Con la Catedral de San Isidro colmada y el Coro de Cámara Zahir, culminó “El Camino del Santo”, virtuosismo en estado puro
17/4/2022. IMPONENTE ESPECTÁCULO POST PANDEMIA: DE LA MISA PARA DOBLE CORO DE FRANK MARTIN A UNA OBRA INSPIRADA EN LA PANDEMIA. Con una Catedral de San Isidro colmada y el Coro de Cámara Zahir en escena concluyó ayer al mediodía la quinta y última función del ciclo gratuito El Camino del Santo-Música Clásica en San Isidro, que desde el miércoles pasado, con la organización de la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro y en su XIV edición convocó a destacadas agrupaciones bajo un repertorio muy variado y a más de 2500 espectadores de todas las edades. “La presencia de mucha gente joven y de niños y niñas nos pone felices porque indica que el trabajo realizado desde este ciclo para acercar la música clásica a las nuevas generaciones está dando sus frutos. Artistas de enorme virtuosismo, a los que estamos muy agradecidos, locaciones de relieve patrimonial, acceso gratis y cerca de nuestras casas. Más no podemos pedirle a este festival que se ha convertido en un verdadero orgullo para San Isidro”, dijo la subsecretaria Eleonora Jaureguiberry, titular de Cultura SI. Un espectáculo de jerarquía que cautivó por cuatro días, en cinco funciones de lujo y una variedad musical riquísima que incluyó el estreno de Elegía para cuarteto de cuerdas. Homenaje a las víctimas del COVID-19, de Mario Perusso. Se cumplió el objetivo: que procura FORMAR NUEVOS PÚBLICOS Y ACERCA LA MÚSICA CLÁSICA A LAS NUEVAS GENERACIONES.
“Íbamos a presentarnos acá hace dos años, pero todo quedó trunco por la pandemia. Fue una pena enorme, enorme, pero hay revancha y estamos felices y agradecidos de cerrar este ciclo tan prestigioso”, contó el maestro Diego Boero, director del Coro de Cámara Zahir, formado por 34 voces.
El programa lo inició The Lamb, con música del inglés John Tavener (1944-2013) y texto de inspiración religiosa de William Blake, en una especie de alegoría entre la imagen de Jesús y un cordero, y que el propio Boero definió como una obra muy racional y compleja pese a su apariencia sencilla, y construida con un contrapunto muy estricto.
Le siguió Super Flumina Babylonis, con música del maestro italiano renacentista Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594) y, a modo de texto, el Salmo 137. Una pieza a modo de motete cantada en latín que expresó el dolor y la nostalgia de un grupo de músicos en el exilio.
Escrita en agosto de 2020 y durante el aislamiento por el propio Boero, Lamento, a modo de estreno, propuso un diálogo cantado en estilo gregoriano entre fragmentos del salmo penitencial De profundis (en latín) y los suyos en español y en alusión a la pandemia. Una obra que, según explicó el autor al público, pasa de sonoridades graves, donde se nota lo más oscuro y un sentimiento más íntimo y apesadumbrado, a momentos de estallidos de voces agudas que expresan algo más relacionado con la ira y la bronca de aquellos momentos.
En sintonía con estos tiempos religiosos, la Misa para doble coro del suizo Frank Martin (1898-1974), “una de las obras fundamentales del repertorio coral por su belleza y la calidad de su factura”, explicó el director, cerró el concierto de poco más de una hora. Sin embargo, fuera de programa se escuchó el poema sinfónico Finlandia del compositor finlandés Jean Sibelius, a modo de un bis que el público pidió de pie y sin dejar de aplaudir, en un gesto de agradecimiento e infaltable a lo largo de todo el ciclo.
“Cumplimos la meta de ofrecer variedad musical, agrupaciones y períodos diversos, escuchamos música barroca y, pegado, música argentina, una orquesta, un dúo. Esa pluralidad le da al ciclo una gran riqueza que el público agradeció al escuchar no solo con mucho respeto sino también con dedicada atención”, sostuvo el maestro Francisco Varela, director musical del ciclo.
Cuatro días, cinco funciones y una variedad musical que fue de Haydn, Mozart, Tchaikovsky, Piazzolla, Alexander Goedicke y Federico Mompou a Alexander Scriabin, Edward Elgar, Saúl Cosentino y Luis Gianneo, entre otros autores, e incluyó el estreno de Elegía para cuarteto de cuerdas. Homenaje a las víctimas del COVID-19, de Mario Perusso. Y también locaciones icónicas que son parte del patrimonio histórico y arquitectónico local y nacional, desde la imponente catedral neogótica y la Iglesia San José a los jardines del Museo Pueyrredon y el Colegio San Juan El Precursor con su tradicional patio español renacentista.
“Fuimos leyendo el repertorio en el momento y me pareció alucinante, fuera de serie. Hacía mucho tiempo que no escuchaba algo tan lindo”, comentó Patricia Fernández del Casal, de Acassuso, apenas concluida la función.
“En casa escucho música todo el tiempo, incluida la clásica. De hecho, seguí todos los conciertos del festival, no me perdí ni uno “-dijo Francisco Gymnich (23), radicado hace unos años en Bariloche donde estudia ingeniería mecánica y ahora de visita a su familia de Martínez-. “Todos me dejaron algo y este fue el broche de oro, me vuelvo mañana y me lo llevó en el alma”.
+ Además del Coro de Cámara Zahir, participaron del festival el Ensamble Concentus BA, el Cuarteto Gianneo, el Dúo Ciancio & Lopszyc (Fernando Ciancio, en trompeta, y Diana Lopszyc, en piano) y el Grupo Vocal Ad Hoc, a cargo de la función para toda la familia.