Desde el Estado es mucho lo que se puede hacer por cambiar el humor de la gente. Eleonora Jaureguiberry: “La alegría es un valor que debe defenderse”

30/12/2017. ES SÓLO UNA CUESTIÓN DE ACTITUD. “Si lo cuentas no se cumple el deseo”, decía el talentoso Fito Páez en su noveno álbum “Abre” a fines de los 90s. O tal vez sí … y al divulgarlo más gente lo replique y la fórmula de la felicidad se haga carne entre los argentos que cada tanto perdemos el prisma de todo lo trascendente que tenemos. Lo cierto es que en la última entrevista del año, la titular de Cultura SÍ, la impecable gestora cultural Eleonora Jaureguiberry con ejemplos bien concretos da cuenta de cómo desde la gestión estatal con buenas ideas se puede hacer mucho por cambiar el humor de la gente haciéndola participar, generando espacios, recuperando el sentido de comunidad, valorando la ciudad en la que vivimos y el gozo del encuentro. “La alegría es un valor que debe defenderse y un espacio en el que se está todo el tiempo desde la gestión cultural -define esta suerte de mujer orquesta que con relativamente poco hace mucho- . La alegría y la celebración por el sólo hecho de estar vivos, un concepto que debemos transmitirle a las nuevas generaciones para que ellas, con ese mismo espíritu, sigan construyendo sus ciudades y sociedades”. El pensamiento de esta mujer que es sinónimo de acción pura, en esta nota que aporta datos, da pistas, adelanta agenda 2018 y transita entre el intimista relato en primera persona de una funcionaria que es un torbellino de ideas y a todo le pone su sello, sencillamente porque tres palabras definen su cuestión de actitud: PASIÓN POR HACER.  

Las cifras del informe de gestión de 2017 son elocuentes y, de algún modo, sorprendieron puertas adentro: casi 570.000 espectadores/visitantes, 279 eventos especiales y 865 funciones. Números que reflejan el andar de una agenda intensa y sostenida a lo largo del año. “Pensamos que nunca íbamos a superar 2015, con casi 420.000 espectadores, que por entonces atribuimos a un par de eventos específicos muy grandes, pero nos equivocamos. Este año, sin shows multitudinarios, fue muy superador. Hemos podido afinar al máximo el instrumento, redefinir nuestros procesos de gestión y generar una gran eficacia en el manejo del tiempo y los recursos”, expresó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.

Una gestión compleja y con acento territorial que entre muchas actividades produce y organiza festivales anuales, concursos, muestras, presentaciones de libros, eventos puntuales y una aceitada batería de talleres y cursos para todas las edades en los Puntos de Encuentro de cada una de las localidades, con casi 400 profesores y más de 6.000 alumnos.

Una de las claves es que siempre estamos pensando nuevas estrategias, imaginando nuevos eventos para ir más profundamente hacia los intereses e identidades de nuestras comunidades. Estas cifras se entienden como el resultado de una búsqueda importante de todo el equipo de Cultura de ir siempre un poquito más allá en nuestras políticas.

“Tenemos dos museos históricos, el Pueyrredon, que habla de la historia nacional, y el Beccar Varela, más enfocado a la historia local. Somos conscientes de nuestra herencia e historia, nos nutrimos de nuestras raíces, sin embargo, nuestra gestión está anclada en el presente y en el futuro, en la idea de formar nuevos públicos, y también pensando a los nuevos artistas, los que innovan y construyen lo nuevo. Nos interesa, el cómo fue, pero más nos convoca el cómo sigue.

“El Museo del Juguete, por ejemplo, casi duplicó el público de 2016 a partir de estrategias muy concretas, como el cambio de algunos horarios que le permitieron recibir más escuelas y la generación de una programación que se modifica todos los domingos. También hubo una modificación de estrategias en el Premio Municipal de Literatura Manuel Mujica Láinez, que este año recibió 1.800 cuentos, el doble del año pasado. Además organizamos nuevos programas, como el Workshops de Letras, que convocó a destacados escritores en talleres para estimular in situ la escritura creativa, y Platea Abierta, con obras de primer nivel del teatro off de la Capital y charlas post función con los elencos a cargo de la Escuela de Espectadores que permitieron generar y formar nuevas audiencias. Ambas iniciativas pusieron al alcance de todos las producciones y lenguajes de jóvenes y talentosas camadas de artistas. Queremos que eso corra como pólvora, que nuestros vecinos se nutran de estas ideas.

“Este concepto atravesó a los dos nuevos concursos que generamos este año, ambos con un nivel de profesionalismo muy alto, Nuevas Bandas/San Isidro Te Escucha, en el que trabajó mucho la Casa de la Juventud junto con un socio imprescindible para nosotros, Vorterix, y el Premio Kenneth Kemble, que distinguió a tres proyectos en artes visuales. No se trató sólo de enviar el CD con la música, las bandas preseleccionadas salieron del garaje, se presentaron y compitieron en shows en vivo, y la ganadora ya está grabando su CD. Ni tampoco se buscó que los artistas manden su escultura o pintura terminada. Se premió a tres proyectos que se concretarán en 2018 con el acompañamiento y guía de un prestigioso jurado. Iniciativas que son verdaderas oportunidades de crecimiento profesional para nuestros artistas.

“Cada vez nos interesan menos los espectadores como tales y cada vez nos interesa más el publico protagonista. En cada actividad nos preguntamos ¿Está la gente que nos visita participando de la experiencia? Por eso, el Museo Pueyrredon inauguró este año varias iniciativas muy interesantes, como El Museo se Juega y El Museo Iluminado, que no proponen una visita guiada, sino el hacer cosas, ser protagonistas de la historia. Así fue como con los chicos y sus papás cruzamos los Andes con San Martín en una fascinante aventura que empezó en lo bajo de la barranca y terminó en el jardín del museo con el general tomando chocolate con los chicos, jugamos a jugar los juegos de los chicos del siglo XIX, cocinamos como se hacía en esa época, buscamos, por ejemplo, algunos detalles en las pinturas de Prilidiano en un divertidísimo juego de la Oca y nos metimos en el laberinto de boj para respirar el mismo perfume de los arboles que respiraban nuestros personajes históricos.  Estamos convencidos de que la manera más eficiente de aprender historia es con el cuerpo y de un modo divertido. La experiencia en nuestros museos se atraviesa a nivel físico, sin duda.

“Lo mismo pasa con las fiestas de las localidades, donde fuimos generando nuevas políticas de construcción de identidades y donde la gente está invitada a bailar, jugar. Nos sentamos a escuchar a los músicos, pero más nos interesa bailar y cantar con ellos. En San Isidro la gente hace cosas, es protagonista. Así nació Central de Procesos, que este año cuadriplicó los espectadores. Ya no tenemos galería de arte en la Casa de la Cultura de San Isidro, sino grandes y chicos que se inspiran en los procesos creativos de artistas que generosamente ponen su hacer sobre la mesa, al descubierto, para que los visitantes sean, de algún modo, los constructores de la muestra junto a ellos.

“Todo tiene que ver con el cuerpo y el alma, que es lo que hacen los artistas. Usan su cuerpo como vehículo de algo que su espíritu, su alma, está poniendo en juego. Nosotros tenemos el enorme privilegio de ser el engranaje de ese aprendizaje, de eso que la gente viene a buscar y se lleva de nuestras actividades. Sólo somos la polea de transmisión. En una punta, un artista, en la otra el vecino y en el medio nosotros para que la magia ocurra.

Un claro ejemplo es la Orquesta Sinfónica Juvenil, becada por el municipio, que ofrece la posibilidad a músicos jóvenes de desarrollarse profesionalmente, o el proyecto “La Barriada”, con chicos del Bajo de San Isidro, a los que les enseñó a utilizar las herramientas tecnológicas que había en sus casas para mapear el barrio y generar fotos y videos de los personajes que lo habitan. “Estos chicos de la escuela primaria del Bajo fueron los ojos de su barrio y, una vez más, la gestión como polea”, indica Jaureguiberry. Un acto de apertura con las fotos colgadas, los vecinos, los personajes retratados, los alumnos, los artistas/profesores que los acompañaron y capacitaron, y el equipo de Cultura involucrado en el proyecto sentados en el patio de la Casa de la Cultura de San Isidro frente a la pantalla gigante que transmitía el video producido.

“Podemos medir perfectamente nuestra gestión. Sabemos, por ejemplo, a cuántos abuelos y niños benefició el programa ‘Abuelos de Cuento’, pero detrás de toda iniciativa está el valor de lo intangible, que no podemos cuantificar. Sin embargo, tenemos una fe enorme de que ese chico de cuarto grado que escuchó a un abuelo decir una frase de María Elena Walsh en algún momento usará o recordará esa frase poética. Tal vez ocurra dentro de 20 años, no tenemos la capacidad de constatarlo, pero, reitero, toda nuestra energía y fe apuesta a que eso efectivamente ocurrirá.

“En Puertas del Alto y Puertas Adentro los vecinos artistas abriendo generosamente sus talleres, mostrando su arte y haciendo que los visitantes también se lancen a la aventura del arte, y en Bocas Abiertas los cocineros del Bajo dándole de comer a sus vecinos. Lo mismo ocurre en el Festival Jazz & Más, el de música clásica El Camino del Santo, en el de Cine y Música, en alianza con la Fundación Cinemateca Argentina, en el Festival de Skate, en Diseñarte y en Parador Konex San Isidro, en colaboración con Ciudad Konex. En todos hay una pata didáctica, educativa, y en todos la gente participa activamente. Festivales que son una excelente herramienta para dar a conocer nuestro patrimonio, ya que muchas de sus sedes son locaciones de gran valor patrimonial. Sabemos que uno de los mejores modos de descubrir y disfrutar de ese patrimonio es a través de estos encuentros, que generan experiencias intensas que luego viajan con la gente que los vivió en ideas, conocimientos, emociones.

“Todos los festivales anuales se trabajan con mucha anticipación, talento y con el equipo de Cultura, que realmente es diminuto. Además, cada ciclo tiene directores artísticos que se empeñan todo el año programando con nosotros, tratando de imaginar las ideas que queremos defender en cada edición, los lugares a los que queremos ir, los públicos que queremos conservar y las nuevas audiencias que queremos seducir. Festivales en locaciones históricas, pero también en las calles, que nos permiten repensar el espacio urbano, como ocurre con Bicicine en la Playa. Un ciclo que nos facilita recuperar y usar de noche una zona claramente identificada con lo diurno, y hacer un guiño a todos los que usan bicicletas al programar películas en las que aparecen estos vehículos, a tono con las políticas de sustentabilidad que sostiene el municipio.

Para Jaureguiberry, cada evento tiene un valor agregado que va más allá de su calidad artística: generar una comunidad de sentido, valorar la ciudad en la que vivimos y el gozo del encuentro.

“La alegría es un valor que debe defenderse y un espacio en el que se está todo el tiempo desde la gestión cultural. La alegría y la celebración por el sólo hecho de estar vivos, un concepto que debemos transmitirle a las nuevas generaciones para que ellas, con ese mismo espíritu, sigan construyendo sus ciudades y sociedades.

“Traer un artista de cartel y juntar 50.000 personas no es mucho trabajo, realmente. Pero no es lo que define. Lo nuestro son muchísimos micro eventos, casi a medida y cada cual con la cantidad de público ideal para que sigan siendo divertidos. Pero eso no significa que no seamos masivos, todo lo contrario. Nuestra estrategia es más trabajosa, un trabajo de locos de lunes a domingo, sin descanso, pero que vale la pena por esa mezcla de agradecimiento, admiración y amor que nos devuelve la gente a casa paso. Ese es el combustible que nos alimenta todos los días.

“Varios de los festivales no serían posibles sin nuestros sponsors (Grupo Asegurador La Segunda y BBVA Francés), a quienes antes de empezar cualquier actividad les explicitamos todo. Siempre ponemos en palabras los valores que queremos transmitir. Ellos, fieles, generosos y muy inteligentes, lo entienden a la perfección, porque son valores que compartimos.

La funcionaria destaca la tarea realizada por su reducido equipo y ejemplifica con el reciente Premio Iberoamericano de Educación y Museos obtenido en Brasilia por el Museo del Juguete, con seis empleados, por su proyecto El Museo va al recreo, del que participaron casi 150 museos de 18 países. Y no duda cuando afirma que el Programa de Emplazamiento de Esculturas en Espacios Públicos es una de las experiencias más bellas que le toca llevar adelante, porque habla de una ciudad que celebra a su gente e identidades. A través de esculturas e instalaciones, homenajes al trabajo, a las comunidades que nacieron y crecieron por la llegada del tren, al amor por la vida al aire libre, a la industria hípica, a la resiliencia, simbolizado por un colibrí, y los que se sumarán en 2018 vinculados con una actividad deportiva muy arraigada en el municipio y otro en la zona del puerto de San Isidro.

“Fue una idea del Intendente Gustavo Posse. Por un lado, emplazar esculturas en el espacio público; por el otro, que éstas reflejarán algunas de nuestras identidades. Lo que hicimos nosotros fue encontrar y encomendarle esta tarea a artistas que pudieran responder al desafío y trabajar en gran escala con materiales aptos para soportar la intemperie. Nos encanta el arte en la calle, un concepto del Renacimiento que nació mucho antes de la llegada de la idea del museo, que es del siglo XIX. Un patrimonio cultural que nadie dañó, pese a no estar protegido ni enrejado, al igual que los murales realizados en los túneles ferroviarios. La gente lo asume como algo propio, querible, casi diría como algo sagrado en el sentido estricto de lo sagrado para el arte.

“El recorrido fue claro, hace unos años lanzamos un tímido concurso de grafitis, seguimos en 2016 con mucha más estrategia y el Meeting of Styles, que terminó con más de un kilómetro del Bajo con coloridos murales que es un paseo en sí mismo, y este año fuimos por más con una  iniciativa en alianza con la Fundación Pinta Argentina. Fuimos por el Barrio Santa Rita y el Barrio San Isidro, humildes, trabajadores y emplazados en monoblocks. Pero no fuimos a pintar dos barrios, pintamos con los barrios los temas que las propias comunidades consideraron que se debían pintar.

Para 2018, la agenda seguirá más intensa que nunca. Desde el 19 de Enero, Humor en Verano, con una cartelera gratuita para toda la familia, y luego un Carnaval con formato nuevo, jurado, premios para las tres murgas (desde dinero en efectivo hasta talleres de capacitación), invitación para que el público se disfrace, talleres y mucha guerra de espuma en la que parte de la venta de cada aerosol, como siempre, tendrá fines solidarios. También, más adelante, estreno de festival vinculado con los libros y los protagonistas de la literatura y novedades importantes en los museos Pueyrredón y Beccar Varela, que por ahora se mantienen en reserva.

“¿Qué decir del público de San Isidro?, generoso, inteligente y con mucha capacidad de discernir y encontrarle valor a cosas aparentemente sencillas, pero que en realidad son profundas y valiosas. Un público tremendamente exigente, que es lo que más me gusta, ya que nada se hace bien si no te desafían, si no te llevan el horizonte cada vez un poco más lejos. Sabemos que estamos bajo permanente escrutinio, que no somos los únicos y que nuestros vecinos tienen muchísimas otras cosas interesantes para hacer. Por eso, sentimos una enorme satisfacción cuando los vemos entrar a un museo, a un teatro o a un taller, porque efectivamente nos están eligiendo y eso vale doble.

“Una de las claves de todo esto está en que siempre nos interesó estar muy cerquita de cada casa. Es una enorme felicidad ver llegar a los vecinos a pie con su reposera y la posibilidad concreta de encontrarse con otro vecino para disfrutar juntos de algo de mucha calidad artística. En definitiva, es lo más lindo que podemos experimentar, reconocernos en ese encuentro y, sobre todo, celebrarnos”.