SAN ISIDRO siempre SAN ISIDRO. Conmovedora procesión y festejos al Santo labriego del hombre común
16/5/11. “Pocas veces dije que la Catedral nos quedó chica”, confiaba monseñor Pedro Oeyen desde el atrio casi al finalizar la santa misa. Las distintas naves del templo lucían repletas, no cabía un alfiler. Afuera en la plaza despuntaban los festejos. Se celebraban las fiestas patronales, era el último oficio religioso de Monseñor Miguel Ángel D’Annibale, formado en San Isidro recientemente nombrado obispo que partía a cumplir funciones como auxiliar de la Diócesis de Río Gallegos y se conmemoraba –además- la Jornada Mundial por las Vocaciones Sacerdotales. En su homilía el Obispo, monseñor Jorge Casaretto, recordó que “San Isidro fue un Santo que se asemejaba a cualquier persona del pueblo de Dios”, bastante parecido al hombre común. “San Isidro fue un buen esposo, un buen padre y un buen trabajador. Vivió intensamente esa vida común, pero centrada en Dios”. Observó que fue el “santo de la vida familiar”. El pastor habló de “la necesidad de recuperar la cultura del trabajo y de fortalecer a la familia” pues advirtió que hoy “muchos jóvenes ven afectada su dignidad porque están alterados por las adicciones”. Y dedicó un párrafo muy especial para alertar sobre “los empresarios del juego que siempre miran a San Isidro como una posibilidad de instalarse” rescatando que “desde Iglesia y desde el Municipio le tenemos que poner una barrera muy fuerte a todo aquellos que quieren vulnerar nuestra dignidad”.”Hay que defenderse con uñas y dientes para que el juego en la Diócesis no se siga multiplicando”, soltó Casaretto ante CONtinta NORTE recordando que ya existen algunas casas dentro de su ejido que es mucho más grande que San Isidro e involucra a los cuatro partidos de la zona norte. “El juego hace mal a todo el mundo, pero a quienes más perjudica es a los pobres”, explicó. El Intendente Gustavo Posse reiteró su oposición a la instalación de slots (máquinas tragamonedas) en el Hipódromo por la adicción que estas generan. “Se ha comprobado que estimulan el juego compulsivo y que muchos trabajadores pierden buena parte de su salario y lo dejan allí”. Luego recordó ante micrófonos y grabadores cómo era esta fiesta popular antaño: el magnetismo que tenían los fuegos artificiales, el brillo de la kermese con las rifas del chancho vivo y la presentación de consumados artistas que eran vecinos del pago, como el Colorado Roberto Rufino. “Venían artistas muy importantes. Recuerdo que era muy chiquito y lo había visto a Rufino, cantor y compositor de tango, vecino de Martínez, jamás lo olvidaré”, reseñó