Rorro Seguín, sanisidrense de toda la vida, se postula por PRO y sueña con replicar todo lo bueno de la Ciudad de Bs As
EN FAMILIA. Los Seguín en pleno. El candidato junto a los suyos, en la galeria que enfrenta al jardín de su casa en el Bajo, “su lugar en el mundo”.
26/8/13. Respaldado en la política por el ministro de Seguridad porteño Guillermo Montenegro, un vecino de La Horqueta que cree en su capacidad para el armado de buenos grupos de trabajo, este empresario de 47 años, ex alumno del Marín, amante del rugby -entrena a la M10 del SIC y que supo desempeñarse como “head coach” de las infantiles en la Zanja hasta hace poco-, encabeza la lista de concejales del PRO en San Isidro. En realidad, Rodrigo “Rorro” Seguín, como lo llaman sus amigos y todos aquellos que lo conocieron de su paso por los Tribunales de San Isidro, donde se desempeñó durante 12 años junto al recordado juez Juan Mackintach, abrazó la actividad política cuando la crisis del campo, las retenciones y la 125, lo encontró trabajando como asesor para el PRO en la Cámara de Diputados. Fue una batalla legislativa que le generó al Gobierno nacional un fuerte costo político y hasta electoral. El candidato del PRO explica que en poco más de tres semanas de campaña a puro pulmón para las PASO se logró duplicar el piso pero entiende que de algún modo ir con boleta corta complicó las cosas. “En San Isidro existe la cultura del corte de boleta, pero el PRO no estaba visto como una fuerza política alternativa. Nosotros estamos trabajando sobre eso, presentándonos en sociedad con los vecinos, escuchándolos y aportándoles la experiencia de una gestión que en la Ciudad de Buenos Aires dio resultados. Debemos transmitir también que el voto útil en lo local hace a elegir, a pensar como vecino, a poder replicar en San Isidro todo lo bueno que existe en el Gobierno de la Ciudad”. Y a renglón seguido añade:”Hay muchas cosas de San Isidro que se deben apoyar y otras que se pueden mejorar. Podemos trabajar por la ‘ciudad verde’ y ordenar el tránsito, que hoy es bastante caótico, apelando en el corredor norte a un sistema similar al Metrobus que privilegie el transporte público de calidad y mejore la circulación desde y hacia la Capital”, asegura También advierte que se puede aplicar en lo social un sistema de urbanización de villas al que se conoce como Plan Medellín, “que no sólo apuesta a hacer las casas y listo, sino que abreva en un concepto integral de urbanización territorial que mejora los niveles de educación y pertenencia“. Cree que lo hecho en la Policía Metropolitana también se podría imitar; apoya la mudanza de los Tribunales centralizando todos los juzgados que hoy alteran la vida de los distintos barrios en una única Ciudad Judicial emplazada en las cercanías del Camino del Buen Ayre. Valora lo hecho en materia de Salud, Tercera Edad y Deportes por la comuna, pero como amante del rugby y los juegos de conjunto impulsa una política deportiva que convoque a la identificación colectiva y a la promoción de lo sanisidrense. “Hay que aprovechar los talentos que tenemos y difundirlos porque el deporte forma en valores y contagia positivamente a la sociedad. Por ejemplo, un club de fútbol como el Acassuso, podría identificarnos”. resume.
Ya queda poco más de un mes para las legislativas y en el orden local aparecen encabezando las listas de concejales algunos vecinos que son verdaderos debutantes en una elección. Tal el caso de Rodrígo Seguín (47), un ex rugbier y actual entrenador del SIC, casado, padre de cuatro hijos, de profesión empresario, pero que supo desandar los pasillos de Tribunales asistiendo al recordado juez Juan Mackintach y que eligió su casa en el bajo sanisidrense, como “su lugar en el mundo” hace más de 20 años, valorando esa tranquilidad que supo encontrar en el barrio.
Martes por la tarde en Gaboto, casi esquina Primera Junta. Agustina Gómez Coll, su señora, invita a trasponer el umbral de una casa por demás vívida y acogedora. “No va a tardar mucho, está haciendo el pool de los chicos, pero el cole le queda a pocas cuadras, llega en un ratito”, dice. Y así es. A los minutos arriba Rorro Seguín distendido y con Rodrigo (10), el único varón de la camada que cursa estudios en el Colegio San Juan El Precursor. Las hermanas más chicas Trinidad (8) y Clarita (4), alumnas del Santa Inés, juegan con el inquieto caniche toy en el jardín, mientras Belén (15) con el jumper del Instituto Santa María, posa para la foto familiar y de inmediato se entrega a hacer la tarea en su cuarto.
“De este rincón de San Isidro no me mudo más”, cuenta Seguín, a quien lo atrapó como a muchos el “Mal del Sauce”, como definen los pobladores a aquellos que se aquerencian con una zona bella y por demás pintoresca que seduce por el influjo del río, el sonido de los pájaros, la calma que transmite el bosque alegre en contraposición al bullicio que se extiende barranca arriba en pleno corazón de la ciudad.
“Viví hasta los 27 años en la casa de mis padres, en Acassuso y España, pero cuando me casé con Agustina elegimos el Bajo por su tranquilidad”, confía Rodrigo, que a pesar de la cercanía con el CASI, optó desde chico por ponerse la tricolor de SIC por una sencilla razón: “Mi mamá, Susana Funes Tagle jugo al hockey en la zanja hasta mas de los 40 años. Así es que mamé mucho SIC desde pibe, mientras ella jugaba yo me divertía en la pileta y al cuidado de mi viejo -Jorge Nicolás-, conocido como “Fachenzo” Seguín, ex jugador de rugby de Atalaya”.
EL VALOR DEL RUGBY
Como a muchos, a Rorro le picó el bichito del deporte con los torneos de fútbol infantil que en el club de Boulogne ideó el legendario Rubén Fortunato Villa para atraer en los veranos a los chicos, tras el receso escolar y luego entusiasmarlos con la ovalada. “El rugby es un deporte bárbaro, noble, básicamente formativo, cuyas reglas se basan en la lealtad y el respeto por el referee y por el contrario. A los 11 empecé a jugar, pero nunca pude zafar de la D –admite- (en La Zanja hay cuatro divisionales por categoría) porque tengo un problema de artrosis en una rodilla. Nunca me destaqué demasiado. Pero si bien no era bueno, ahí aprendí a sumar amigos, descubrí los valores y la esencia que tiene el rugby. Es el único deporte de tres tiempos: dos para jugar y uno para compartir con tus compañeros y ocasionales adversarios porque ahí aprendés a disfrutar con él otro. En esos terceros tiempos, siempre estaba firme y era el alma del encuentro”, confiesa el hombre que supo ser “head coach” de las inferiores zanjeras.
La charla con el candidato se desovilla en un quincho cuyas paredes están tapizadas por fotografías de él y sus hijos, recortes, banderines y recuerdos.
Como los que afloran cuando se remonta a sus tiempos de estudiante en el Colegio Marín, bajo la dirección del Padre Manucho Montes, el mismo que lo casó, o remiten a su vocación por las leyes de la mano de Mackintach. “Cuando terminé el secundario estuve 12 años en la Justicia Penal de San Isidro, trabajé mucho tiempo junto al juez Juan Mackintach y logré llegar el cargo máximo de empleado, oficial primero. Juan me adoptó y me enseñó el metier, además me dio la posibilidad de crecer”. Sin embargo, una afección de don Jorge – que estaba al frente de un laboratorio de productos veterinarios- habría de depararle a este “sanisidrense de toda la vida” –como gusta definirse- una sorpresa: debió pedir licencia, para abocarse de lleno definitivamente a la empresa fundada por su papá.
JUZGADOS, INSEGURIDAD, MENORES Y REINCIDENCIA
Lo cierto es que su paso por la Justicia no fue en balde, le permitió conocer al dedillo esa otra ciudad que se levanta en el corazón del pueblo y que en un tiempo lo llevó a lugares tan distantes como Zárate y Campana (ahora tienen propio departamento) y otros mucho más cercanos, al oeste, como Boulogne y Villa Adelina “que también forman parte de San Isidro”, dice pícaro. “El que pensó los Tribunales no lo hizo a futuro. El impacto urbano es infernal y se da de patadas con el área de preservación que distingue al partido. En el concepto de ‘smart city’ con el que se define a las ciudades modernas, los Tribunales producen una contaminación visual importante. Desde el bajo al mirar a la barranca uno ve la Catedral y atrás la mole de cemento que es una herida arquitectónica en el entramado de la ciudad”, grafica. Seguín apoya la necesaria mudanza de todas las dependencias del departamento y los juzgados diseminados por los distintos barrios a una Ciudad Judicial fuera del ejido cosmopolita sanisidrense.
Como hombre que participó de la justicia junto a Mackintach, Rodrigo tiene ideas muy formadas sobre la llamativa utilización de menores para delinquir, las recurrentes reincidencias de aquellos que deberían purgar años y apoyándose en beneficios quedan en libertad
La seguridad, se sabe, encabeza el ranking de prioridades del vecino y si bien los municipios no tienen competencia en esta área de exclusivo resorte provincial y nacional en lo atinente a los casos federales de narcotráfico, desde hace tiempo se viene reclamando por la creación de un tercer estamento: la Policía Comunal. En el entretanto, San Isidro fue pionero, en la implementación del programa de Cuidados Comunitarios, alentando con mas y mejor tecnología el patrullaje, mejorando la capacitación de los recursos humanos y llegando con el tendido de fibra óptica a colocar casi un millar de cámaras de seguridad en los sectores más calientes del partido.
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Al referirse a la seguridad y a la posible creación de una Policía Comunal, Seguín dice que se tiene que tomar por referencia lo hecho por Montenegro en la Policía Metropolitana. “La gente está muy conforme con esa fuerza. El Instituto donde se forman los efectivos es espectacular” –argumenta– .Y al rato, da un par de tips que marcan la diferencia entre la Bonaerense y la Metropolitana. “Un agente de la Policía de la Provincia, en su año de práctica tira entre 30 y 35 tiros, el de la Metropolitana 300 – contabiliza– . Si existe un tiroteo en medio de la vía pública el agente tiene que estar preparado tanto física como psicológicamente. Además, el sueldo básico de un efectivo de la Provincia es de 3200 pesos y le dan un arma; en la Metropolitana arranca en 8.200 pesos. A su vez, luego de 3 años en el Instituto salen recibidos en Técnicos en Seguridad y si llegan a los 5, se reciben de Licenciados en Seguridad, es una carrera”, compara.
También observa que si bien unos y otros ética y moralmente cumplen la misma tarea, la contención es distinta. “En la Metropolitana se forma al policía, se le da equipamiento, ropa y una cobertura asistencial de primera. A la fuerza no se ingresa por necesidad sino por vocación”, define. “La Metropolitana es un ejemplo a imitar que podría replicarse en el corredor norte”, añade.
Hoy con no poca experiencia a cuesta y la polenta que supo demostrar en sus tiempos de rugbier, este vecino que aspira a llegar a una banca con proyectos más que interesantes que privilegien la seguridad, la justicia, el reordenamiento del tránsito, la implementación en el corredor norte de un transporte de calidad como el Metrobus – “Calidad no es tener un colectivo con aire acondicionado – razona- sino que hace a un sistema que desaliente el uso del auto, mejore el transporte público, con paradas iluminadas, cómodas, wifi que permita estar conectados, ordene y descongestione el tránsito y, fundamentalmente, apueste a una ciudad más verde, sin embotellamientos y con menos contaminación sonora”.- solo sueña con legislar para el vecino. Sin más apetencias que trabajar para la gente durante cuatro años, plantea que es posible realizar una oposición prudente, que enriquezca el debate, para lograr un San Isidro abierto a la participación ciudadana tomando lo mejor que se ha hecho en la Ciudad de Buenos Aires.