Puertas del Bajo antes de la lluvia y CON EL AGUA COMO PROTAGONISTA

22/11/2017. LA MAGIA DE UN BARRIO ÚNICO. Como todos los años, el Bajo sanisidrense mostró una de sus facetas más características: el arte en todas sus expresiones. “Puertas” expresó sin etiquetas el hacer de más de 300 artistas en 37 talleres y espacios visitados desde el sábado pasado y hasta ayer por 14.000 personas que vieron, hicieron y compraron obra, charlaron con los que las firman y disfrutaron de un barrio que lleva la creatividad en su esencia. Si bien el tiempo al final no acompañó – “Dos noches de estrellas y llegó el agua! Nosotros la convocamos!!! “, confió Ana Möller, una de las expositoras – y el éxodo del finde largo se hizo sentir en parte, Puertas del Bajo con esa impronta de ateliers y hogares cálidos de artistas siempre tiene imán. Acá imágenes de la Posta Nocturna en El Silo, taller de marcos (en Primera Junta frente a lo de Carlitoz Fuchs). Música, perfos, arte en vivo, muralista, filmaker, impros, proyecciones, dj set, y el infaltable “Chinito”. Si no lo descubriste, sabé que tiene cuatro patas, mueve la cola y es -en ese pintoresco rincón del Bajo- parte del paisaje. El pulso del set acústico lo llevó Clara Cava, Facu Cavallero y Juan Porta & Pitta. No faltó barra con cocktails de autor hechos a base de Ice tea by Ar•tea para libar por la noche en ambient bien descontracturado, Parri con morfi; tragos y bebidas. Lástima la lluvia del lunes

 

Como todos los años, el barrio mostró una de sus facetas más características: el arte en todas sus expresiones. Puertas del Bajo expresó sin etiquetas el hacer de más de 300 artistas en 37 talleres y espacios visitados desde el sábado pasado y hasta ayer por 14.000 personas que vieron, hicieron y compraron obra, charlaron con los que las firman y disfrutaron de un barrio que lleva la creatividad en su esencia.

 

“Es un evento esperado por todos, por la gente, que tiene la posibilidad de visitar los talleres y participar de muchísimas actividades, pero también por los artistas, muchos de los cuales se han conocido en este festival, formaron colectivos de artistas, generaron proyectos. Puertas trasciende estos tres días en los que hemos recorrido y disfrutado en gran forma del pensar y hacer de nuestros artistas”, comentó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, organizadora del encuentro.

Un encuentro que este año, con La presencia del agua como leit motiv, sorprendió con mucha obra en las veredas, terminadas y en proceso, como el portal de yeso y telas de Liana Lestard y Florencia Foti, la instalación de lirios verdes y amarillos que colgaba en la puerta de Marina Zelaschi y las esculturas de Wicha Mastronardi, nueva en el barrio y entusiasmada con la propuesta.

“Me pareció fabuloso. Conocía el evento, pero vivirlo es otra cosa. El domingo fue una locura de gente, muchos llegaban con sus bicis, lindísimo”, aseguró ayer la estadounidense de padres holandeses Amy Van Helden, otra debutante, mudada hace poco al barrio, junto a sus acuarelas geométricas cromadas.

En el Taller de la Ribera se jugó al carnaval. “Los chicos se entusiasmaron y empezaron a tirarse bombitas de aire. Estuvo bueno, porque la idea era que sean parte”, contó Pedro Aparicio, autor de la instalación en la que evocó sus carnavales en Santiago del Estero. En la misma casa, los continentes de Nicodemo Tucci chocaban en una gran pileta por el deshielo de un gran bloque de hielo colgado, en alusión poética a la necesidad del cuidado de ese recurso.

No muy lejos, en la Fundación Lory Barra, autos reales restaurados al detalle y otros pintados y colgados para el disfrute de los amantes de los óleos y los fierros, de esos que hasta hace poco poblaron el taller mecánico que en la otra punta de la comarca dejó su lugar al taller de las artistas María Paz Salotto y

Florencia Platero, donde Popi Barrio trabajaba sus formas orgánicas, como artista invitada, en delicadas aguadas con tinta china y microfibras.

Todas las disciplinas, pintura, fotografía, escultura, tornos alfareros girando, grabado, títeres, textiles y mucho más, instalaciones pictóricas, lumínicas y auditivas, el megáfono gigante de Our Art House para gritar lo que se quisiera, talleres para todas las edades, tupidos jardines devenidos en galerías, livings
donde sonó la música en vivo, anfitriones siempre dispuestos a dar la bienvenida al recién llegado, un barco rodante gratuito que giró sin pausa para que la visita no se pierda nada y algunos braseros con leños ardiendo en las veredas para generar climas y templar a todos.

“Visité un montón de talleres, fabuloso”, dijo  Caru al salir de lo de Nacho Graglia, a paso rápido para seguir recorriendo y con dos trabajadas lámparas de hierro bajo el brazo. “Yo hice esa talla, pero los artistas son ellos, ocho amigos a los que les cedo mi espacio para que expongan”, comentó el dueño de casa, mientras se proyectaba un documental suyo sobre el arte en el Tíbet.

El evento, de 16 a 20, casi no tuvo pausas en sus tres días. Luego, desde las 21, las Postas Nocturnas, como la del domingo, con Gloria Carrá iluminando con su música El Silo del Bajo, donde hubo fiestón hasta pasadas las 24 bajo la mirada de Inmersos, del colectivo de Arte Max 80. El mismo lugar donde el domingo los artistas se reunieron no tanto para cerrar el festival, sino más bien para seguir celebrando el arte del encuentro.