TABLAS DE LIBERTAD. Festival Skate San Isidro rodó fuerte junto al río a pesar de los mosquitos. Dejate picar por la curiosidad

2/5/2017. A pesar de los molestos mosquitos, grandes y chicos rodaron en pistas para todos los niveles, varios de los mejores skaters del país se sumaron a la movida, no faltaron master clases, una colección de tablas para entendidos, acuarelas, fotos y esculturas, feria de emprendedores, música en vivo y food trucks. Toda la cultura urbana del skate en un solo lugar. La III edición del Festival Skate San Isidro, organizada por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro y la Asociación de Skaters de Zona Norte (ASZN), rodó con fuerza este fin de semana en el Centro Municipal de Exposiciones (Del Barco Centenera y el río), visitado por más de 6.000 personas dispuestas a experimentar esta cultura urbana en ascenso.

 

“La cultura del skate es una de las manifestaciones urbanas y contemporáneas por excelencia. Un modo de estar y relacionarse con el entorno, de vestirse, con sus preferencias musicales y nosotros, como municipio, tenemos el compromiso de darle visibilidad a esa identidad. Un festival que propicia el encuentro generacional con padres de 35, 40 o más años que se acercan con sus tablas para compartir junto a sus hijos una tarde al aire libre. Creemos que es el mejor modo de ir formando cada vez más y más comunidad”, dijo Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria General de Cultura de San Isidro.

El buen tiempo ayudó para que la fiesta, de 11 a 20, sea completa. Una pista para que los más chicos tomaran sus primeras clases y dos gemelas para que muchos de los mejores skaters del país y otros avanzados hicieron de las suyas. No muy lejos del inflable, delirio de los más chicos, emprendedores del rubro exhibieron indumentaria, tablas intervenidas y accesorios, mientras que la música en vivo no tuvo pausa con grupos de rock, punk y reagge que sonaron en el escenario principal y también en el alternativo, a cargo de una escuela de rock, donde los más peques hicieron sus primeras armas.

“Vino muchísima gente. Cada año el festival va mejorando su propuesta”, expresó satisfecho Gonzalo Lantarón, de la ASZN. “Está genial, la seguridad para andar en las pistas, el ambiente, muchas familias. Me encanta. Esto da cuenta del crecimiento de este deporte”, aseguró Rolf Durrieu, uno de los históricos del skate nacional, que se dio el gusto de lanzarse por las rampas.

ARTE Y SKATE

En el salón, un centenar de tablas de los años 80, época de oro de la industria del skatebording colgaba de paredes y techo, con atractivos diseños de calaveras, animales, cruces y pistolas. “La mayoría las compré en Estados Unidos. Aquí hay varias Alva, ediciones limitadas por los 40 años de Dogtown y la promodel de Jason Jessee, una Gordon Smith firmada por Doug Saladino, varias Embassy y Madrid. Es el producto de muchos años de búsqueda y pasión”, sostuvo Sebastián Tort, dueño de la colección. Con el skate como musa inspiradora, también se exhibieron fotos de Martín Cardozo, Gabriel Szkuhra y Lucas Magnacco, esculturas de Juancho ‘Del Papa’ Ferraro, realizadas con hierros y maderas en desuso, y acuarelas de Federico Arcangeli, a metros de las mesas donde los más chicos pintaban tablas y de los muebles de Gabriel Salvatore fabricados con partes de autos antiguos.

Afuera, la escuelita fue un claro ejemplo del fervor que despierta este deporte entre los más chicos. “Es mi primera vez en este festival. Tiene una onda muy especial”, dijo Juan Pani, junto a sus hijas Penélope, Casandra y Kaia, que sonrientes y ansiosas hacían la fila para pasar otra vez a la pista. Muy cerca, dos circuitos de finger, donde hubo juego y sana competencia. “La técnica es la misma, pero acá usas tablas en miniatura y los dedos reemplazan a los pies”, explicó Jeremías Morán, experto en esta disciplina.

Muchas gorras, buzos, ambiente familiar y aire descontracturado campeó en un festival, que también propuso un pintoresco patio de comidas para probar los productos ricos y variados de los food trucks en grandes mesas de madera. Entre tanta adrenalina, piruetas y saltos fue el lugar ideal para hacer un alto y volver al ruedo. Los mosquitos? Molestaron, pero la adrenalina, la buena onda y el reggae y rock & roll de los protagonistas y las bandas los ahuyentaron.