Juan Alberto Badía en el recuerdo: “Lo más trascendente de mi vida es sentir como lo mío continúa en otros”

 

2/7/12. Así lo expresó este notable profesional del micrófono, hábil entrevistador, humano, querible, dueño de un estilo donde predominaron la música y la palabra en el tiempo justo, durante una entrevista de verano concedida al decano del periodismo zonal, el recordado Semanario Costa Norte. En un alto en su Estudio Playa –tal el nombre de su emisora en la playa verde- Badía contó que había elegido la Zona Norte porque sus calles le hacían recordar a su Ramos Mejía natal; “porque quería criar a mis hijos con espacio verde; porque era cercano a la Panamericana, porque iba a construir ahí el futuro de mis hijos. Ramos es mi barrio y Martínez, el de mi familia”, soltaba con afecto. En esa charla que tuvo lugar a mediados de os 90 a poco que dejara Imagen de Radio, Juan Alberto habló de sus pasiones: la radio, River y el raiting. Una pregunta marcó el punto de inflexión de la entrevista y reflejó sus preferencias; Juan, ¿importa el raiting o el éxito en la vida?. Lo único que vale es la vida misma, el resto es superficial, momentáneo. Además, como decía Discépolo: Yo sé lo que es tenerlo; sé que es tener suceso. Pero la relación con la gente vale más. Nosotros tenemos una profesión privilegiada, la suerte de vincularnos con el público, pero debemos hacerlo desde nosotros. Si esto nos lleva al éxito, bárbaro, maravilloso. Es lo ideal pero sacrificar el vínculo, modificarlo o trampearlo para alcanzar el éxito eso tiene patas cortas. Hay quienes siendo como somos, tenemos la dicha de que nos escuchen y sigan nuestro trabajo. A mí me han acompañado mucho, así que más que agradecido”, deslizaba el descubridor de Marcelo Tinelli y de tantos otros.  En ese rico diálogo con Cecilia Draghi, Badía explicaba que le daba espacio en su programa a los jóvenes porque “nuestra sociedad no siempre da oportunidad a la gente” y en tren de confesiones tiraba: “lo más trascendente de mi vida es sentir como lo mío continúa en otros y que tuve algo que ver, aunque sea abriéndoles la puerta un cachito para que puedan asomar”. “Podrán decir que soy un soñador pero no soy el único”, solía decir el mítico conductor y periodista cuando cerraba su programa Imagen de Radio. Gracias a la impronta de este ser humano con luz propia no pocos descubrieron que con magia en el decir, un micrófono y el buen uso de los silencios, todavía es posible soñar.

 

 

 

“Cuando me enteré que tenía un tumor me encerré en mi casa y me puse a llorar mientras me preguntaba por qué a mí. La bronca me duró unas horas. Pensé mucho, miré una foto de mi esposa Mariana y de mis tres hijos –Natalia, Juan Agustín, y Bárbara– y me di cuenta de lo dichoso que soy por la familia que tengo. Ahí cambié el enfoque del problema y me dije ¿por qué no a mí? Y encaré esta enfermedad de otra manera”, decía Juan Ramón Alberto Badía en Mayo de 2011.

 

En numerosas entrevistas, Beto relataba que el importante tamaño del tumor que tenía en el mediastino en un principio lo desanimó, planteándole el recurrente interrogante de “¿por qué a mí?” pero que un segundo diagnóstico, mucho más alentador, dando cuenta de la ostensible disminución de las proporciones del cáncer lo alentó a pelear, sometiéndose a sesiones de quimio y radioterapia y demás tratamientos. Lo cierto es que en todo ese proceso Badía estuvo acompañado por el afecto de los suyos; Mariana, su mujer en los últimos once años, fue quien lo ayudó a sobrellevar del mejor modo su enfermedad. Ella colaboró en el armado de un estudio de radio en una de las habitaciones de su casa ubicada en un barrio cerrado, del vecino partido de Pilar. Es que en su lenta recuperación, Juan Alberto apeló a la red con su “JAB RADIO” para mantener el contacto con sus fieles oyentes.

 

Fue Mariana quien estuvo al lado del conductor hasta ese último día: el viernes 29, cuando a las 0.15 – tal como lo reflejó este medio- el creador de Imagen de Radio  y Badía & Cía, entre otros tantos éxitos, fallecía a los 64 años en una sala del Hospital Austral de Pilar escuchando a los Beatles y rodeado de sus seres queridos: la madre de sus hijos y esposa por treinta años, Liliana, sus hermanos Marisa y Carlos, sus tres hijos, Marcelo Tinelli, Graciela Borges, y por supuesto, Mariana.

 

Durante 2011, el conductor había sido operado con éxito de un cáncer de mediastino por el que enfrentó un largo tratamiento gracias al cual, según había asegurado en una entrevista, la enfermedad estaba bajo control. Pero, en los últimos días, una neumonía empezó a molestarlo y concurrió al Austral. Allí estuvo internado, acompañado por su familia, que no se separó de él ni un instante.

 

 

Los Badía siempre fueron muy unidos, todos los veranos montaban en Pinamar, Estudio Playa, una propuesta radial que era la mezcla exacta de trabajo y vacaciones en esas cálidas arenas. En los comienzos su hija Natalia atendía el teléfono y hacia las veces de secretaria, Juan Agustín producía el móvil y Bárbara hacía las veces de asistente del musicalizador. El conductor y locutor, que por años vivió con los suyos en el barrio de Martínez, muy cerquita de la Panamericana, elegía la tranquilidad de la playa verde argentina para cargar las pilas y encarar el año de la mejor manera posible.

 

En una oportunidad, a mediados de los 90, Beto accedió de buen grado a una entrevista con el decano del periodismo zonal, el recordado Semanario Costa Norte, que también durante el período estival solía trasladar su redacción hasta esas playas.

 

En ese diálogo franco, revelador de sus preferencias, Badía -que pasaba sus vacaciones en una casa bautizada “Imagine”, como el clásico de Lennon- ,  confesaba los motivos que lo llevaron a radicarse con los suyos en la Zona Norte. “Desde que nació Bárbara elegí mudarme a Martínez por varias razones. Porque había calles de tierra como en mi Ramos Mejía natal; porque quería criar a mis hijos con espacio verde; porque económicamente un terreno en esa zona era un lugar que podía acceder, porque era cercano a la Panamericana, porque iba a construir ahí el futuro de mis hijos.  Ramos es mi barrio y Martínez, el de mi familia”, definía este hombre que marcó un antes y un después en la radiodifusión argentina y que en televisión empezó junto a otro grande de la pantalla en programas ómnibus como Nicolás “Pipo” Mancera.

 

Badía, sin duda, influenció a generaciones de conductores de radio y televisión, pero a la hora de definirse el “Cabezón” Badía -como cariñosamente bautizaron a este fana de River sus pares-, no dudaba en soltar: “La radio para mí es más fácil, me sale más natural, con poca cosa logro los climas que me propongo. Pero –fundamentalmente- es el medio que me permitió crear, imaginar, viajar con el pensamiento, motivar al oyente a compartir el lenguaje y la magia de la radio, una fórmula compuesta por la palabra, la música y los sonidos. En la telé dependo de muchas cosas y de mi propia timidez”, deslizaba este tipo humano, querible al cien por cien, dueño de un talento singular con el cual lograba contagiar sus sensaciones y daba rienda suelta a su pasión por los cuatro de Liverpool a través de la “Beatlemanía”.

Ante Costa Norte Beto contaba que se sentía feliz con el micrófono. “Espero que me dejen hablar por mucho tiempo”, decía y a la hora de elegir entre el raiting o el éxito no dudaba: “Lo único que vale es la vida misma, el resto es superficial, momentáneo. Además, como decía Discépolo: Yo sé lo que es tenerlo; sé que es tener suceso. Pero la relación con la gente vale más. Nosotros tenemos una profesión privilegiada, la suerte de vincularnos con el público pero debemos hacerlo desde nosotros. Si esto nos lleva al éxito, bárbaro, maravilloso. Es lo ideal pero sacrificar el vínculo, modificarlo o trampearlo para alcanzar el éxito eso tiene patas cortas. Hay quienes siendo como somos, tenemos la dicha de que nos escuchen y sigan nuestro trabajo. A mí me han acompañado mucho, así que más que agradecido”.

 

Si bien confesaba que aún no había logrado entender al raiting, explicaba que a lo largo de su trayectoria la cuestión pasaba por aprender a rebuscárselas. “Si el programa no es para horario central, recurrir a uno marginal. Si este no es el producto para tener la radio más escuchada, tener una radio. Lo fundamental es poder comunicarte y hacer lo tuyo –aconsejaba- Porque yo me pregunto: no sé cuántos me siguen, pero los que lo hacen, deben tener un lugar donde escucharme y esto es lo que procuro”.

 

 Apelando a esa lógica, este creador nato le dio vida a su JAB RADIO” en los últimos tiempos de su vida entablando el puente con sus oyentes vía internet, manteniendo el vínculo latente y en televisión por una propuesta de su amigo el productor Claudio Villarruel desembarco en la señal 360 TV, donde condujo un ciclo de entrevistas por las que pasaron grandes como Charly García y Marcelo Tinelli, pero además Badía recibió el reconocimiento de la Legislatura porteña y un lauro a la trayectoria durante la entrega de los últimos Martín Fierro

“Hay algo que quiero decirles a los que comienzan esta vida. La trayectoria es un tramo a tramo, hay que remar muchas veces contra la corriente y aceptar el viento de cola, que nos impulsa”, señaló emocionado al recibir el premio Martin Fierro a la trayectoria otorgado en Mayo de este año.

Supo entrevistar a las personalidades más importantes del mundo de la canción, las letras y el espectáculo, y desde su voz clara y transparente transmitió siempre una magia que fue destacada por todos sus colegas.  Sin lugar a dudas uno de sus máximos logros en la televisión  fue el recordado magazine “Badía & Compañía” que se emitió los sábados a la tarde por Canal 13 (aunque se había iniciado en el  9), en la década del  80.  En ese programa tuvo como integrante de su staff a un joven  Marcelo Tinelli, por entonces periodista deportivo, y quien tomó a “Beto” como su padrino en el ambiente de la televisión. Y allí donde Tinelli conoció a su primera mujer, la sanisidrense Soledad Aquino, mamá de Candelaria y Micaela.

 

 

RECUEDOS DEL QUINTO BEATLE

 

Badía fue para muchos una suerte de quinto Beatle, un verdadero representante en Argentina del querido grupo de Liverpool. Es que desde sus programas, cualquiera fuera el formato elegido, siempre supo impulsar la música de “The Beatles”, e incluso logró conocer personalmente a George Harrison y Paul McCartney, y muchas generaciones de oyentes empezaron a oír los primeros acordes de “Let it be” o “Yesterday” de su mano en la recordada “Beatlemanía”, que propalaba pasadas las 0 horas desde Imagínate Flecha Juventud por Del Plata.  Y durante esa entrevista pinamarense hubo tiempo también para interrogarlo sobre un encuentro que lo marcó sobremanera, su reportaje a Paul McCartney

 

-¿No te sentís un poco el representante de los Beatles en Argentina?

 – Existen muchos, pero digamos que soy públicamente uno de los más notables. Cuando llegó Paul muchísima gente iba a saludarme, a ver qué pensaba, cómo me sentía, qué me pasaba. Fue maravilloso. Me llevé la impresión tal como me lo imaginé. Seductor, un tipo que no se permite quedar mal, siempre tratando de halagarte. Es de Los Beatles la imagen más seductora que han tenido hacia el mundo y lo sigue siendo.

 

– ¿Qué sintió McCartney en su paso por acá?

 .- La curiosidad de que en un país tan lejano, que nunca había pisado, tuviese tantísima corriente emocional con la gente. Hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero –desgranó- El sábado a la noche después de interpretar su último tema se iba directamente a su casa. Antes de que encendiesen las luces del estadio ya estaba en su limousina. Arriba del puente que hay junto a la cancha de River el chofer le dice: “Están cantando ‘Hey Jude’”, entonces Paul hizo bajar los vidrios y se quedó agarrado de la mano de Lynda, llorando. Esa emoción sirvió para que al día siguiente se quedase cantando con la gente.

 

ABRIR PUERTAS Y NO CREÉRSELA

Otro tramo saliente del reportaje pivoteó sobre esa especie de mecenazgo que supo realizar para promover a los nuevos talentos. Juan Alberto fue ciertamente un abridor de puertas, un generoso incentivador de las nuevas olas, como dice la canción de Charly, sin darse cuenta que tal como marca esa letra él ya era parte del mar. “A mí personalmente me dieron muchas oportunidades. Sin ellas, nadie puede mostrarse. Creo que nuestra sociedad no siempre da oportunidad a la gente porque no puede o no quiere correr riesgos y se quedan con lo que ya está conocido”.

 

– Juan Alberto ¿qué sentís cuando ves a tus apadrinados triunfar

– Me pongo feliz. Lo más trascendente de mi vida es sentir como lo mío continúa en otros y que tuve algo que ver, aunque sea abriéndoles la puerta un cachito para que puedan asomar.

 

-En una oportunidad comentaste que en un principio a Marcelo Tinelli lo obligabas a estar delante de la cámara porque le rehuía ¿Hubo otros ahijados que salieron de tus programas?

– Muchos, pero no me gusta recordar. Ya ellos lo mencionan todo el tiempo.

 

– ¿Cuál es el mayor enemigo de esta profesión?

 – Perder la dimensión de quien sos, un ser humano imperfecto, lleno de dificultades. El creérsela es lo peor que te puede pasar.

Sin duda se fue un maestro en toda la extensión de la palabra, un difusor de nuestra cultura, un hombre que puso el alma y el corazón en cada una de las cosas que emprendió; enamorado eterno de la radio, novio casual de la televisión, un apasionado de la vida; descubridor de talentos por extrema generosidad, que tuvo siempre la palabra justa en el momento indicado. “Ese amigo del alma”, como definía el ciclo de Lito Vitale partió hacia la eternidad con el cariño de la gente, el respeto de cientos de artistas populares y colegas, viendo a su River, como el quería ascendido y con la seguridad de saber que como soñador, ya no es el único, porque al trascender en los otros su prédica logró vencer el paso tiempo.