El Municipio rechazó construcción de estadio en el Jockey. LA ARENA NO CORRE. Posse: “Hubo serias deficiencias en la difusión del proyecto”
8/5/11. Si bien la Intendencia valora como “estratégica” la tarea que cumple el Jockey Club en la zona – “Es un buen vecino, son propietarios de 350 ha, de los cuales el 90 % forman parte de un macizo verde que sirve de pulmón para varios barrios como Martínez, Acassuso, Lomas de Martínez, Lomas de San Isidro, De las Carreras”, detalló el Intendente Gustavo Posse al tiempo que indicó la importancia de las fuentes de trabajo que se genera en derredor de la noble actividad ecuestre- la “falta de claridad” en la presentación de la propuesta al que calificaron como “megaestadio”, la “intranquilidad que despertó en los vecinos” y analizando el estudio de impacto ambiental decidió no otorgar las autorizaciones respectivas, considerando el emprendimiento como “inviable”.
“Esto fue presentado como un megaestadio. Lo cual generó una alarma tremenda entre los vecinos que no tenía solución”, confió el Intendente Gustavo Posse a poco de ser abordado por la prensa explicando las razones del rechazo explicitado por el decreto N° 943/2011, que echó por tierra la solicitud de aprobación del proyecto que apuntaba a construir un estadio para 15.000 personas, estacionamiento y un sector comercial en un predio que pertenece al Jockey Club Argentino y que apuntaba a satisfacer la necesidad de un ámbito cerrado para espectáculos del cual el municipio carece.
CUANDO FALLA LA COMUNICACIÓN
“Faltó un buen diálogo y comunicación con los vecinos. El Jockey Club que era el presentante debería haber informado todas las virtudes, mejoradoras a los vecinos para convencerlos, nosotros somos árbitros y los que decidimos al final del expediente si se aprueba o no”, explicó.
Los memoriosos recordarán que en Junio del año pasado bajo el título ¿Megaestadio VIP para San Isidro? CONtinta NORTE se hacía eco de un proyecto difundido a modo de primicia por el dominical “Perfil” en el que el arquitecto uruguayo Carlos Ott, en sociedad con el empresario local Jorge “Corcho” Rodríguez ventilaban detalles de un megaemprendimiento que contempla un estadio cerrado con capacidad para 15 mil personas, un ballroom de 3000 m2 que albergaría a unas 2 mil almas, estacionamiento en 5 niveles y locales comerciales (ver edición Junio 2010 o http://contintanorte.com.ar/?p=12610).
Allí se explicaba que sus usos serían multipropósito: para espectáculos deportivos, musicales y culturales pero se hacía especial hincapié en que la iniciativa aguardaba la aprobación del Municipio.
“Es terrible, ojalá no llegue a estar ni cerca de concretarse. El impacto a nivel visual ya es siniestro, ni hablar del impacto que tendría en la vida de los vecinos de San Isidro”, opinaba la vecina Valeria Says. Luego algún suplemento de arquitectura de cierto medio local de alcance nacional (si ciertamente muy loco ¿no?) intentó fogonear el proyecto difundiendo sus virtudes, pero la idea no cuajó, hubo una laguna, avanzó la preocupación vecinal, con angustias e incertidumbres debido, entre otras cuestiones a los problemas de tránsito y al impacto en una zona densamente poblada; hasta se llegaron a formar cadenas en las redes sociales con la finalidad de objetar el proyecto.
“En democracia todas las autoridades deben hacer lo que hicimos, abrir el estudio de impacto ambiental”, suelta el jefe comunal y a renglón seguido cuenta que se cumplieron a pie juntillas todos los pasos. “Nosotros no nos cerramos a las alternativas –advirtió-. Esto podía tener una posibilidad, pero resultaba imperioso que se expresara la comunidad y dilucidar cuál era el espacio ambiental”
La Intendencia dispuso pues – previo a la intervención de sus organismos técnicos para evaluar la factibilidad de la obra -, que el estudio de impacto ambiental realizado por la firma TecnoMak S.A. presentado el 22 de Febrero, debía ponerse a disposición de interesados y vecinos que lo requiriesen.
Más adelante “el 18 de Marzo pasado se abrió un plazo de 30 días hábiles para la consulta del estudio de impacto ambiental” en cuestión. Hubo una amplia difusión por medios masivos de comunicación de esta instancia y se informó idéntica circunstancia al Colegio de Ingenieros –Delegación Vicente López- y al Colegio de Arquitectos –Delegación San Isidro-. A demás, se efectuó una comunicación mediante reparto domiciliario a los vecinos.
Las principales angustias esgrimidas por los vecinos estaban relacionadas con la pérdida de calidad de vida y el impacto que “el megaestadio”, tal como lo bautizaron muchos originaría en sus barrios.
En el entretanto, el presidente del Jockey Club, Bruno Quintana, explicaba que la obra era indispensable para que cierre la ecuación económica de la entidad, afectada por la merma en la actividad hípica. (En un matutino se explica que a raíz del rechazo la entidad atraviesa una suerte de cisma que hasta habría motivado la suspensión de la última asamblea, donde no faltaron silbidos y la especulación de que existan listas opositoras a la actual conducción en las próximas elecciones).
EL JOCKEY CLUB, UN VECINO ESTRATÉGICO
El intendente calificó a Quintana como un “muy buen presidente” y destacó que el Jockey es para San Isidro “un vecino estratégico” ya que los 3.500.000 de m2 de su propiedad en un 90 % forman parte de un macizo verde que sirve de pulmón para varios barrios como Martínez, Acassuso, Lomas de Martínez, Lomas de San Isidro, De las Carreras pero recordó las gestiones realizadas en tiempos del Gobernador Solá para que se aplicara una ley de reparación en aquellos circos hípicos que carecían de tragamonedas.
“Este municipio desde que comenzaron a cerrarse los hipódromos a principios de los 2000, se preocupó en buscar fuentes de financiación, nuevos ingresos –evocó- Conseguimos una ley en los tiempos del Gobernador Solá que fue la del fondo de reparación por lo cual determinados hipódromos reciben una compensación a cambio de que no existiesen esas máquinas. De este modo se evitaba entrar en una competencia muy desigual con los slots del Hipódromo palermitano”, reveló
“El de San Isidro este ultimo mes recibió 9 millones y medio de pesos para su sostenimiento –contabilizó- , más lo que ellos recaudan aparte por las reuniones hípicas. Otro tanto sucede con el de La Plata que percibe igual suma y los circos de Azul y Tandil, al ser más chicos, también acceden a fondos pero de menor cuantía por su tamaño”.
Posse no desatendió la importancia de la actividad ecuestre, que da trabajo a no pocos profesionales del turf, criadores, cuidadores, variadores, gente que se ocupa del mantenimiento de las pistas y un sin fin de tareas tan ligadas al desarrollo de San Isidro “Hace 80 años muchos barrios se gestaron en derredor del Hipódromo –enfatizó– y seguiremos trabajando por su permanencia como fuente de trabajo. Esa villa hípica es estratégica. Ese fondo de reparación nos enorgullece y en ese camino seguiremos”. Si bien la “Arena” no corre, las autoridades de San Isidro son concientes de la carencia de un ámbito donde realizar espectáculos bajo techo, sin lidiar con los repentinos cambios climáticos.
“Otro proyecto puede ser, pero este concluyó ya está rechazado”, deslizó el Intendente. Tal vez porque nació grandilocuente, con información confusa, contradictoria que se ventiló primero en ciertos medios antes de tomar el debido contacto con el vecino. Al fin de cuentas, las normas mínimas de buena vecindad hablan del respeto por el de al lado y la defensa de los intereses comunes, esos que están íntimamente ligados con la idiosincrasia de una comunidad. Es al próximo, al local, a quien se debe seducir con la propuesta antes de importar soluciones foráneas – “’la arena’, concepto desconocido en el país replica al estilo de las de Santiago de Chile (Movistar) o de Miami (American Airlines)”, sugerían desde algún artículo- y tratar de imbricarlas en una sociedad sin tener en cuenta su repercusión. “Este Municipio ha sostenido en todo momento que su prioridad es el bienestar de todos los sanisidrenses, dentro del respeto a las normas y sobre la base de la búsqueda de consenso y armonía”, dice Posse y pone como ejemplo tantos esqueletos de obras inconclusas que hoy se ven en otros municipios o lo que ocurrió con las obras en la Sociedad Rural Argentina por no haber considerado en su momento el impacto ambiental.