En la Quinta Los Ombúes Mons. Pedro Oeyen presentó su nuevo libro.Hace a la HISTORIA Y HERENCIA DE UN PUEBLO

 

1/11/12. Recurriendo a los archivos eclesiásticos, inventarios, fuentes de autores que lo antecedieron en la investigación y al Archivo Histórico Municipal, el párroco de la Catedral sanisidrense, monseñor Pedro Oeyen cuenta, en “La Capilla y la Capellanía de San Isidro tienen historia. 1706-1906” cómo era el primitivo templo en su interior, devela el origen de muchas imágenes y altares –estos llegaron a ocupar la mitad del espacio del templo- y echa luz sobre el destino de “Los Terrenos del Santo”, esas 120 hectáreas donadas por Domingo de Acassuso, hoy ocupadas por familias sanisidrenses. Un atractivo material de lectura, con datos inéditos,  que demandó año y medio de paciente búsqueda y se tradujo en 300 páginas de una interesante obra que tuvo su disparador, en la incógnita planteada por el historiador Bernardo Lozier Almazán sobre la procedencia de la imagen de San Isidro Labrador  precisamente aquella que se transporta por las calles del pueblo todos los 15 de Mayo. En el patio colonial de la Quinta Los Ombúes, con presentación de Mariano Etchegaray, presidente del Instituto Histórico Municipal, el párroco, autor entre otras obras de “El celular de Dios”, verdadero best seller editorial recientemente traducido al portugués, develó el misterio de la imagen, habló de su nuevo trabajo y dejó picando una frase que le regaló su bisabuela: “Los pueblos que no conocen su historia viven en la eterna adolescencia; improvisando constantemente”

 

 

Los salones del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal “Dr. Horacio Beccar Varela”, comenzaron a poblarse de vecinos ávidos por conocer detalles del nuevo trabajo del párroco de la Catedral, monseñor Pedro Oeyen.

 

 

El religioso – un apasionado de la historia local que suele leer cuanto artículo sobre el tema cae en sus manos – tras año y medio de paciente recopilación de datos, acaba de editar su obra “La Capilla y la Capellanía de San Isidro TIENEN HISTORIA. 1706-1906”

 

 

El libro, editado por Graciela Sanmartino, a través de los talleres de su imprenta Ediciones Sanmartino y financiado por la Municipalidad de San isidro, se suma a la prolífica obra de Oeyen que cuenta entre otros trabajos, con la obra en 5 tomos “Creciendo en la fe con nuestro hijo”, con  más de 500.000 ejemplares vendidos, “La Catedral de San Isidro”, editada con motivo de la restauración del templo, “+”La Hermandad de las Animas en San Isidro. 1785-1869″ y el volumen que lo antecedió: “El celular de Dios”, otro éxito editorial traducido ahora al portugués.

 

 

Lo cierto es que  dentro del marco de los 40 años del Instituto Histórico Municipal, la entidad presentó en sociedad a principios de octubre la obra de Oeyen a sala llena.

En prolijo racconto, Mariano Etchegaray, presidente del Instituto, trazó una breve semblanza de la personalidad de este sacerdote descendiente de belgas pero muy enraizado en el devenir sanisidrense.

 

 

Recordó que Oeyen, de activos y lozanos 70 años, vivió de chico en Buenos Aires, pasó su adolescencia en San Andrés, para luego transcurrir su vida hasta nuestros días en San Isidro. Estudió en el Colegio Marín, donde se recibió de Bachiller e inmediatamente, respondiendo a su vocación sacerdotal, ingresó al Seminario Diocesano de San Isidro y, tras cursar en las aulas académicas de las Facultades de Teología de la UCA y del Salvador, egresó como Licenciado en Teología. Pero más allá de los detalles sobre su formación en los claustros, Etchegaray resaltó que sus obras representan un invalorable material de consulta para los sanisidrenses al tiempo que destacó que “como si todo eso fuese poco, Oeyen fue también el gran artífice de la restauración de la Catedral”, todo un símbolo ligado a la identidad del pueblo.

 

 

APRENDER DE ACIERTOS Y ERRORES. A poco de adentrarse en su disertación, el sacerdote hizo foco en su interés por la historia y deslizó: “Los romanos decían que la historia es maestra de la vida, es decir que al conocerla en detalle nos ayuda a evitar errores del pasado y a potenciar los aciertos. En el pueblo donde nació mi bisabuela, en Bélgica todos los años se representaba algún acontecimiento de la historia local que se remontaba a muchos siglos atrás y siempre en el arco de triunfo de la entrada, quedaba estampada una frase que año tras año repetían: ‘Los pueblos que no conocen su historia, viven en la eterna adolescencia; improvisando constantemente’”.

 

 

El pastor admitió entonces que es bueno no repetir yerros y resaltó lo valioso de potenciar las certezas de quienes lo antecedieron en la búsqueda. En esa inteligencia, rescató lo aportes realizados a la historia local por Lozier Almazán y contó que fruto de una consulta del historiador se planteo escribir su nuevo libro. En efecto, un día Lozier haciéndose eco de  “algo que yo puse en uno de mis libros anteriores que no era certero que la imagen de San Isidro que se transporta en la peregrinación todos los 15 de Mayo haya sido la donada por Domingo de Acassuso me visitó con unos documentos que había encontrado en el Archivo General de la Nación. Esos testimonios daban la presunción de que la imagen había sido donada por Miguel José de Riglos, antiguo párroco de San Isidro y en ese momento segunda autoridad en el Cabildo de Buenos Aires”. ¿No podrás encontrar algo en los archivos eclesiásticos?”, sugirió Lozier. Oeyen sabía de unos antiguos inventarios, también que valiosa información se había perdido con el incendio a la Curia del año 55. 

 

 

Pues bien, buceando en los archivos del Arzobispado de La Plata correspondientes a San Isidro encontró documentación que informaba que la imagen donada por Acassuso en 1765 “estaba vieja, apolillada y en desuso”.

“Lo de apolillada, era porque la imagen de la que se habla era de vestir –explicó el pastor-, es decir que debía ser arropada por los fieles y en ella sólo se veían la cara, los pies y las manos del Santo. De allí el dicho que advierte que aquellas mujeres que quedaban solteras, lo hacían ‘para vestir Santos’. La de Acassuso quedó en desuso porque se utilizaba una donada por Riglos que fue adquirida en la villa de Madrid”, precisó. “Despejada la incógnita cerramos la información: conocíamos la procedencia de la pieza, teníamos datos precisos y sabíamos quién la donó”, balbuceó el sacerdote como quien descubre un tesoro..

 

 

En un inventario realizado con tres años de posterioridad al que develaba el misterio halló mucha más información sobre la imagen de San Isidro y la de su mujer, Santa María de la Cabeza

 

 

Esos inventarios describen cómo era el templo levantado en advocación al Santo. “Con paciencia descifré el lenguaje escrito en español antiguo, supe cómo era la iglesia por dentro. Hasta el momento se conocía su descripción externa que medía 7 mts de ancho por 33 de largo, tenía un frontis más alto que el techo y la remataba una torre sobre la derecha. También que el techo era de tejas, con estructura abovedada y los muros de un grosor de entre 7 y 10 mts. de ancho. Pero el material encontrado permitió dilucidar cómo eran los ornamentos, los altares, las figuras”, detalló el párroco

 

 

La modesta capilla, levantada con ladrillo y cal, tenía pisos de ladrillo – “que debía ser reemplazado periódicamente porque se deterioraba con el tránsito de feligreses”, apunta Oeyen- prontamente resultó inadecuada por sus dimensiones y por distintas muestras de fe. “A fines del siglo XIX había 11 altares dentro del templo que quitaban la mitad del espacio disponible para la gente, lo cual  fue una de las razones que motivaron a su posterior demolición para levantar un nuevo templo más espacioso”, indicó Oeyen.

 

 

En el libro el autor también ha reunido nuevos datos que se complementan con anteriores estudios sobre la fundación de la Capellanía  los distintos capellanes y la vigencia de esa institución, que en principio debía impartir 20 misas y una cantada por año. Pero otro de los valiosos aportes del nuevo material de Oeyen radica en toda la documentación relacionada con los Terrenos del Santo, esas 120 has que Acassuso donó para la Capilla y que actualmente están ocupadas por vecinos. “Esos datos surgieron del Archivo Municipal” –confesó el autor y al rato explicó que tanto Lozier Almazán, como la actual directora del Archivo y Museo Histórico, Marcela Fugardo le allanaron todos los caminos para acceder a la documentación. “He tenido acceso a las actas municipales del siglo XIX y del XX lo que me aportó documentación muy interesante”, detalló.

 

 

Sabiendo que la historia se funda en hechos fidedignos, Oeyen realizó sus estudios con rigurosidad y trató de evitar todo aquello de tinte legendario, “aunque a veces he debido citarlos porque un pantallazo general así lo requiere”

Huelga decir que el trabajo de este escudriñador del pasado, es un material de suma utilidad para todos estudiosos, alumnos y vecinos que profesan un profundo cariño por el pago chico, toda vez que los aportes realizados sobre el primigenio templo, objetos y reliquias hacen al patrimonio religioso cultural de la sociedad sanisidrense por lo que es más que recomendable encontrarle un lugar de privilegio en toda biblioteca que rescate las mejores simientes del acervo local.

 

 

 

El libro “La Capilla y la Capellanía de San Isidro TIENEN HISTORIA. 1706-1906” tiene un valor de 80 pesos y se puede adquirir en la parroquia de la Catedral o bien en la Quinta Los Ombúes, Beccar Varela 774, en el casco histórico. Horacio: Lunes a viernes de 10:00 a 18:00. Consultas: 4575-4038 (int. 34)