OLIVOS. Este viernes 8… VECINITO VeCINE Animado en el York con ‘Isla de Perros’, la peli ideal para doglovers

8/2/2019. Organizado por Vicente López Cultura y Lumiton Usina Audiovisual se lleva a cabo  hoy, viernes 8, en el cine teatro York (Alberdi 890, Olivos) una nueva entrega del ciclo Vecinito VeCine Animado. Bajo esa propuesta gana la pantalla, a partir de las 18 hs.: ‘Isla de Perros’ este filme de  Wes Anderson que apela al eterno lazo con nuestras mascotas y no lo hace con golpes bajos. La peli sobrevuela la denuncia a las políticas intolerantes contra la migración o la diversidad, la influencia del miedo para el control social, mensajes “cruelty free” o ecologistas, el valor del honor y la amistad, la magia de la tradición, e incluso la sabiduría en los niños y jóvenes, son algunas de las temáticas que Anderson dialoga en este imperdible cine animado. Se trata de un ciclo para grandes, chicos y para disfrutar en familia. La entrada es libre y gratuita. 

 

 ‘Isla de perros’ se adueña del corazón del espectador a través de los ojos, haciendo gala de un diseño de producción en clave nipona sencillamente sobresaliente en el que el fantástico diseño de personajes —tanto caninos como humanos— se funde con un tratamiento de los escenarios magistral, dando lugar a una fiesta visual en stop-motion delirante y tan —a su manera— hermosa como el mejor haiku que pueda imaginarse.

Tratamiento estético aparte, cabe destacar que todos, absolutamente todos los elementos que dan forma a este fabuloso espectáculo analógico titulado ‘Isla de perros’ deslumbran con un fulgor inusitado. Desde su narrativa episódica —algo descompensada, todo sea dicho, en los pasajes alejados de los canes protagonistas— hasta su intachable factura técnica, pasando por un reparto de voces estelar; las herramientas técnicas y formales con las que Anderson articula su relato muestran una precisión digna del mejor reloj suizo cuyos engranajes están al servicio de dibujar sonrisas permanentes entre grandes y chicos

Por supuesto, ‘Isla de perros’ merece ser etiquetada como una exquisita anomalía dentro del cine animado. Un auténtico regalo para los sentidos que, además de tender puentes entre Wes Anderson y el espectador menos receptivo con su obra, nos recuerda que las filias y fobias particulares no son concluyentes para disfrutar de un largometraje cuando este supura magia entre sus fotogramas.