Viví Punta. Una calle de La Mansa llevará el nombre de Rafael Alberti. PUNTA, EL REFUGIO DEL POETA

casa del poetarafael-alberti-vuelve-puntadeleste

29/7/2014. La Intendencia de Maldonado bautizará con el nombre de Rafael Alberti a una calle de Punta del Este que desemboca en el jardín del chalet de la Parada 15 de la Mansa, que perteneció al poeta español en sus años de exilio en el Río de la Plata. Este sábado, 2 de Agosto -según relata el notable escritor uruguayo Diego Fischer en el matutino “El País” (Fischer -por caso- fue el biógrafo del icónico artista oriental Carlos Páez Vilaro)- las autoridades locales y los promotores de la iniciativa descubrirán una placa con el nombre del integrante de la Generación del 27 y autor de Poemas de Punta del Este. Descubra en esta nota, una historia llena de magia y poesía!

 

 

La iniciativa fue impulsada por los responsables del Museo Pablo Neruda de la Península, aprobada por las autoridades municipales y refrendada por la Junta Departamental.

 

 

 

 

Alberti y su mujer María Teresa León -también escritora- llegaron a Argentina en 1940, provenientes de Francia, donde se refugiaron luego del fin de la Guerra Civil española y la victoria de Francisco Franco. Ninguno de los dos imaginó entonces que su exilio se prolongaría por casi cuatro décadas y que el reencuentro con España se concretaría en 1977, dos años después de la muerte de Franco.

 

 

El destierro transcurrió, por más de dos décadas, entre Buenos Aires y Punta del Este. En Argentina nació Aitana la única hija del matrimonio. Siendo ella muy pequeña, visitaron por primera vez Uruguay. Fue un amor a primera vista y como tal duró para siempre.

 

 

 

Desde el mismo momento que la pareja pisó las arenas de la Mansa, se propuso construir en aquel paraíso una casa. ¿Con qué? En Argentina no tenían otros recursos que la solidaridad de sus amigos y la palabra como herramienta de trabajo. No era poca cosa, pero insuficiente para edificar un hogar en medio de un bosque y muy cerca del mar. ¿Sueños de un poeta y de una escritora? Tal vez, pero imprescindibles soñarlos para poder vivir.

 

¿Qué le sedujo de Punta del Este? Aitana Alberti sostiene que su padre encontró en el balneario uruguayo un paisaje similar al de su natal Puerto Santa María, en Cádiz. Y subrayó que en Buenos Aires experimentó la misma sensación de enclaustramiento que sufrió cuando, siendo muy joven, debió trasladarse a vivir a Madrid. Sucedió a finales de la década del 10. Alberti se vio obligado a cambiar el azul del Mediterráneo por la ocre y seca geografía de Madrid. En esos años conoció y entabló amistad con Federico García Lorca y José Bergamín, con quien se reencontraría en Montevideo al promediar la década de 1940; ambos compartiendo la condición de exiliados. En esos años nació su vocación por la poesía, (su oficio hasta entonces fue el de la pintura)y poco tiempo después publicaría Marinero en Tierra, su primer libro de poemas por el cual obtuvo, en 1925, el Premio Nacional de Literatura.

 

 

SUEÑO CUMPLIDO

 

 

Poco tiempo, muy poco, transcurrió hasta que don Rafael y su mujer concretaron el sueño de construir su hogar en aquel balneario frecuentado por la aristocracia de ambas márgenes del Plata.

 

El proyecto se hizo realidad gracias al dinero que obtuvo María Teresa por unos guiones de cine que escribió para películas en las que actuó su amiga y compatriota Delia Garcés. Primero compraron el terreno en la parada 15 de la Mansa, en el barrio Cantegril que nacía de la mano del empresario argentino Mauricio Litman. Después construyeron la casa.

 

“Querida madre: Le mando dos fotos de la hermosa propiedad que sus hijos tendrán próximamente. ¿Qué le parece? Son unos pinos parecidos a los de la costa catalana. Desde el fondo se ve el mar. 1.500 metros cuadrados y todo rodeado de bosques. La casa divina, parece un cortijo andaluz con tejado”…, le escribió María Teresa entonces a su madre.

 

Ese “cortijo andaluz” fue construido por otro exiliado español, el catalán Antonio Bonet. Se dice que es una de las pocas casas -si no la única- que el urbanizador de Portezuelo edificó fuera de Punta Ballena. La Gallarda, la bautizó Alberti, con el mismo nombre de una de sus obras de teatro que pudo estrenar en España, cuarenta años más tarde.

 

LLENA DE POETAS

 

La casa de Alberti fue siempre un punto de encuentro de poetas y escritores de todas las latitudes, y pintores de aquí y de allá. Pablo Neruda, Oliverio Girondo, la actriz Margarita Xirgú, Enrique Amorím, el artista plástico Cándido Portinari, eran asiduos huéspedes de ese hogar donde abundaban la solidaridad y la poesía.

 

Aitana recuerda que las tertulias arrancaban en la puesta del Sol y terminaban entrada la noche. “Cuando escuchaba a mi padre recitar algún poema de Antonio Machado o Miguel Hernández, sabía que la reunión llegaba a su fin”, comentó.

 

Alberti se levantaba casi a la madrugada y se encerraba a escribir, porque -según decía- “son los gallos y no la Luna los que iluminan de alegría en el papel mi primera palabra”. Escribía en un lugar especial que él describió así: “Mi cuarto de trabajo en La Gallarda es chico y separado de la casa, en una esquina del jardín del fondo. Celda clara de cal, el techo azul, ventanal alargado, abierto a las acacias y los pinos. Tres metros por dos son casi ya un palacio para mi necesario recogimiento, mi trabajo constante”. Esta habitación aún se conserva.

 

Caminatas por la Mansa con su hija Aitana, acompañada de su amiga y vecina Anette Ugalde, coronaban las mañanas de Alberti en Punta del Este. En esas recorridas, el poeta incentivaba la imaginación de sus pequeñas acompañantes a quienes les contaba historias de príncipes, princesas y caballeros andantes que habitaban en la isla Gorriti. Si el paseo se extendía por la Brava, eran piratas y bandoleros -que vivían en la isla de Lobos-, los que protagonizaban los relatos.

 

Durante casi veinte años Alberti y su familia recalaron en Punta del Este. En 1962, todos se trasladaron a Italia. Y quince años más tarde, Alberti volvió a su patria.

 

“Me marché con el puño cerrado. Vuelvo con la mano abierta”, cuentan que dijo cuando saludó por primera vez a un joven rey Juan Carlos, y que a la reina Sofía le entregó un clavel rojo; en un gesto que tuvo mucho de simbólico: un comunista de la primera hora rendía tributo a un monarca que hacía equilibrios para instaurar la democracia. Las palabras de Alberti, analizadas a la distancia, marcaron el comienzo de una nueva era en España.

 

“Punta del Este es para mí sinónimo de libertad y felicidad”, sostiene Aitana y agrega: “Para mis padres, también significó muchísimo. Ellos tuvieron siempre un recuerdo emocionado y no exento de nostalgia”, subraya. Esa Punta del Este llevó a Alberti a escribir en La Gallarda: “Hoy el mar y los pinos uruguayos me consuelan. Y las canciones que me suben ya en la mitad de la vida, se hacen más hondas y ligeras arrulladas por ellos”.

 

Fuente: El País