Close Up. Martu Donnelly y Jero Espinosa dieron el Sí en Santa Rita. COMPROMISO ETERNO
19/2/2014. Con una bendición de Su Santidad Francisco, a horas del Día de los Enamorados, contrajeron enlace en una emotiva ceremonia celebrada en la parroquia Santa Rita, en Boulogne, la sanisidrense Martina “Martu” Donnelly, una descendiente de irlandeses con mucha espuma (por cierto ella trabaja en Quilmes), egresada del Colegio Mallinckrodt de Martínez y el médico Jerónimo Espinosa, ex alumno de Los Molinos. Hubo promesa de amor eterno, libreta de familia con más de 6 páginas para anotar a los chicos por venir y mega party en “Garden San Isidro”, ahí nomás del Parque de la Reconquista, donde papá Ronnie y mamá Carolina, se mostraron por demás emocionados. No faltó el lanzamiento del consorte, el baile de los novios en las alturas y la calidez de los clanes Donnelly y Espinosa. Lo cierto es que unos y otros, supieron interpretar esas tradiciones que hacen a la familia y la amistad, de modo que la ocasión resultó propicia para compartir recuerdos y anécdotas rescatadas por una pantalla gigante que mostró a los protagonistas en las distintas etapas de sus vidas y donde hermanos y amigos les desearon lo mejor apelando a una sucesión de ocurrentes cartelitos.
El sanisidrense Jerónimo Espinosa (28) y Martina Donnelly (25) “Martu”, para los amigos, llevaban no poco tiempo de novios cuando planearon, allá por el 2013, su boda soñada ahí nomás del Día de los Enamorados y la feliz pareja hasta logró acceder a la bendición papal. Ciertamente Su Santidad Francisco, por esas horas hacía un llamado a no tener miedo al matrimonio e invitaba al compromiso a largo plazo, así es que en tiempos donde la palabra eternidad pareciese haber caído en desuso, tanto Jero como Martu, apostaron con mucha convicción a la alegría del Sí para siempre. Y eso quedó muy bien reflejado cuando el párroco les entregó la libreta de familia y ambos al unísono reclamaron más de seis hojitas para anotar a los bebés por venir.
Una verdadera multitud pobló el templo de Boulogne. Entre muchos otros, se encontraban allí las tías Rebeca María Conil Paz y Florencia Montefiore, los tíos el arq. Juan María Altgelt y Martín Moller, los primos Juan, Ezequiel, Ollivier, Michelle, Delfi, Cami, Cande, Federica y Axel; los hermanos Cata, Caro, Nico, Sofie y Ronnito; el españolísimo Marco, un dios de la lente; los Lanusse, los Canale, los Mayer, Luchia Puig, Josefina Garat, Marcia Bertolotto, el Nono Mazón, Vivi Cuntari de Vicente López y muchísimos más.
MISA Y FESTEJACIÓN
La tarde del sábado último invitaba al cobijo en la parroquia que se recuesta casi a la vera de la Panamericana sabiamente iluminada y perfumada por un rosario de flores. Un verdadero juego de iridiscencias se escurría por los cristales e inundaba la nave central de brumas cromáticas mientras el lugar comenzaba a poblarse de caras conocidas. En el altar, aguardaba impaciente Jero junto a sus padres y Carolina Conil Paz se dejó ganar por la emoción al ver ingresar a la radiante Martu de impecable y sobrio vestido blanco junto a papá Ronnie, de puntilloso jaquet en tanto las típicas gaitas irlandesas saludaban la llegada.
“Cuando la vi a Martina me emocioné hasta las lágrimas, estaba divina. La vi feliz, creo que está perdidamente enamorada”, contó más tarde Carolina, acompañada por sus hermanas Becki y Flor, recibiendo el cariño lejano pero próximo de su hermano Iván, quien reside desde hace un tiempo en Costa Rica. No solo fue emocionante por lo que representó el sacramento sino porque fue un día especial al haberlo compartido en familia junto a sus seis hijos y nieto.
Durante la romántica ceremonia, los hermanos leyeron las rogativas para la flamante pareja. Uno de los momentos más emotivos fue cuando el párroco, al dar los consejos de rigor, enunció distintas reflexiones sobre el amor y su concepto de eternidad, además de la bendición de los anillos con el clásico “Ave María” de fondo interpretado “a capella” por el coro. Hubo beso, lágrimas y sentidos deseos que sellaron un eterno “para toda la vida”.
El colonial patio parroquial sirvió para que la pareja se estrechara en interminables abrazos con amigos; a metros, en la puerta, un reluciente Torino azul con líneas deportivas los llevó raudo instantes después hasta el Garden San Isidro, donde tuvo lugar una exclusiva fiesta para más de un millar de invitados.
Los festejos por el matrimonio entre Martu y Jero empezaron, en realidad, antes del sábado a la tarde. El civil, claro está, tuvo lugar el pasado 7 de Febrero en el Registro de Uruguay al 700, en plena Capital, donde trabajan ambos. Es que el Dr. Espinosa se desempeña como médico en el CEMIC de Barrio Norte y Martina viaja todos los días hasta la cervecería y maltería Quilmes. Además los días previos, como el mismo sábado por la mañana, los novios se reunieron en La Horqueta, casa de mamá Carolina, con un gran grupo de amigos para ocuparse ellos mismos y para no descuidar detalles del party.
En torno a estaciones de comida pródigas en exquisiteces, pinchos, appetizers y ríos de burbujeante champagne la joven pareja fue saludando a los distintos invitados y los acompañó más tarde a las mesas donde se sirvió el menú que recurrió a sabrosísimas ribs acompañadas por un bouquet de hojas verdes y regadas pro cuidados varietales.
Avanzada la noche largó la fiesta propiamente dicha. Los novios bailaron el vals y dos DJs se ocuparon de pasar la música que Jero le había sugerido mientras la barra ardía en pedidos con las mejores mezclas.
UNA PAREJA BIEN ARRIBA
La selección fue amplia y en las bandejas hubo un playlist que apeló a lo mejor de la música electrónica de esta temporada y las pasadas –donde no faltaron los clásicos de Guetta, Tiesto, Pitbull, Lady Gaga, los Agapornis, algo de groove, Adele remixada y hasta el pegadizo Danza Kuduro de Don Omar– Jero demostró ser un cultor de los pasos y aleteos de Mick Jagger y Martu lo siguió en la parada, una verdadera chica todo terreno. A punto tal que los amigos de ambos, los llevaron a pulso sobre una plataforma y los hicieron bailar bien arriba.
Ya a la madrugada se repartió el cotillón que, entre otras cosas, regaló divertidos lentes, sombreros de capitán y galeras.La fiesta terminó cerca de las cinco con las luces del nuevo día. Entonces los novios recuperaron energías y más tarde partieron de luna de miel con toda la fuerza y ganas que da el compromiso eterno. Bien por ellos!!!