historia, sus amigos y su familia. Es el modo en que todos los argentinos podemos y debemos vivir. Un fantasma vivo que es fuente inagotable de inspiración”.