Referentes de distintos credos se unieron en oración POR LAS DOS VIDAS
9/6/2018. Tal como anunciamos en el marco de la Jornada de Ayuno y Oración por la Vida, convocada por los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), se realizó el pasado jueves 7 de Junio una Oración Interreligiosa por la Vida con los referentes de confesiones cristianas y de distintos credos, en la sede episcopal del barrio porteño de Retiro (Suipacha 1032).“Este llamado a la vida nos compromete a todos” anunció monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Obispo de San Isidro, al comenzar el encuentro. “El amor a la vida acrecienta nuestro compromiso para que las condiciones de vida sean dignas”, manifestó, y encendió un cirio como signo de unidad y confraternidad entre todos los credos.
En la ocasión se leyeron intenciones como expresión de los valores comunes que identifican a los presentes:
“Nos unimos en el agradecimiento por la vida de todos los argentinos de las generaciones pasadas, presentes y futuras, convencidos del valor de cada vida y asumiendo juntos la responsabilidad de defenderla, invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia como afirma el Preámbulo de la Constitución Nacional”.
“Nos unimos en el cuidado de la vida, don valioso y a la vez frágil, amenazado por los diferentes tipos de adicciones, por la pobreza y la marginalidad, y por diversas formas de violencia en las que muchas personas ven en peligro su existencia, particularmente, el aborto que amenaza la vida recién concebida.”
“Nos unimos para sostener y promover el valor del derecho a la vida y de su dignidad. Lo hacemos apoyados en nuestras distintas tradiciones en diálogo con la ciencia, como personas que amamos la vida; y en consonancia con iniciativas cristianas e interreligiosas a favor de la vida en nuestro continente.”
“Nos unimos en el testimonio de defender conjuntamente, el derecho a la vida y el derecho a la libertad religiosa y objeción de conciencia, porque cada uno de ellos tiene una importancia primordial, el primero por ser el soporte de todos los demás derechos, y el segundo por estar íntimamente relacionado con el primer deber del hombre de reconocer la gratuidad de Dios.