Memorable gala y despedida de Bocca del Sodre celebrando la década de la Fundación Atchugarry. “El BNS y sus estrellas”

31/12/2017. Tal el nombre del inolvidable espectáculo que tuvo lugar en el Parque de las Esculturas  en una noche única. Es que con entrada gratuita la Fundación Atchugarry invitó a los veraneantes de Diciembre a palpitar la última función del ballet Nacional Uruguayo del Sodre, compañía que durante siete años estuvo bajo la dirección del maestro argentino Julio Bocca. La despedida y el aplauso para Julio, un vecino de Munro que eligió Uruguay como su lugar en el mundo y logró convertir a esa agrupación en una de las más prestigiosas, sirvió también para celebrar la década de la Fundación en Manantiales. Unas 5000 personas desplegaron sillas y reposeras para contemplar un espectáculo que dejó muy en claro lo que Bocca llegó a coronar con el ballet nacional uruguayo: posicionarlo entre los mejores del mundo.

El ballet nacional oriental mostró momentos de Don Quijote, Romeo y Julieta, Cascanueces, Corsario, la disruptiva Chacona, del español Goyo Montero, y la elogiadísima Encuentros, de Marina Sánchez, donde las zapatillas de punta se pusieron al servicio de tango, un tango que puede ser de a dos, de a tres, de a cinco y más porque si alguien supo romper las reglas de la danza e inspirar la búsqueda de nuevas ideas ese fue Bocca. “El BNS y sus estrellas” así se tituló el espectáculo al aire libre y con entrada gratuita en el Parque de las Esculturas cautivó a un público de verano que sabe apreciar las puestas de jerarquía internacional.

Una vez terminada la última función de su ballet Julio enfundado en bermudas, chomba y zapatillas, solo se atrevió a inclinarse una vez, señalar a sus bailarines y salir rápido del escenario. El estallido de emociones no lo dejó volver pese a que el público lo vivó y prolongó el aplauso de pie por largos minutos.

“Terminó su trabajo y aunque lo llamen no va a volver a salir. Para él ya está, la compañía se merecía el aplauso, y eso es uno de los tantos detalles de su grandeza”, contó al matutino La Nación el escultor Pablo Atchugarry, anfitrión de una noche soñada, al finalizar el espectáculo que el público por cierto aplaudió a rabiar.