Bajo de San Isidro. Primera edición de Bocas Abiertas, UNA RECETA DE VIDA

 

21/4/13. Más allá de las rutilantes presencias de Dolli Irigoyen, Mauricio Asta, Christophe Krywonis y la locuaz Narda Lepes -madrina del evento-, la masiva asistencia de público a la primera edición de Bocas Abiertas transformó al Bajo sanisidrense en la meca en una semana espléndida, radiante y por cierto movida. Cenas temáticas, espacios para clases de cocina, cine al aire libre, shows en vivo y una singular puesta plena color y buen gusto en cada uno de las estaciones de comida sirvieron de marco para dar vida a un espacio amigable, familiar, no exento de la bohemia propia del bajo,  capaz de seducir con su fusión de objetos y sabores a los paladares más exigentes. La inauguración contó con la presencia del Intendente Gustavo Posse, quien recorrió las distintas carpas temáticas, saludando a los expositores y hasta se animó a probar las exquisiteces. ¿Las más concurridas? El “Almacén Gourmet de Ott College”, con Patricia Ott a la cabeza, “El Culebrón” con su arte, langostinos y mariscos, “Lo de Roy” que apeló a delicias bien nuestras y el mercado de frutas y comida orgánica “Sabe la Tierra”, promoviendo los cultivos locales, naturales y de pequeña escala. “El Bajo tiene una pequeña población, en la que conviven la bohemia de los artistas plásticos, los talleres náuticos, el olor a resinas de los astilleros, los restaurants junto al río, los anticuarios, el pequeño comercio; todos rasgos de una idiosincrasia muy especial, una magia capaz de convocar a familias enteras”, describió el Intendente como quien desgrana la receta de una alquimia perfecta. No por nada según confió, San Isidro con sus corredores gastronómicos de Dardo Rocha, Av. Libertador  y el del Bajo – el más joven de los circuitos- es considerado por UTHGRA – gremio que nuclea a trabajadores del turismo, hoteleros y gastronómicos del país- como el segundo polo grastronómico, lo que no es poco decir. Descubra en esta nota el detrás de escena de esta fiesta para paladares y sentidos.

 

A pocas cuadras del casco sanisidrense, emerge el Bajo con esa poética esencial de la vida que conjuga pequeñas casitas coloridas con aire bien cool, buena gastronomía, arte y diseño en un espacio pletórico de naturaleza que goza de la presencia del río como telón de fondo.

En ese lugar donde todo huele a río y que atesora no pocos destellos de creatividad (obviamente los destellos no solo resultan patrimonio exclusivo de las piedras preciosas que lucen en pulseras y gargantillas, también pueden habitar en ateliers, cave de artistas, feria de anticuarios y en las cartas o el cuidado menú de un restó donde se fusionan objetos y sabores) Narda Lepes –la madrina del evento- parece haber encontrado su lugar en el mundo entre el frenesí de la ciudad y un entorno más slow food donde puede dar rienda suelta a su pasión por la cultura gastronómica.

Calidad de alimentos locales, saludables y sustentables en un sinfín de propuestas que ofreció la primera edición de Bocas Abiertas. Esta vez desenganchada de la típica movida cultural de “Puertas Abiertas”, los emprendedores y chefs del Bajo sanisidrense con el apoyo de la Municipalidad de San Isidro idearon un atractivo circuito gastronómico que contó con charlas magistrales, conferencias, recitales y la participación de la consumada Narda.


 

“Diego García Tedesco mi amigo me contó de la propuesta y le respondí: ‘avísame que hay que hacer y voy’. Así fue. A él lo conozco desde hace 24 años. La primera vez que fui a estudiar cocina él era mi compañero”, cuenta una desenfadada y locuaz Narda Lepes que supo concurrir curso que dictaba Francis Mallmann. Y Diego le retruca: “Es que empezamos de muy chicos”, argumenta como quitándose años y sin más, su amiga define: “Siempre todo lo que esté relacionado con comida y buenos contenidos, logra mi atención. Y lo lindo de esta propuesta es advertir que todo lo que se hizo es para sumar, no es este un lugar plagado de promotoras con sombreritos y que te llenen de papelitos y nada más. La puesta es divina, muy linda, tiene la onda del lugar. A mi me gusta porque hay mamás con cochecitos, parejas, chicos jugando, es un ambiente relajado y familiar que invita a que lo recorran”, relata Narda

EN EQUIPO Y CON IDENTIDAD PROPIA. Como se dijo, García Tedesco junto a un grupo de amigos entre los que se encontraban Nacho, Facundo, Valeria, Jessica Scarpatti, entre muchos más, pergeñaron con el apoyo de María Massa y la subsecretaria de Cultura y Comunicación de la comuna, Eleonora Jaureguiberry “Bocas Abiertas” una experiencia que nació con el objetivo de fomentar la actividad de los emprendedores gastronómicos del Bajo de San Isidro y aspira a convertirse en un festival que ponga en valor la identidad del lugar.

“La idea surgió en ‘Puertas Abiertas’ (evento en el que los artistas abren al público sus talleres), cuando vimos lo que hacían los plásticos y escultores de la zona y que venía mucha gente. Entre nosotros nos llevamos bien y nos juntamos para organizar la propuesta”, añade Diego, dueño de varios locales y uno de los factotums del encuentro.

Lejos de las ollas, las cámaras de tevé y los shows, la cocinera más mediática que este lunes 22, a partir de las 18,  volverá a la pantalla de Utilísima junto a Mariano Peluffo con “Tu vida más simple”, ciclo que contará con el plus de humor de Coty Nosiglia, la notable creación de Fabio Alberti, otro vecino de Acassuso,  recorrió una por una las carpas temáticas de la muestra gastronómica que la tiene por madrina y soltó:  “Siempre que vine al Bajo, porque me convocaban mis amigos, noté que era un lugar con onda. El casco de San Isidro es más formal –precisó- pero aquí siempre habían cosas muy cool: si no eran fiestas, eran las propuestas de sus bares y restaurants

“Esta mega exposición es un estímulo muy importante para todo el Bajo”, entiende Lepes y al rato señala que los habitantes ribereños, tienen una suerte de empatía, están muy conectados. “Yo que me muevo mucho y visito distintos lugares lo que observó es que la comida suele reunir a cierto tipo de personas con un interés común. Acá hay un microclima especial –define– que trasunta en el equipo que dio vida a Bocas Abiertas. Por una razón o por otra conozco a distintos integrantes”, confía e invita a echar una mirada por la muestra. “¿Qué ves? Familias, amigos, gente, colores, comida rica, hay un mercado de productos orgánicos. Reconocidos chefs dictan clases magistrales por el placer de darlas, esto no es un negocio –aclara-. Hay gente trabajando contenta que solo quiere que pruebes lo que cada uno hace, eso le da valor a esta puesta. Y hace que en Bocas Abiertas campee el boca en boca, porque seguramente les comentarán de esta experiencia gastronómica a sus amigos y todo se replicará y probablemente vuelvan. Hay gente bien auténtica con ganas de dar y de que conozcan qué es lo que hacen y no de “vender” algo, eso se siente, se palpa y se percibe en este lugar magnífico que conjuga bosque, río y buena comida”

El Festival se dividió en dos partes. Por un lado, se desarrollaron cenas temáticas en los restaurantes del Bajo con menús especiales y, por otro, en el Centro Municipal de Exposiciones hubo más de 20 puestos o estaciones temáticas de comida armadas por los diferentes restaurantes del Bajo, un mercado de productos y productores y un salón donde se dictarán clases de cocina. También se realizaron conferencias sobre gastronomía, hubo un sector de mesas para una degustación más relajada, proyección de pelis al aire libre y shows de bandas locales. La calle Del Barco Centenera que lleva al Centro de Exposiciones, ubicado ahí nomás del río, mostró un tránsito incesante de seguidores de esta atractiva propuesta y no pocos curiosos que preguntaban por “Sabe la Tierra” o el Almacén Gourmet de Ott College.

Es que en ese rincón de Bosque Alegre se montó una singular ambientación reflejando los sabores y lugares del Bajo, creando postales y aromas característicos no solo del lugar, sino también de la cultura árabe, del sudeste asiático, mexicana, española o peruana. Hubo tapas con carne de pernil, tacos de langostinos, shot de guacamole y ceviche, pinchos de pollo, lentejones, shawarma, sopas de zapallo, brie más brotes de soja y los típicos sándwich de “bondio” (bondiola) y de lomito que hicieron las delicias de muchos. Entre los dulces no faltaron las exquisiteces preparadas por los alumnos de Ott College, brownies de chocolate blanco y dulce de leche, alfajores caserísimos con almendras, cupcakes, las creaciones con productos naturales de Simona con no poco tofu, la invitación a descubrir olores y sabores de la gente de Gallito Ciego y no faltó la venta de conservas, aceites, aceto balsámico y vinos boutique.

 

Bastaba con caminar y leer las pizarras para saber qué es lo que tenía más aceptación. “Comete una bondio que suena la matraca”, rezaba uno de los cartelitos. Al lado del circuito coquetas mesas con sombrillas invitaban a degustar un tentempié entre amigos.  Adelante en los rincones había islas con alfombras y decks que combinaban a la perfección con los cálidos muebles de madera y cemento liviano decorados con flores naturales, como una deliciosa bañera con patitas pintada a modo de gigante macetero repleta de verde. Muy cerca de ahí estaba el escenario donde se presentaron bandas locales y jam session en vivo, una pantalla que invitaba a relajar con pequeñas producciones caseras preparadas para los amantes del séptimo arte

Por el espacio dedicado a las clases de cocina pasó Dolli Irigoyen, Mauricio Asta, Christophe Krywonis, con su inconfundible acentuación francesa, Martín Lukesch, el profesor de Gastrosofía de Ott Alejandro Frango, Agustina de Alba, Hilda Caridi y la especialista en comida naturista Soledad Nardelli, entre muchos chefs más.

Durante los discursos de apertura, donde no faltó la frescura de la madrina y de Diego García Tedesco, que se animó desafiando a la bruma del río pedir que todos enciendan las pequeñas luces de las estrellitas. “Si todos prendemos una estrellita todos podemos brillar –indicó-, esa es la idea del trabajo en equipo de los que hicimos Bocas Abiertas”.

A su vez, el Intendente Gustavo Posse no perdió la oportunidad para evocar los rasgos distintivos de un pueblito como pocos donde conviven el artesano, el pequeño comerciante, los talleres náuticos con olos a resina, los objetos antiguos de los anticuarios, una rica gastronomía y fundamentalmente buenas ideas en un espacio pródigo en verde que todos los fines de semana se ve desbordado por visitantes. Posse agradeció a todos los referentes y organizadores y auguró que la fecha de Bocas Abiertas, se convierta en un clásico de la gastronomía local. “Siempre va a tener una semana”, anticipó el jefe Comunal que no perdió oportunidad para recorrer las distintas estaciones gastronómicas y charlar con sus hacedores.

El Bajo, una vez más con sus propuestas amigables y la bohemia de sus habitantes y emprendedores logró encandilar con su magia por espacio de seis días a propios y extraños  –Bocas Abiertas se desarrolló del 16 al 21-; es que ese sector con un puñado de días a pleno sol la singular presencia del río y la costa, que como se sabe tienen su imán, se convierte en un lugar grato, contenedor, capaz de cobijar un despliegue de arte, buena cocina, música e ideas, que suele sorprender al visitante a la vuelta de la esquina. Seguramente la mejor receta de vida.