Lucila Guerrero, ceramista: “Mi impulso por el arte proviene de algo interior y más profundo, de LA SENSIBILIDAD DE MI ESPÍRITU”

 

4/6/2017. Ella acaba de participar en “Puertas Adentro” que hacia fines de Mayo reunió en 156 espacios nada menos que a 150 artistas del Alto de San Isidro, en una movida cultural digna de elogio, con la que el sanisidrense se identifica. En esta charla ‘Luli’  Guerrero, una joven inquieta de 31 años que egresó en 2010 del Regina Espacio de Arte (REA), donde ahora da clases se define como una artista en constante estado de experimentación. Su vínculo con la cerámica comenzó a los 16 años, en el Taller del Bajo, con Marcela Alá Rué y Rodolfo Busch. “Allí aprendí todo lo que sé de cerámica”, asegura Luli en la vereda de su casa-taller, en Libertador 16.775, San Isidro, durante un alto de “Puertas.. Considera que si bien no hay un circuito fuerte de galerías en Zona Norteen “San Isidro se está armando una movida interesante con algunos espacios, como Ambos Mundos, Zeitgeist Art Gallery y Quadro, que son muy necesarios, porque los artistas vivimos de vender obra” . Conocé su experiencia con el arte, la cocina y el diálogo que mantiene con la arcilla en esta nota realizada en primera persona! 

“Puertas Adentro está buenísimo para los artistas, pero también para los vecinos que pueden ingresar a los talleres, hablar con los artistas, saber qué está pasando en materia de arte en su barrio… El vecino ya sabe que sucede Puertas, es un encuentro que tiene internalizado y espera con entusiasmo.

“La cerámica es como cocinar, estás en contacto directo con el material, tocando algo que tiene su propia textura, temperaturas cambiantes, y que se transforma a cada instante. Una vez que te ponés en contacto con la tierra, es un camino de ida, no hay retorno ¿Si soy buena cocinera?… sí, ayer hice un budín de banana (para Puertas) y la gente que vino se lo comió encantada. Nadie se quejó (sonríe).

“Di clases de cerámica en lo de Marcela (Alá Rué), pero a fines del año pasado pude finalmente comprarme un horno y armar mi propio taller acá. Eso me entusiasmó muchísimo. Este es mi lugar, acá doy clases de cerámica para grandes y chicos, que me encantan, porque son ocurrentes y descontracturados, y también tengo un rinconcito aparte para agarrar los pinceles y pintar.

“Con Clara Colombo organizamos el Grupo Rutina, en el que experimentamos con arcilla, barbotina, telas, y la fusión de los materiales en el espacio… Con ella hicimos una especie de ritual colectivo muy divertido en el Centro Cultural Recoleta. Convocamos al público a romper a martillazos unos bodoques de arcilla y luego, con el polvo resultante y agua, a formar una especie de pasta, muy líquida, en la que embebieron telas. Con esas telas la gente se reenchufó y armaron unos chorizos con los que construyeron cuencos, que quemamos delante de todos. Fue genial porque la gente pudo reproducir lo que hacemos nosotras, pero que nadie, o muy pocos, pueden ver. La gente suele pararse frente al resultado, la pieza seca, pero del proceso, que es súper interesante, poco sabe y casi nunca lo experimentó.

“Tener el taller en la casa es difícil, requiere de cierta disciplina. En tu casa siempre ocurre algo, infinidad de distracciones, algo pendiente, desde barrer hasta las ganas de tomar mate sin pensar en nada. Pero me las arreglo bastante bien, trato de ordenar mis tiempos para que siempre quede mucho tiempo disponible al arte.

“El año pasado participé del Proyecto Pac, un espacio de formación y creación de nexos entre artistas, en Abasto, y del taller-residencia Zona Imaginaria, en San Fernando. Soy inquieta, me gusta estar en movimiento, aprender, participar de encuentros de ceramistas, como  Barro Calchaquí, autogestionado por artistas de San Carlos, Salta, que es genial.

“No hay una gran movida de galerías en la Zona Norte, pero en San Isidro se está armando un circuito interesante con algunos espacios, como Ambos Mundos, Zeitgeist Art Gallery y Quadro, que son muy necesarios, porque los artistas vivimos de vender obra. Una se las va arreglando en el día a día con las clases y la venta de piezas cerámicas utilitarias. Yo hago unas macetas para colgar de la pared que tienen imagen propia. Me interesa que esos objetos, de algún modo, por más simples que sean, tengan una impronta estética que me identifique.

“Mi mamá estudió cuestiones vinculadas con las actividades prácticas, una de esas mujeres muy manual, que cuelga cortinas, enrolla, desenrolla, hace y deshace. Algo de todo eso debo haber heredado, pero creo que el impulso por el arte proviene de algo interior y más profundo, de la sensibilidad de mi espíritu (ríe a carcajadas).