Viví Punta. Al tronar de los tambores y el colorido de las comparsas por Gorlero brilló la fiesta popular uruguaya por excelencia. NOCHE DE CARNAVAL
15/2/2016. El miércoles 10 de febrero por la noche con el desfile de tambores y comparsas por la céntrica calle Gorlero tomó color el XIV Encuentro de Tambores de Punta del Este: Carlos Paéz Vilaró. Desandando la tradicional calle, verdadero eje de la península, unas 12 comparsas derrocharon pasos y no poco talento desde la calle 17 hasta la 31. Fue una verdadera fiesta que convocó a miles de personas para vibrar con el Desfile de Comparsas, el tradicional Encuentro de Tambores de Gorlero, increíbles coreografías y toda la magia de un encuentro íntimamente ligado con la identidad del pueblo oriental. Mirá las fotos y videos!
Gorlero tiene su imán en la península esteña y la recorre en toda su extensión. En esa característica y céntrica calle en la que asoman los locales comerciales y los cuidados solados, dominados por las típicas palmeras, sello indeleble de la ciudad, todos los años para Carnaval se realiza un Encuentro de Tambores, que hace el deleite de pobladores y especialmente de los ocasionales turistas. Es la tradición de cada año, un rito que se renueva con todo el vigor, como una de las mayores fiestas populares de los orientales.
Es una fiesta enraizada con la cultura afrorioplatense muy divertida y colorida. Hay música, baile y redoble de tambores por doquier. Es que ciertamente en Uruguay, especialmente en su capital Montevideo, el candombe, traído por los pobladores africanos que emigraron hacia esas tierras, es un baile muy característico y alegre que figura en toda celebración que se precie de tal y especialmente en Carnaval, fiesta a la que se dedican con toda devoción.
AL COMPÁS DEL TAMBORIL
En ese mágico juego el tamboril despliega su liturgia, las pasistas llevan el pulso y el ritmo de un desfile que resulta mucho más que un espectáculo, regalan ritmo, pasión y orgullo afrouruguayo. Una fiesta enraizada en las más profundas tradiciones, esas que no se pierden, que se tutean con el candombe, la cultura negra que emerge con toda su fuerza en duelo danzas, brillo e iridiscencias. Esas que maravillaron para siempre al pintor de las dos orillas, el recordado Carlos Páez Vilaró y a tantos otros artistas.
“La comparsa de los negros al compás del tamboril”, revela la letra de “Siga el Baile” en la voz del maestro Alberto Castillo con su irrepetible fraseo para graficar ese ritual de los negros esclavos que en el hermano Uruguay aún se mantiene intacta, más vigente que nunca, convirtiéndose en una suerte de emblema nacional.
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Es que todos los años, en cuanto asoma la primavera, las comparsas uruguayas se aprestan para el Carnaval del año venidero. Y al inicio de Febrero, durante dos días consecutivos, se produce el fenómeno más importante dentro de la idiosincrasia del hermano país: las Llamadas de Carnaval. Esta tradición se repite desde 1956, año tras año –aunque de diversas formas las comunidades negras lo realizan desde la época de la esclavitud–, en las diferentes ciudades, pero su epicentro es Montevideo. Una vez que el pueblo del tamboril sale a la calle en la Capital, el fenómeno se replica en el interior. Y Maldonado, por cierto, no fue la excepción. El miércoles último ganaron la calle Gorlero y desplegaron su arte desde la 17 hasta la 31 las comparsas La Generación Lubola, La Figari, La Dominó, Kandumba Zulú, La Tango, La Jacinta, La Celeste, Cenceribo, Zumbae, La Nueva Maldombe, Valores y Elumbe.
“¡Qué maravilla el Carnaval uruguayo!”, era la frase calcada entre los cientos de transeúntes que quedaban absortos por su magia y colorido. Es que se trata de un espectáculo único, donde participan todos, desde los chicos hasta los grandes y donde todos también se embadurnan las caras a la usanza de los personajes de la Commedia dell’arte, con reminiscencias arlequinescas, pierrotescas y colombinescas; máscaras que dan un aspecto grotesco y casi pesadillesco a los protagonistas. Resulta impactante la fidelidad a la tradición ya que los vestuarios acaparan la atención.
Las banderas que abren las pasadas y los pibes pugnan por tocar, el timbre del coro y el ritmo de los tambores marcan el compás y cada pasista derrocha la cadencia de sus movimientos, mientras los más chicos quedan extasiados ante tamaño despliegue histriónico..
Sin duda las comparsas lubolas cautivan, una cincuentena de individuos golpeando frenéticamente unos tambores de origen africano, precedidos de bailarinas al borde del nudismo cierran cada pasada. Más allá de su sensualidad el borocotó chas chas, ese ritmo inconfundible de la cuerda de tamboriles, es único en el mundo.y todos quedan cautivados por él. ¡Qué se repita!
