Viví Punta. El muralismo grafitero desembarcó en la Península. Un argentino reconvierte el complejo del Concorde

muralismo-grafitero-desembarca-puntadeleste21/5/2014. Como ocurre en distintos paseos de la Zona Norte, como el sendero de Tren de la Costa, en Martínez y en Acassuso o en murales de Vicente López o  en Tigre en poco tiempo el grafiti pasó de expresarse mediante hechos vandálicos a recuperar los espacios públicos afectados por la misma actividad de los transgresores artistas callejeros que intervienen aerosol o pincel en mano y casi a la carrera. Por estos días se desarrolla del otro lado del río, la experiencia Distrito de Arte Urbano Punta del Este, en la que participan graffiteros argentinos. Entre ellos Franco Fasoli, conocido como Jaz quien le está dando nueva vida al complejo del ex cine Concorde ubicado al final de la avenida Gorlero. Enterate de qué se trata!

 

 

 

“Todo ese cambio se dio en menos de diez años y por algunos actores particulares a nivel mundial que hicieron que buena parte de los grafiteros pasaran del divertimento y del juego en la calle a trabajar en proyectos de gran escala”, explica Franco Fasoli, quien encabeza la lista de veinticinco artistas callejeros más importantes del mundo, según el influyente portal The Huffington Post.

 

 

 

Fasoli se encuentra por estos días en el balneario uruguayo invitado por las responsables del Distrito de Arte Urbano de Punta del Este, una iniciativa privada que apunta a recuperar los edificios sin uso afectados tanto por el paso del tiempo como por actos vandálicos.

 

 

 

Distrito de Arte Urbano de Punta del Este logró el concurso de los propietarios del complejo del ex cine Concorde ubicado al final de la avenida Gorlero, edificio que por estas horas es intervenido por Fasoli.

 

El grupo cuenta con el apoyo del Municipio de Punta del Este, de la Dirección General de Turismo de la Intendentecia Departamental de Maldonado, el Banco Itaú y del consulado argentino en Maldonado.

 

 

 

El artista trepado en un escalera interviene la fachada sur del edificio a partir del dibujo de dos gigantescos minotauros.

 

 

 

“Trabajo mucho sobre la identidad latinoamericana y del lugar donde resido. En este caso, más que un minotauro el trabajo es una mezcla de muchas situaciones referentes a mí, a mi infancia en el Uruguay. Sentimientos que tengo sobre el Uruguay y la Argentina”, señaló el artista al matutino oriental, El País.

 

 

 

SU OBRA Y UN ADN CULTURAL VIOLENTO

 

 

“El tema recurrente en mi obra lo conforman las contradicciones que existen en la sociedad argentina. Por eso presto atención sobre la cultura barrabrava a la que mezclo con otros rituales violentos que puede haber en otros lugares del continente. Es como una mezcla de muchas identidades”, agregó Fasoli.

 

 

 

El artista considero a la violencia “como un pilar de la sociedad latinoamericana”.En algún lado es más fuerte que otros. A mi juicio la porteña es una sociedad violenta, es cotidiana y que está muy vinculada en nuestra forma de ser. Lo que ocurre entorno del fútbol, por ejemplo, es el ADN de la cultura porteña”, explicó.

 

 

 

“Mezclo muchas cosas que son parte de mi identidad. Las relaciono un poco con la búsqueda de la identidad del movimiento al que pertenezco. En el que un principio empleábamos identidades falsas, no dejábamos que nos vieran la cara o estábamos perseguidos”, afirmó Fasoli, conocido en el mundo del arte por su apodo de Jaz.

 

 

 

“Uso muchos animales, iconografías para representar toda esa búsqueda. De ahí salen estas criaturas. En este caso este mural de los más grandes. El más grande fue en Turquía, ancho como este del cine Concorde pero de cinco pisos de altura”, indicó Jaz.

 

 

 

CON INTERVENCIONES RECONVERTIR UN PASEO URBANO

 

 

 

Lo que ocurre por estas horas en el excine Concorde, es la segunda intervención que este grupo lleva adelante en los últimos meses. El primero fue realizado por el artista español David de la Mano en el ex hotel Palace, el primer complejo hotelero de Punta del Este, que se encuentra cerrado y con perspectivas de demolición.

 

 

La propuesta de este grupo, gracias a estas intervenciones, apunta a convertir el sector antiguo de la península en un gran paseo urbano. Fasoli, conocido en el mundo del arte por su apodo Jaz, nació en el seno de una familia argentina cuyos integrantes descollaron en diversos ámbitos de la vida artística.

 

 

Entre sus parientes directos e indirectos hay varios artistas, desde músicos, actores, escultores y pintores. Su familia fue una suerte de escuela de arte. “Me metieron en una escuela de arte desde chico. Cuando era pequeño no quería ser artista como mi abuelo”, recuerda.

 

 

 

Su formación en la plástica le permitió tirarse de lleno a la actividad de los grafitis. “El grafiti tiene ese plus que es la adrenalina del adolescente que se hace el loco y sale corriendo cuando lo descubren. Eso coincidió con que en Argentina no pasaba nada. El grafiti no existía tal como lo conocemos ahora. Obvio que estaba la pintada política, el `aguante Boca` pero no había nada grafiti, menos del arte de la generación que nos criamos andando en skate, de los videojuegos. A los catorce años para mi fue todo un mundo para explorar. No había información. Menos internet. Todo era boca a boca. No había materiales”, afirmó.

 

 

 

Los años fueron pasando para el entonces joven Franco quien de pronto comenzó a valorar la instrucción recibida de sus profesores y familiares.

 

“Comencé a valorar lo que aprendí de chico lo que despertó el artista que tenía adentro, de dejar la rebeldía de lado y dedicarme de lleno al arte”, añadió. El quiebre en la vida del artista Jazz se dio cuando viajó por primera vez del país y dirigirse a Europa.

 

 

 

“Fue con la pretensión de trabajar en escenografía, mi actividad durante muchos en varios teatros de mi ciudad. Además, el viaje me permitió vincularme y estrechar vínculos con el movimiento del grafiti, sobretodo en Barcelona, que fue, entre el 2000 y el 2005 una de las capitales mundiales de un nuevo movimiento que se estaba dando. Era una especie de postgrafiti, de postmuralismo. Hoy día conocido como arte urbano o distrital. Esta iniciativa que mezcla muchos artistas plástico con un trasfondo más grafitero”, explicó Fasoli.

 

 

UN MUNDO SIN CÓDIGOS DE RESPETO Y EN COMPETENCIA POR EL ESPACIO

 

 

 

Para Franco Fasoli en Argentina se perdieron los códigos entre los grafiteros. “Pasamos de ser unos pocos que se contaban con los dedos de una mano a una enorme cantidad. Después hay peleas por los espacios. Pasás a ser competidor de la publicidad”, se lamentó.

 

 

 

En ese sentido, el artista aseguró que sus obras más viejas “no tienen más de cinco años. Es la nada. Aunque para un grafiti es mucho tiempo. En Buenos Aires durante mucho tiempo no había tanto. Lo que uno pintaba podía perdurar durante muchos años. En este momento hay una explosión monstruosa en la que no dura absolutamente nada. No hay ningún tipo de código o de respeto por la obra ajena”.

 

 

 

Agregó que en Brasil sucede algo parecido. “En Sao Paulo están los más, más bajos que se consideran como los `pilladores` que son esas letras muy rúnicas con edificios enteros pintados así. Es gente de la favela muy pesada. Después están los grafiteros normales de clase media que le gusta hacer su firma. Después tenemos artistas como `Os Gemeos`, tipos que cobran miles de dólares. Y todos conviven por el espacio público. Entre sí no se pueden ni ver, ni tolerar”, remató el joven grafitero.

 

Fuente: El País