PASCUA DE RESURRECCIÓN

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2/04/10. Todos los argentinos, los que profesan fe religiosa y los que no, abordan de buen grado las celebraciones pascuales. La Semana Santa significa una de las representaciones mas claras de la debilidad; de la fragilidad del ser humano y de su insignificancia que solo puede trascenderse por gracia transmitida desde un mundo superior, más elevado.

 

 

Podría decirse que es de alguna manera también, la evidencia de que todas las cruces de los hombres adquieren un sentido trascendental cuando las cubre la inmensa sombra –sombra luminosa, si así puede llamársela- de la otra gran cruz del Calvario.

 

 

Lo cierto es que de la misma manera que la pasión del Gólgota fue permitida para que tres días después floreciese la Resurrección de Pascua, los pesares del hombre, iluminados por el milagro, cobran su razón de ser y dejan de proclamar la desesperanza de que el mundo es absurdo.

 

Bajo el signo de la reflexión discurrirán seguramente estos días en muchos hogares de la Zona Norte. Al abrir los huevos de chocolate, entre los buenos deseos que hemos de prodigarnos el domingo unos y otros, es de esperar que nuestros corazones perciban el real gozo de esta anhelada renovación espiritual.