#SanIsidro El Camino del Santo y una función para toda la familia en los jardines del Pueyrredon; cierra hoy en La Catedral

 

16/4/2022. CLÁSICO DE LA AGENDA PASCUAL. En su habitual función dedicada especialmente a la familia, unas 500 personas de todas las edades se sentaron frente al escenario montado en los jardines del Museo Pueyrredon y disfrutaron de lo lindo de la segunda función del ciclo gratuito Camino del Santo-Música Clásica en San Isidro, que desde las 16 tuvo al grupo vocal Ad Hoc, dirigido por Sergio Feferovich, haciendo un didáctico, ameno y divertido recorrido por la historia de la música. Eso se propuso y logró con creces Una historia contada y cantadaque desde el vamos invitó a la platea a ser protagonista y aprender jugando, casi sin darse cuenta, cómo fue evolucionando la música y los mecanismos de funcionamiento de un coro entre chasquidos de dedos colectivos, ruido de palmas y golpecitos en el propio cuerpo para seguir las melodías. “Uno de los grandes logros del ciclo es formar nuevos públicos para la música clásica, sobre todo niños y adolescentes, a partir de programar cada año espectáculos de este tipo que de algún modo garantizarán la continuidad de este festival que es un clásico en la agenda nacional y ya no nos pertenece, sino que es de toda la comunidad local y de todos los amantes del género”, dijo Eleonora Jaureguiberry, titular de Cultura SI, organizador del evento. Hoy, sábado 16, a las 12.30 horas cierra este tremendo ciclo con el concierto del Coro de Cámara Zahir, dirigido por el maeatro Diego Boero. El viaje se iniciará con “The Lamb”, con música de John Tavener (Reino Unido, 1944-2013) y texto de inspiración religiosa de William Blake (Reino Unido, 1757-1827), y seguirá con “Super Flumina Babylonis”, con música del italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594) y, a modo de texto, el Salmo 137. Una pieza cantada en latín que expresa el dolor y la nostalgia de un grupo de músicos en el exilio.

Trece voces profesionales en escena y catorce números representaron en forma breve y didáctica a cada uno de los estilos. Hubo canto gregoriano, un paso por el Barroco, alguna canzonetta italiana de comienzo del Renacimiento, Clasicismo, Romanticismo y otros tomando la hipótesis de cómo se hubiera escuchado la melodía infantil de Estrellita en cada una de esas épocas. Un interrogante que se despejó en la hora de un show que pasó volando.

“Es una patriada generar nuevos públicos para esta música eterna y universal que no tiene la difusión que se merece. Por eso, estamos felices de volver a este ciclo que también se ha fijado la misma meta”, contó Feferovich, director invitado en coros y orquestas de la Argentina, América y Europa, becado por la OEA para realizar estudios de doctorado en Baltimore, Estados Unidos, y distinguido por la Cámara de Diputados bonaerense.

“Vinimos el año pasado para que nuestras hijas escuchen otros estilos musicales y repetimos este año porque aquella vez la pasamos fantástico. Aparte, el museo es maravilloso. Todo acompaña”, contó Fito Cesanelli junto a su esposa y sus dos hijas, de 7 y 14 años, debajo de unos de los frondosos árboles del parque de Rivera Indarte 48, Acassuso.

Voces con todos los registros, de bajos muy profundos a sopranos muy ligeras, simularon los sonidos de una orquesta, entre timbales, cornos, trompetas, pianos, violines… y claro, ya entrados en el siglo XX hubo que imitar el sonido de un saxo, tradicional del jazz. Luego, el de una batería y el de un bajo electrónico para reflejar los tonos del siglo actual, donde el rap dijo presente con Nacha, presentada por Feferovich como miembro del Coro del Teatro Colón, que dejó su lugar al lado de sus compañeros y pasó al frente con gorra y anteojos oscuros para hacer unos pasos y cantos al estilo de Wos o Duki.

El final fue un juego de voces que tomó como texto las indicaciones de las señales de tránsito, de Camino resbaladizo, No girar a la izquierda y Cruce peligroso a un inventado Mire que viene el tren. “Lo que más me gusto fue el rap y lo de Contramano, súper divertido”, confió sonriente Valentina (7) junto a su mamá Marina Castro, del Bajo de San Isidro.

“Increíble lo que hicieron, aprendí un montón. Ver a tantos chicos emociona, tenemos que apuntar a esto, a la cultura y a la educación, y dejarles ver que no todo es la Tablet o TikTok, y también que el rap tuvo un origen lejano pero que merece conocerse”, dijo Raquel Vilarnovo sobre el final de la obra y tan entusiasmada como las dos amigas con las que subió a este viaje sonoro.