Jaureguiberry descansa en Uruguay y habla del Bicentenario. CULTURA PARA TODOS Y DESDE EL ALMA

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3/02/10. El arte genera un espectro totalmente concreto y medible – define-. Educa al espíritu, despierta la sensibilidad, hace que las personas lleguen a un nivel profundo que es intangible, pero real. El arte es metáfora pura, evoca a otros mundos posibles y permite descubrir la experiencia inigualable del ser humano”, desgrana la directora general de Cultura en el jardín de la casa que habita en La Barra.  Eleonora Jaureguiberry no se considera artista, sino dueña de un talento especial para amalgamar voluntades de las que luego brotan las mejores expresiones culturales. A ella, los sanisidrenses deben el rescate del Museo Pueyrredon, la casa de mayor valor patrimonial del partido, el replanteo y aggiornamiento de las fiestas patronales “para que el vecino se apropie de la celebración”, como gusta decir y tantísimas movidas mas, que se traducen en una apuesta por exaltar y revalorizar lo propio.  En esta nota cuenta sus proyectos para el Bicentenario, revela las líneas de acción de Cultura, su sueño de poder levantar una sala en San Isidro que sea emblemática como la de la ópera de Sidney Australia o el museo Guggenheim de Bilbao y no deja de hablar de la tarea solidaria que despliega junto a los suyos desde el tercer sector en el Virreyes Rugby Club.

 

 

Sobre la esteña calle Pallas, a una cuadra de la íntima y encantadora playita de La Posta del Cangrejo, la lluvia persistente ha dejado huellas en la arena. Un grupo de adolescentes se dedica al surf como si el sol del verano los amparara, indiferentes a la inusual bruma que La Barra desparrama en neblinas.

 

 

Allí, muy cerquita del mar, está la blanquecina casa de postigos grises tapizada de plantas: “Mabelita” con ventanales que se tutean con el océano. Ese es le refugio que eligió la directora general de Cultura de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry para imponerse una merecida pausa a tanta actividad y vacacionar con los suyos.

 

 

Eleonora recibe a los cronistas de Continta Norte mientras se cuela el perfume de un jazmín que corona el recibidor. “No es glicina, es jazmín”, aclara mientras confía que ese olor la hace recordar a San Isidro e invita a pasar al jardín.

 

 

 

Su marido, el abogado y profesor universitario Gabriel Bouzat, no suele asomarse a las entrevistas y los chicos Josefina (17) y Felipe (15) están ensimismados en sus pasiones: a ella le encanta la literatura y a él la música, aunque también se destaca como rugbier con los colores del CASI.

 

 

gesto-eleonoraEllos son tremendos críticos –suelta la directora a poco de comenzar la charla-. Ocurre que desde muy chiquitos han frecuentado el mundo del arte. En casa con Gabriel se lo fomentamos siempre, vamos formando una colección de artistas argentinos. Así es que tienen mucho museo encima, mucha opera, orquesta, arte contemporáneo. De algún modo y en el buen sentido, le han perdido el respeto y no les parece para nada solemne ni extraño. Por eso son voces muy agudas a las que siempre escucho y consulto. Sencillamente porque han cultivado una visión mas contemporánea que la mía, tienen mucha sensibilidad, los dos estudian música”, dice esta mamá todoterreno que se reparte entre el colegio y los cuidados sin desatender su tarea en la función pública que la ha llevado a poner en valor -entre otras cosas-, al Museo Pueyrredon, el edificio de mayor relevancia patrimonial de todo San Isidro. Pero esa es otra historia que Jaureguiberry deja para mas adelante.

 

 

 

En ese momento prefiere contar otros secretos. Por ejemplo, revelar los motivos que los llevaron a recalar en el balneario. Yo venía cuando era chica, era otro mundo –evoca-, más chiquito. Visitábamos La Barra los días feos, mi hermano era profesor de windsurf y se pasaba todo el verano acá con la tabla. Después con Gabriel, empezamos a hacer viajes insólitos a Chile, Brasil, y cuando los chicos nacieron volvimos al ‘modelo playa’: sombrilla, baldecito, heladera, porque no estaban para ir a Perú con dos años. Ahora, que son adolescentes, ellos son los que eligen La Barra. Entonces nosotros vamos a Montoya y cuando se levantan, generalmente eligen la playa de moda”.

 

 

 

Confiesa que le encanta el mar, nadar, tomar sol, “así que estoy muy bien acá. Siempre nos visita algún amigo y como está muy cerca de Buenos Aires, si tenés que retornar al trabajo, vas y volvés”, dice.  Disfruta de las Gallery Nights y aunque advierte una oferta “un poco pobre” en materia de calidad y peso específico de los artistas – “eso se está revirtiendo”, asegura , hay dos casos que destaca: el de la Galería Sur , totalmente clásica y emblemática  y la Del Paseo en Manatiales. “Otro espacio interesante es Medio y Medio de Leandro Castillo, justo del otro lado, en Solanas, que tiene una mezcla de artistas consagrados y emergentes; algo muy interesante”, valora.

 

 

eleojardinDueña de un talento natural para pergeñar alianzas donde aflora lo mejor de cada expresión artística – allí uno de sus rasgos distintivos- esta hacedora nata ha armado un nutrido programa para el Bicentenario que se avecina. Pero antes de revelarlo, explica que “el arte educa el espíritu” y que como intuye que su tiempo en esta tierra es finito desea trascender con su mensaje en los hijos y los otros, la comunidad.

 

 

 

El arte genera un espectro totalmente concreto y medible – define-. Educa al espíritu, despierta la sensibilidad, hace que las personas lleguen a un nivel muy profundo que es intangible, pero real. Y yo quiero que mis hijos se lleven de este movimiento, esta capacidad de saber que hay otros mundos posibles. Existe gente tremendamente creativa y especial que es capaz de poner ese saber al servicio de todos”, indica.

 

 

 

Eleonora explica que “hay que llegar al mundo de un modo e irse de otro”, como afirma el poeta “ligero de equipaje” pero en la seguridad de que algo de uno sigue viviendo en el otro. Y al rato afirma que al gestionar cultura, su máxima satisfacción es que “aunque sea por un instante la gente se nutra de ella”. Intimas revelaciones de una mujer que ha sabido ganarse el respeto en lo que hace, sin atajos de la suerte, con fuertes convicciones y una buena dosis de formación escolástica en una vida atravesada por ricas experiencias que le han servido para construir su familia y también por el dolor. De hecho su padre murió en un trágico accidente de avión, algo difícil de sobrellevar para una chica de tan solo 12 años. Pero en su corta, aunque intensa existencia, supo develarle no pocos interrogantes.

 

 

 

“Papá era piloto de prueba, instructor de vuelo, paracaidista, uno de los primeros jugadores de rugby de la Argentina, un golfista maravilloso, jinete y hasta nadador de aguas abiertas – describe con cariño mientras se le humedece la mirada-. Un ser increíble, muy luminoso, un hombre simple que no se mareaba con nada. Recuerdo que iba a clase de catequesis y le preguntaba:  “Papá, ¿existe el cielo?” y él respondía: “El cielo y el infierno hija viven en los corazones de las personas”. También lo inquiría con el típico interrogante que desvela a los chicos: ¿existe la vida después de la muerte?” Y él no demoraba en decirle que “la gente sigue viviendo en aquellas personas que la querían. Era muy chica – confía- y esas respuestas eran un poco misteriosas. Cuando uno crece te vas dando cuenta de cuánta razón tenía

 

 

 

La voz de Eleonora es enérgica, apasionada y siente la constante necesidad de buscar “le mot juste” y entonces sus palabras se vuelven cristalinas.Sus ojos claros traducen su nivel de emotividad durante una charla en la que no dejó tema por tocar: sus proyectos para el Bicentenario, las líneas de acción para este año, la recuperación del pianoforte, el concierto del 25, el recital de Beyoncé en un nuevo ámbito como es el Hipódromo, los cursos de las casas de la cultura que movilizan a unas 7000 almas, la puesta en valor del Pueyrredon, cuál es el rol del estado en la cultura y la tarea solidaria que despliega ella y los suyos desde el tercer sector en el Virreyes Rugby Club.

 

– Eleonora, estratégicamente ¿cómo se gestiona cultura desde el Estado?

– Mirá en primer lugar el Estado no debe ser un productor de espectáculos. Si bien puede acompañar a los productores, como es el caso de Beyoncé, porque se trata de un evento importante que hace a una manifestación cultural muy concreta de este siglo 21, ese no es el papel estatal. Estos son modelos para empresarios privados porque resultan mucho mas rentables. En cambio, el Estado debe ocupar esos espacios, sin los cuales diversas expresiones y servicos al público no existirían. Por ejemplo: un museo privado sólo lo puede tener y sostener un hombre muy rico. No existe ningún museo en el mundo que resulte rentable: son carísimos y difíciles de administrar. Allí sí se debe involucrar lo estatal para que todo el mundo acceda.

También creo que la gestión debe ser elástica. Capaz de trabajar con muy diferentes actores sociales. Por un lado, tenés que articular con los empresarios de espectáculos y al mismo tiempo con “artistas a medida”. En San Isidro ese modelo nos ha dado muy buenos frutos.

 

 

-¿Qué ejemplos recordás?

– En San Isidro Labrador  -por caso- hubo una kermese hecha por artistas y músicos del Bajo. El “Festival de Cine y Música”, cuenta con música compuesta a medida especialmente para cada película. “Puertas Abiertas”, es una iniciativa maravillosa hecha por los propios artistas. Ahí tenés otro modelo de gestión compartida donde nosotros acompañamos sin desfigurarla y tratando de agregarle valor con lo que sabemos hacer, pero respetando los programas que ellos deciden llevar adelante. Otro tema fundamental -que siempre hablamos con el Intendente- es el de mantener el equilibrio entre el ciudadano productor de cultura y el ciudadano consumidor.

El lugar ideal es siempre inspirarse en los grandes artistas, que son sin duda, tremendas fuentes de inquietud para el espíritu, que es lo que el arte hace cuando es bueno. Pero -por otro lado- hay que generar en los vecinos espacios que les permitan acercarse de manera directa a la cultura.

 

 

– Ahí es donde entran a gravitar los cursos que se dictan en las casas de la cultura

– Así es. Tenemos 7.000 alumnos en los cursos. Ese espacio hay que preservarlo mucho y hacerlo crecer. Estamos pensando en 4 formatos nuevos, en idiomas, capacitación para el trabajo, seminarios cortos para aprender técnicas y redondear ciertos conceptos que se aprenden a lo largo del año. También incentivamos a productores a exhibir sus propias obras. En cada festival o concierto siempre hay un espacio para los artistas locales como ocurre en Expocultura o con la nueva feria navideña.

 

– Habiendo tantos colegios de la zona con un espacio para el teatro ¿no pensaron en promover un festival de teatro escolar?

– Nuesto principal problema es que San Isidro no dispone de un buen teatro. La sala del Viejo Concejo está demandada hasta la exasperación. Es un techo de cristal, debería tener unas 400 butacas para obras de cierta envergadura. Con una sola sala de 140 butacas es imposible cubrir esa demanda de festival teatral o pensar en traer a los Suburban Players. Hacemos uso y abuso del aire libre y es muy caro. Tremendamente estresante, y el anfiteatro es muy lindo, pero no resuelve el problema del aire libre  Mi sueño es poder construir una sala que sea emblemática como la de la ópera de Sidney Australia. o el museo Guggenheim de Bilbao donde la misma arquitectura del edificio lo convierte en un símbolo potente de la ciudad. Creo que San Isidro se merece un espacio como ese. Desde el punto de vista de los edificios el patrimonio de San Isidro es muy efectivo. Con mucho éxito armamos el circuito de las tres casas con historia que es una novedad absoluta, porque antes la casa de Mariquita no era un museo y la de Victoria estaba cerrada al público. También el Museo Pueyredon no era lo que es ahora.

 

– Bueno vos lograste recuperar al Pueyrredon en todo su esplendor.

– La función primordial del museo es preservar el patrimonio y por lo tanto la historia y estos espacios el Estado los tiene que ocupar. Ahora bien, no he sido  yo sola la que lo recuperó. Esto se hace entre mucha gente que sabe un montón, como ocurrió en Pueyrredon o en Villa Ocampo con el esfuerzo que volcó Nicolás Helft. En mi caso, significa haber tenido la voluntad y la vocación de llamar a los que realmente son conocedores del tema. Y como trabajo hace muchos años en esto, conozco quiénes son los que saben. Cada uno de estos trabajos de restauración hace a muchos expertos en cada tarea específica; como textiles, papeles, óleos, arquitectura, muebles, diseñadores, programas educativos, es muy complejo un rescate como el que se hizo.

 

– Hubo que agudizar el ingenio para poner en valor esos verdaderos monumentos históricos

– En esos casos es donde interviene el Estado. La Comisión Nacional de Momunentos es la que decide el proyecto y la Nación lo financia. Pero una vez que el edificio está restaurado la historia recién comienza. Hay que definir qué se hace con la colección que atesora, cómo se se la exhibe de qué forma preservarla, cómo se abre a la comunidad, la seguridad... en fin detalles para nada menores.

También se debe desarrollar un proceso de formación de público. Lo interesante del Pueyredon es que comenzaron a llegar nuevos visitantes. Este diseño de montaje está hecho muy en sintonía con esa idea. Resulta fácil de leer por diferentes públicos. El  museo tiene por lo menos tres niveles de lectura: uno hace a circular simplemente por él con una colección muy ordenada. ¿Un ejemplo? La salita con la evolución del retrato desde las miniaturas hasta los Prilidianos. Otro nivel es el de los títulos, los epígrafes y los copetes, y por último, el del texto profundo, muy cesudo que lo desarrolló el investigador Roberto Amigo, quien está haciendo ahora la muestra de Berni y el catálogo razonado en el Museo Nacional de Bellas Artes. Al Pueyrredon si lo recorrés con tranquilidad y leés documentos y textos extendidos, entendés en un pantallazo lo que fue la Argentina del siglo XIX.

 

 

– Volviendo a la formación de públicos, hay un recorrido que es amigable para niños, existen programas educativos que tienen que ver con los bajitos

– Sí. También apostamos a que los padres asistan con sus hijos, luego ellos vienen solos, se arma el boca a boca y el público se va formando. Mi mayor satisfacción es cuando los chicos dicen: ‘Mamá vamos a volver, ¿no?’

 

 

DESDE EL JARDIN. Algo no por todos conocido es que los Pueyredon eran excelentes jardineros, padre e hijo. La tarea del Museo Pueyredon sigue y Jaureguiberry revela que uno de los temas pendientes es la puesta en valor del parque y la barranca. “Con las ventas de las entradas del ‘Concierto del Bicentenario’ hemos recaudado la mitad del dinero que necesitamos para mandar el pianoforte a restaurar. El total es de $15. 000, que se va a pagar con la venta de la entradas en su totalidad, en marzo a mas tardar vuelve al museo restaurado”, calcula.  Al tiempo que vaticina que la audición será un boom. “No hay un solo ser humano que esté vivo que haya escuchado ese instrumento –se entusiasma- , vamos a escuchar el sonido de la historia”, añade.

 

¿Qué tenés planeado para conmemorar el Bicentenario?

 

– En realidad es un programa que dura todo el año. Tomamos la decisión de, más allá de hacer el gran acto o no, trabajar sobre dos ejes: el tema de la Argentina y su construcción a todo nivel sobre todo en lo artístico, la historia, el patrimonio  y por otro lado vamos a hacerlo sobre la idea de libertad como un concepto abstracto-concreto. Las actividades en cultura para este año van a rescatar lo argentino, cómo se fue construyendo el campo de las artes, y la historia del pensamiento en la Argentina y va a ser una ocasión propicia para trabajar el concepto de libertad. Realizaremos un Seminario sobre la Historia de la Música en nuestro país. El curso de Historia de las Artes que fue un boom el año pasado, se va a ceñir a la Argentina .

Hay artistas monumentales, como todo el tiempo estudiamos a Gauguin y Monet pero no estamos atendiendo a Kenneth Kemble para decirte un histórico sanisidrense. Nuestro festival de música clásica va a tener algún autor argentino pero también, músicos relacionados con la idea de la libertad, por un lado y por otro, va a haber una persona que se va a parar frente a la audiencia y hablará cinco minutos sobre la libertad. Periodistas, educadores, filósofos del derecho.

 

 

 

– ¿Cuándo comienzan?

 

– Largamos en febrero- marzo, cada curso va a atender una técnica argentina. No hay que olvidar el “Concierto del Bicentenario” programado para el 25 de Mayo donde vamos a estrenar el pianoforte con la primera música que se compuso en el río de la Plata, será una gala didáctica.  En un gran gesto, José Luis Juri, que es el director de nuestro festival y por otro lado quien tocó en el pianoforte restaurado de Mariquita Sánchez, se propuso actuar ad honorem.

También en Villa Ocampo vamos a hacer una muestra de Victoria Ocampo y en el Pueyrredon de Victoria Aguirre. Esas performances van a estar enganchadas con la muestra de la Casa del Bicentenario de la Nación que inaugura el 8 de marzo, a cargo de Liliana Piñeiro. Nosotros de alguna manera nos sumamos completando la exhibición sobre las mujeres.

 

 

– Podría decirse que es un programa con todos y con todo.

 

Lo que más me llena de alegría es ir trabajando con la UNESCO con Cultura de Nación, y haber encontrando socios específicos, a medida para cada proyecto.  En este caso, Patricio López Méndez hará el diseño de montaje y Cecilia Lebrero el guión. Traerán para esta muestra el autorretrato de Prilidiano Pueyrredón del Museo de Luján, porque fue Victoria Aguirre quien lo donó cuando vivía en la casa de Prilidiano . Esto va a ocurrir en marzo, abril y mayo.

 

 

– En materia de cine ya comenzaron los ciclos auspiciados por la Cinemateca.

 

Sí pero como sorpresa con al Cinemateca pensamos proyectar la primera película que se filmó en la Argentina: lleva el sugestivo titulo “La revolución de mayo”. Se trata de un corto recién restaurado; se hizo en 1907 cuando no existían los estudios, una verdadera joyita que estaba perdida y la rescatamos.

 

 

 

– Poca gente sabe que además de tus funciones en Cultura, la casa y los chicos te dedicas al voluntariado desde el tercer sector en el Virreyes Rugby Club ¿cómo te las ingenias?

 

En Virreyes trabajo de relaciones institucionales que tiene que ver con mi carrera y es lo mejor puedo dar. Pero también me ayudan los chicos y Gabriel. Tanto Josefina como Felipe son voluntarios en el club desde muy chiquitos, esto les dio perspectiva. Los sacó de la pavada adolescente, de con quién salgo o adónde voy. Allí aprendieron a compartir de igual a igual con otros chicos que no tuvieron las mismas posibilidades. Siempre les digo: “la única diferencia que tienen con el otro es que nacieron de este lado y existen estas cosas’Por eso les pido que se pongan las pilas y me ayuden a generar un mundo más justo, donde esas oportunidades se les puedan abrir a tantísima gente. De eso se trata. Por eso cuando gestiono cultura, me da mucho placer cuando la gente se nutre de ella, quiere decir que el mensaje llegó. Hay quienes se sienten orgullosos por quienes llegaron a ser, yo por las asociaciones que supe establecer con los amigos.  Al fin de cuentas, el mejor modo de irse de este mundo es habiendo entendido profundamente la experiencia de ser humano.