El domingo en el CC San Isidro subió a escena ‘El amor es un bien’, lo mejor del teatro off porteño con textos de Chéjov

 

14/8/2018. Luego del impasse de Julio, retorno a San Isidro el ciclo Platea Abierta con toda la fuerza. Fue el domingo último en el coqueto CC San Isidro en pleno casco histórico con la obra ‘El amor es un bien’, inspirada en una obra de Chéjov; resultó impecable la charla post función con el elenco de esta propuesta (‘Obras + Escuela de Espectadores’) pergeñada por la gente de Cultura SÍ.

 

A SALA LLENA. Lo mejor del teatro off porteñy los textos de Chéjov sobrevolando un colmado Centro Cultural San Isidro, (Av. del Libertador 16.138, San Isidro). Fue el domingo por la tarde noche en el ciclo gratuito Platea Abierta en San Isidro. Obras + Escuela de Espectadores, de la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro, que tras el receso de julio regresó con El amor es un bien”escrita y dirigida por Francisco Lumerman.

“El ciclo se propuso presentar en San Isidro lo mejor de la cartelera independiente, la gente lo entendió muy bien, acompaña cada función y valora la posibilidad de ver teatro de la mano de autores jóvenes que aportan una mirada muy contemporánea y luego, con su elenco, se suman a una charla enriquecedora que nos permite profundizar el hecho artístico”, contó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.

Una escenografía despojada, sin objetos, que no distrajo e hizo que el foco se pusiera en cinco personajes llenos de insatisfacciones y a la deriva, que transitan un relato inspirado en Tío Vania. Un Chéjov actual trasladado a un modesto hostel de Carmen de Patagones regenteado por Sonia y su tío Iván, un único huésped, Pablo, un médico joven, y la llegada desde Buenos Aires deAlejandro, el padre deSonia, y su nueva pareja, Elena.

Expectativas no colmadas, lo material por encima del amor, la conveniencia, la desesperación por un porvenir impredecible, conflictos por lo que se desea y también por no poder hacerse cargo de lo que se tiene. Aristas de una obra intensa que está en su cuarta temporadaen breve llegará a Mar del Plata y luego al porteño Timbre 4, y desembarcará en noviembre en un mercado latinoamericano de arte, en San Pablo, Brasil, como única representante del país.

Como siempre, apenas terminada la función, un jugoso encuentro que sirvió para preguntar y también para agradecer. “Los felicito por cómo un grupo tan joven pudo traer una obra de 120 años al siglo XXI con tanta calidad artística”dijo una asidua concurrente del ciclo,de unos 80 años.

La pasión del director por Chéjov (“cada vez que lo visito es como un volcán en erupción, algo vivo que habla de mi”)que lo llevó a ponerle Moscú a su teatro (escuela), de Villa Crespo, su relación con Carmen de Patagones, donde veraneaba en la casa que su abuela aún conserva allí, y los problemas ambientales que se repiten, a su modo, en ambas obras, fueron parte del diálogo hábilmente moderado por Aliana Álvarez Pacheco, con el sello de la Escuela de Espectadores.

Cuando terminaba una escena, los personajes de Chéjov hacían una especia de monólogo a público. Llevé eso a mi obra con textos en los me dejé llevar por la intuición. Son un fuera de tiempo, una huella que queda flotando cuando luego ves al personaje de regreso a la temporalidad del relato. Una fuga en la que los personajes dicen algo más de lo que expresan cuando se relacionan con el otro”, explicó Lumerman.

“Si yo no me conmuevo, menos le pasará a ustedes, pero el personaje se construye con mis compañeros, ellos me dan la posibilidad de esa construcción. La actuación es con el otro, sólo así es posible”, dijo José Escobar (el tío), junto a Manuela Amosa (Elena), Candela SoutoBrey (Sonia), Ignacio Gracia (el médico) y Jorge Fernández Román (el papá).

Sobre el final, una pincelada acerca del título de la obra, casi un enunciado de principios, como bien definió Álvarez Pacheco. Un título inicial que a días de presentar las carpetas para obtener subsidios no convencía.

“Me estaba yendo de gira como actor y en el avión empecé a leer desesperado los Cuadernos de Notas de Chéjov. Ya no había más tiempo. De golpe, encontré una frase que decía algo más o menos así: si el amor es un bien material, como puede ser una casa, que pasa con aquellos que no podían poseerloEs éste, me dije. Uencuentro mágico con Chéjov en las alturas”, concluyó Lumerman entre sonrisas.