Fiestas Patronales San Isidro Labrador. Homilía del Obispo, mons. Jorge Casaretto: “Los Santos, memoria viva en la Iglesia”

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17/05/10. El sábado último el pastor de la Diócesis concelebró una misa con su coadjutor y pronunció un meduloso mensaje en su homilía dedicada al Santo Labriego. A continuación, la palabra viva del Obispo.

 

 

“Nos alegramos todos de volver a celebrar a San Isidro Labrador.

 

“Este año nos acompaña nuestro obispo coadjutor, Mons. Oscar Ojea. Por primera vez celebramos juntos San Isidro Labrador. Bienvenido en este sentido.

 

“Agradezco la presencia de los sacerdotes, del párroco que siempre se preocupa tanto por la catedral y por esta fiesta y por supuesto la presencia del intendente, de las autoridades.

 

“San Isidro es una fiesta cívico-religiosa. Gracias a Dios este pueblo, hace tanto tiempo, nació bajo la advocación de San Isidro. Hoy al mediodía comentábamos con los sacerdotes que en el año del Bicentenario, San Isidro es más antigua, y llevamos los 280 años de San Isidro, mucho más que la emancipación argentina.

 

“Los santos son la memoria viva en la iglesia. Y en este tiempo, en que se habla mucho de la memoria, es bueno recordar que la iglesia vive de una memoria fundamental, la memoria de Jesús que celebra su Pasión, su Muerte y su Resurrección con los discípulos en la Eucaristía. La iglesia va siempre a ese origen, hace memoria porque en esa Eucaristía primera y en esa Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús está presente todo el amor de Dios. Por eso nosotros cuando hacemos memoria nos vamos a encontrar con esa fuente del amor y entramos en la memoria desde el amor, porque los discípulos de Jesús, por la gracia de Dios y por su fuerza, podemos permanecer en el amor por el espíritu, tratamos de amarlo a Dios y a nuestros hermanos, amar a Dios por sobre todas las cosas, amar a los demás como nos amamos a nosotros y nunca nos tenemos que eximir de este mandamiento, por eso cuando hacemos memoria entramos en la historia personal, en la historia de la iglesia, en la historia de la humanidad y en la historia de nuestro pueblo desde la caridad. La iglesia no nos invita por ejemplo a hacer memoria de la Pasión del Señor para llenarnos de rencor contra Pilato o contra Herodes. Más bien cuando hacemos memoria de esos momentos y vemos a todas esas personas que crucificaron a Jesús, nos nace en el corazón decir “perdónalos porque no saben lo que hacen”, eso es lo que nos enseñó Jesús. Por eso en nuestra memoria personal, por supuesto que como somos limitados, aparecerá el pecado, pero nunca Jesús nos va a invitar a decir “miren nada más que el pecado de ustedes”, por el contrario, cuando encontramos esas debilidades imploramos el perdón de Dios, imploramos el don del arrepentimiento y sanamos nuestra historia personal, nuestra historia colectiva desde el perdón de Jesús. Mas bien cuando hacemos memoria desde el amor tratamos de encontrar tanto en el orden personal como en el orden comunitario aquellos puntos fuertes, esos momentos donde Dios se manifestó y asentamos nuestra vida sobre esos momentos. Piensen un poquito en cada uno de ustedes, si ustedes se anclaran nada más que en la dimensión limitada y pecadora, vivirían llenos de amargura, pero Dios no quiere eso, Dios quiere que vivamos en el amor y que seamos felices. Por eso cuando entramos en nuestra historia personal más bien tratamos de buscar cuáles son esos signos de Dios, que nos alientan, que nos fortalecen, en los que podemos fortalecernos, hacer base, eso signos son como la roca firme sobre la que asentamos nuestra vida. En esa memoria aparecen los santos, nosotros, como decía, vivimos de una memoria esencial, que es la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, su Misterio Pascual, pero Dios ha permitido que en estos dos mil años aparezcan esos hombres y mujeres que con su vida encarnaron tanto la identificación con Jesús que se volvieron un ejemplo para nosotros. Por eso los santos son la memoria viva del Misterio Pascual del Señor, la encarnación en el tiempo y en la historia. Por supuesto que la iglesia cuando mira su pasado y encuentra el pecado tiene que pedir perdón, por supuesto, y en estos días el Papa nos ha dado tanto ejemplo en este sentido, cuando aparecen los pecados de los hombres de la iglesia, tenemos que pedir perdón. Pero no podemos  vivir nada más que mirando esa dimensión, todo lo contrario, los santos justamente son los que nos dicen “con  la gracia de Dios, con el Espíritu  del Señor es posible vivir una felicidad aquí en la tierra para llegar a la eternidad, es posible por la gracia y por la fuerza del Espíritu encarnar el Evangelio de Jesús”. Hoy, cuando preparaba esta Misa, tuve este pensamiento, a San Isidro Labrador ni se le habrá pasado por la cabeza  que tantos siglos después iba a interceder por este pueblo, por esta ciudad, por todos nosotros, además si se le hubiera pasado por la cabeza no sería santo. El vivió en esa humildad, en ese silencio, pero con una entrega tan fuerte a Dios y se dejó tomar tanto por el Señor, que Dios le permitió a él, a su esposa, ser santos. Nosotros, tanto tiempo después, lo miramos a San Isidro, le decimos “podemos santificar nuestro trabajo, nuestro trabajo puede ser un camino de santidad, podemos volver a ver en San Isidro y en Santa María, un ejemplo de familia y podemos santificar nuestra vida familiar”.

 

“Y tenemos, mirando al santo, que ser hombres y mujeres de oración. Esas tres dimensiones que encarnó con tanta fuerza San Isidro son sobre las que volvemos siempre. Y esas tres dimensiones pueden ser , por la fuerza del Espíritu, la encarnación del Evangelio en nuestra vida, y san Isidro nos dice “ eso es  posible”.

 

“En este tiempo en donde tenemos, por supuesto, tantas preocupaciones y aparecen tantos desafíos, lo miramos a San Isidro y decimos “la santidad es posible”, a pesar de todas las dificultades y a veces podemos decir y justamente porque existen dificultades, la santidad es posible por  la fuerza de Dios y por la gracia del Espíritu.

 

“Qué bueno, entonces, que cuando nosotros hacemos memoria colectiva nos encontramos con tantos ejemplos de santidad. Justamente acercándonos al Bicentenario, tanta santidad hubo también en torno de la evangelización de América, tantos ejemplos de hombres y mujeres que se entregaron para presentar el Evangelio. Por supuesto que tendremos que pedir perdón por muchos errores y pecados, pero tenemos que encontrar en nuestra memoria histórica también esos ejemplos de santidad que nos ayudan, que nos fortalecen, que nos alientan, que nos animan y que nos llenan de esperanza. Y eso, estoy seguro, es lo que quiere San Isidro. San Isidro está vivo en el cielo, está vivo e intercede por nosotros, Santa María de la Cabeza está viva en el cielo e intercede por nosotros. A ese humilde hombre y a esa humilde mujer que ni se les pasó por la cabeza que tanto tiempo después, todos nosotros los estemos invocando, ellos en el cielo se alegran de que nosotros acudamos a su intercesión, a su mediación, podríamos decir en el cielo se siguen sintiendo útiles, sintiendo y experimentando el sentido de sus vidas que adquirió plenitud en la eternidad.

 

“Que el Señor nos ayude a todos nosotros alabándolo a El a vivir de los ejemplos de San Isidro y de Santa María de la Cabeza”.

 

Mons. Jorge Casaretto

Obispo de San Isidro