¿Ya tenés tu entrada para el Festival a Beneficio de Casa de Galilea? El 10 de Julio, en el Marín…Luz, cámara, ¡MÚSICA!

 

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galilea29/6/2015. Esta asociación humanitaria surgió en la crisis de 2001 para contener a los chicos en situación de vulnerabilidad del barrio La Cava. Mucho tuvieron que ver el padre Aníbal Filippini y el recordado voluntario de Cáritas San Isidro y vecino de Acassuso, Alejo Fernández Mouján;  hoy atiende a unas 500 familias. Para el venidero viernes 10 de Julio, a las 20.30 hs. en el Teatro del Marín (av Libertador 17.115, Beccar), preparó un singular espectáculo de agrupaciones vocales para recaudar fondos: “Luz, cámara ¡Música!. Actuarán los coros de la Catedral y del Náutico San Isidro junto a la Orquesta de la Universidad del Salvador, bajo la batuta de Gustavo Felice. ¿La propuesta? Recordar la mejor música del cine en sonido e imagen. Más allá del evento, acá una nota del matutino La Nación para conocer la tarea que presta esta valiosa entidad sanisidrense.

 

A las 10, Edith Irahola llega a General Alvarado 1355, a metros del acceso a La Cava, en San Isidro, y empieza a repartir besos: primero, al grupo de chicos que se entretiene con juegos de encastre; después, a las madres que cargan sus bebes y conversan mientras esperan que sea la hora para que comience el taller de nutrición; luego a Mateo, uno de los adultos mayores que fue a desayunar; y, finalmente, a los voluntarios.

 

Edith tiene 42 años y es una de las fundadoras de la asociación civil Amigos de Casa de Galilea, un centro de desarrollo humano y fortalecimiento familiar que acompaña, desde una mirada integral, a chicos, jóvenes y adultos de La Cava, donde viven unas 13.000 personas que no tienen, en muchos casos, acceso a los servicios básicos.

 

“Casa de Galilea es un lugar de llegada, de referencia, el hogar que cada uno sueña: donde las personas se sienten protegidas, queridas y reconocidas”, resume Irahola.

 

Ella nació y vive en el barrio. Sus padres llegaron de Bolivia a principios de la década del 60. “Siendo muy jóvenes, vinieron en busca de trabajo y se instalaron en la parte de la villa conocida como La Quinta“, cuenta. Desde muy chica, con su hermano mayor, comenzó a participar de las actividades de la parroquia Nuestra Señora de La Cava; y, algunos años después, se sumó como catequista. “Me orientaba hacia los chicos que estaban en una situación de mayor vulnerabilidad: andaban solos por el barrio, sin sus mamás. Buscaba que ese rato en el que estábamos juntos, fuera un espacio de encuentro y juego, donde se pusieran en práctica los valores cristianos desde lo cotidiano”.

 

Cuando terminó el secundario, empezó en la Universidad de Buenos Aires la carrera de asistente social. “El trabajo con los nenes y sus familias me había despertado esa vocación”, cuenta. Tanto en la catequesis como en el comedor parroquial que coordinaba, comenzó a notar que muchos de los chicos no iban a la escuela y pasaban el día entero en los pasillos de la villa. Ante esa realidad, en plena crisis de 2001 y junto con un voluntario de Cáritas, Alejo Fernández Mouján, y el sacerdote Aníbal Filippini, decidió poner en marcha un proyecto que fuese una “opción superadora al asistencialismo”.

 

Sumaron a personas que habían nacido o crecido en La Cava, como maestros y operadores barriales, y comenzaron con el primer programa educativo. “Juntamos a 19 chicos en una situación de gran vulnerabilidad y empezamos como un centro de atención y desarrollo“, dice . “Se los anotó de nuevo en la escuela y visitamos sus casas, para ver cómo atender las necesidades de cada familia”, agrega.

 

Casa de Galilea, que comenzó sus actividades como el área social de la parroquia, se constituyó en 2005 como asociación civil. En la actualidad, participan de los distintos programas aproximadamente 500 familias. Este seguimiento comienza en el centro de estimulación temprana, donde se trabaja el vínculo madre-hijo desde el embarazo; junto con la estimulación intelectual, motora y fonoaudiológica de los bebes y chicos pequeños; y la importancia de los hábitos de higiene y alimentación.

 

“A partir de los seis años, los nenes en riesgo de calle y deserción escolar asisten al centro de atención y desarrollo, que se basa en la educación en valores a través del arte“, explica. A la mañana van al colegio y a la tarde reciben apoyo escolar, natación, taller de lectura y comprensión, teatro, yoga y artes plásticas. Por otro lado, los adolescentes asisten al programa de capacidades laborales, donde mediante pasantías aprenden a sostener un trabajo. Y hay talleres de computación y capacitación para el cuidado de adultos mayores. Además, hay un área de atención psicológica y otra de nutrición, donde se ofrece un desayuno y una merienda reforzados en nutrientes.

 

Con satisfacción, Edith admite que es largo camino recorrido. Pero, con humildad, concluye: “Es un trabajo del día a día, donde uno va viendo los pequeños logros. Me acuerdo del primer nene al que le enseñamos las vocales: era Josesito y tenía siete años. Buscamos que todos los que vengan acá saquen lo mejor de sí mismos”.

 

Para colaborar o sumarse como voluntario, escribir a info@casadegalilea.org.ar o llamar a los teléfonos (011) 4575 4214 y 4723 9604. Más información: www.casadegalilea.org.ar.

 

Fuente: La Nación