A 10 AÑOS DEL 11-S la sanisidrense Inés Grehan recordó a su hijo Pedro, muerto en el atentado y dijo no olvidarse de Bush: “Era amigo de la familia Bin Laden”

11/9/11. La tragedia por el atentado a las Torres Gemelas sin duda ha dejado cicatrices que aún no cierran y un estupor y dolor difícil de describir con palabras que ha marcado a todos. Claro que algunos los tocó mucho más de cerca, tal el caso de la familia Grehan. Pedro, de 35 años, fue uno de los cuatro argentinos que perdió la vida en ese terrible atentado difícil de olvidar. Su madre, Inés Oteiza en una entrevista al matutino dominical Perfil contó cómo vivió esa pesadilla que le robó un hijo pleno de vida y que dejó a tres chicos, hoy adolescentes, sin papá. Con sus lúcidos 75 años, la mujer –que perdió a su marido Patricio, tres años después–  recordó a Pedro y habló de las lágrimas que derramó cuando Barack Obama anunció que habían asesinado a Osama Bin Laden. En su relato Inés no se olvida de George W. Bush. “Lo odié y lo sigo odiando hasta el día de hoy –confió dolida-. Era amigo de la familia Bin Laden. Los subió en un avión para sacarlos de los Estados Unidos, a pocas horas de los atentados. El tema era armar la guerra. El ataque fue un nuevo Pearl Harbor”, desgrana la madre que no olvida ni perdona el asesinato de su hijo.

 

 

 

Mario Santoro, Gabriela Waisman, Pedro Grehan, y Sergio Villanueva perdieron la vida en el ataque a las Torres Gemelas. A diez años, sus familiares evocaron ante el matutino Perfil cómo vivieron esa mañana fatídica. Santoro, paramédico y Villanueva, bombero, murieron rescatando víctimas. Waisman visitaba a una compañera que comenzaba a trabajar en el WTC, donde Grehan tenía una oficina y según creen Pedro –como muchos- se habría arrojado al vacío tratando de salvarse ante el inminente derrumbe.

 

“No sabemos nada de mi cuñado Pedro” – confesaba a horas de producido el atentado Mercedes “Meye” Blacksley Señorans ante el Semanario Costa Norte y añadía: “Un amigo de él logró comunicarse luego del impacto del avión, y le dijo que debían cortar porque estaban procediendo a la evacuación del edificio. Tenemos la esperanza de que haya sido evacuado”, soltaba esperanzada.

 

Los días revelarían que Pedro era una de las tantísimas víctimas de ese irracional ataque. El sanisidrense trabajaba en el piso 104 de la Torre Norte para la empresa de Bolsa, Cantor Fitzgerald. “El debía entrar muy temprano por el tema del horario de las rondas bursátiles en otros lugares del mundo”, añadía su suegra.

 

Su oficina estaba unos pisos por arriba del primer impacto que convirtió a ese edificio del World Trade Center en una trampa mortal. Pedro fue una de las tantas personas que saltó cuando el edificio estaba en llamas. Según una estadística publicada por el Usa Today días después de los atentados, alrededor del veinte por ciento de las víctimas murieron tras saltar al vacío.

 

“Tengo una foto de Pedro en una revista, subido a la ventana desde la que se tiró. Lo reconozco porque es mi hijo”, le dice la mamá, Inés Oteiza de Greham al periodista Leandro Darío de Perfil.

 

 

“Durante dos años fui a reuniones de madres en duelo, que me ayudaron un montón. Mis hijos hicieron lo que pudieron en la vida, sufrieron todos mucho. Uno de ellos, que vive en México, irá para el homenaje. Yo iba a pedir ayuda para viajar. Pero decidí quedarme a llorar en casa”, completa la mujer.

 

Inés tiene 75 años, a los tres años de peder a Pedro, falleció su marido Patricio, recuerda que junto a él estaba viendo televisión en su casa de San Isidro cuando se enteraron del atentado. Sacudidos, confundidos, impotentes, acongojados por lo abominable de las imágenes trataron de saber de Pedro en aquel martes ganado por el horror. Pero con el correr de los días, supieron que él fue una de las tantas víctimas en el derrumbe de la torre de 400 metros de alto de hormigón armado y vidrio, edificio símbolo de Estados Unidos.

 

 

Recuerdo cuando fuimos a Nueva York con mi marido al mes de la tragedia, recuerdo el humo que salía del Ground Zero, las máquinas sacando los escombros”, memora la mujer al tiempo que describe a Pedro como un ser positivo, divertido, emprendedor, lleno de vida.

 

“Siempre luchaba, era muy trabajador y parecido a su papá”, evoca con emoción Inés. Pedro dejó una esposa, Victoria Blaksley Señorans y tres hijos, Camila, hoy adolescentes de 19 años, Patricio, de 17 y Camila, de 15.

 

 

Desde San Isidro, Inés recuerda las lágrimas que derramó cuando Barack Obama anunció que habían asesinado a Osama Bin Laden. Pero no se olvida de George W. Bush. “Lo odié y lo sigo odiando hasta el día de hoy. Era amigo de la familia Bin Laden. Los subió en un avión para sacarlos de los Estados Unidos, a pocas horas de los atentados. El tema era armar la guerra. El ataque fue un nuevo Pearl Harbor”, dispara la madre de Pedro, que no olvida ni perdona el asesinato de su hijo.

 

Fuente: Perfil.com/CONtinta NORTE