San Isidro. La Sinfónica Nacional, bajo la batuta del suizo Siffert, INUNDÓ DE ROMANTICISMO el templo San José

 

17/6/2019. AL INFLUJO DEL VIOLINISTA SUK Y DEL GENIAL JOHANNES BRAHMS. En una iglesia de San José colmadísima, literalmente, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) ofreció anoche un celebrado concierto con el maestro suizo Emmanuel Siffert como director invitado y un programa de mano con obra de Josef Suk y Johannes Brahms. La velada, totalmente gratuita, fue organizada por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro. Es un verdadero lujo contar una vez más con la Orquesta Sinfónica Nacional en San Isidro, donde hay un público muy fiel y que acompaña la música clásica. Pero también, como en este concierto, se siguen sumando nuevas audiencias, sobre todo gente joven, algo que nos encanta y fomentamos desde la gestión”, contó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, al finalizar la velada.

El concierto fue del compositor y violinista Suk (1874-1935) y su Scherzo Fantástico, Op. 25, estrenado en 1905 en el Conservatorio de Praga, a la Sinfonía Nº 4 en Mi menor, Op. 98, la última sinfonía de Brahms, tuvo a casi un centenar de músicos en escena y pudo llevarse a cabo gracias a la gestión del Ministerio de Cultura de la Nación.

 

“Es música sinfónica popular con una obra muy conocida, la de Brahms, y otra, la de Suk, por descubrir, con mucha energía en su melodía y raíz del folclore checo. Me parece muy bien que la Orquesta Sinfónica Nacional ofrezca conciertos fuera de la Ciudad de Buenos Aires y del CCK y yo estoy feliz de estar por mi primera vez en esta iglesia, convencido de que van a disfrutar”, sostuvo Siffert, que desde 1983 es invitado a dirigir la OSN y, a su vez, es el director titular de la Orquesta Sinfónica de San Juan, en la Argentina.

De dilatada trayectoria, Siffert dirigió también la European Chamber Opera de Londres, la Orquesta de Cámara Suiza, y las sinfónicas Aosta y Nacional de Ecuador, y fue director invitado en un gran número de orquestas del Reino Unido, Rumania, Alemania, España, México, Sudáfrica, Eslovenia, Suiza, Austria, Bulgaria, Venezuela, Uruguay y otros países.

 

Y Siffert no se equivocó. A poco del inicio del concierto, a las 20.30, el templo de Diego Palma 215, San Isidro, ya presentaba un lleno total, con gente en los alas laterales, la planta alta e incluso en el oratorio contiguo. Un público de todas las edades, con muchos jóvenes, que escuchó en respetuoso silencio, disfrutó y también aplaudió con ganas.

“Normalmente para escuchar este tipo de música hay que ir hasta la Ciudad de Buenos Aires. Esto es extraordinario, cerca de casa, en un ambiente acorde, sin pagar entrada. Un privilegio, realmente”, expresó Lucas Rolandi, que era socio del Mozarteum Argentino, solía ir a las galas del Teatro Colón y estuvo acompañado de sus hijos Emilio (16), Irina (12) y Eloísa (10).

Solemos venir a esta iglesia por el festival El Camino del Santo. Un programa completo, cerca de casa, breve y con un repertorio bellísimo”, coincidieron Mariana Giribone, Juan Pablo Vidal y Silvana Pérez, amigos que comparten el gusto por la música clásica.

Pese a que el concierto había concluido hacía varios minutos, Nicole Méndez (22) y Augusto Sanz (24) se quedaron sentados un buen rato en el banco, muy cerca del lugar donde una niña, que más de una vez se paró para ver mejor a la orquesta, finalmente se durmió apoyada en el hombro de su mamá mientras escuchaba la parte final de la sinfonía de Brahms.

Claro, ambos, Nicole y Augusto, necesitaban recuperarse de las emociones. “Un amigo violinsita me llevó hace poco a un concierto en el Teatro Colón y quedé fascinada. Cuando me enteré de este concierto en la Web del Colón, no lo dudé, lo invité, y acá estamos, súper agradecidos. Fue conmovedor”, dijo Nicole, que ya empezaba a pensar con su novio en desandar los 70 kilómetros que los separaban de su lugar, Exaltación de la Cruz.