Los Matarazzo retornaron a la cocina con una buena idea:“La Marosca Catering”, un servicio para hacerse el plato

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El nieto del creador de la conocida fábrica de pastas, Gastón Espinet junto a su socio José Sarmiento, dos jóvenes emprendedores de la zona abrieron una empresa de catering que está dando que hablar. Despuntó haciendo unas pizzas increíbles y hoy se dedica además a la preparación de deliciosos pinchos, bruschettas, picadas, empanaditas, platos mexicanos, cazuelas, una amplia gama de postres y su novedoso Menú Coctel que atiende los requerimientos de los paladares más exigentes. Todo comenzó con una exclamación bien itálica, soltada al azar por el abuelo, de Gastón, Don Bruno Matarazzo: “A la marosca” y en verdad, desde entonces se armó la rosca. Conozca los secretos y los sueños de un negocio familiar bien “fatto in casa” que ahora sentó sus reales en La Lucila y se apresta a conquistar no pocos eventos con sus productos gourmet.

 

 

 

 

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 Cuando Gastón Espinet escuchaba de chico a su abuelo, Bruno Matarazzo exclamar con pasión cada vez que amasaba en su cocina el clásico “¡A la marosca!” en señal de excelencia porque la pasta había alcanzado su punto justo, ese toque “al dente”, jamás imaginó que esa frase sería el talismán de su futura empresa de servicios dedicada a la cocina y -menos aún- que con ella se convertiría en un emprendedor del nuevo milenio.

 

 

000_0042Acompañado por su amigo José Sarmiento, Gastón se dedicó de lleno a este emprendimiento que nació en octubre de 2007 para ofrecer en eventos gourmet un servicio que conjuga alto nivel gastronómico, precios accesibles y un trato personalizado.

 

 

Nada de platos plásticos y gente que no tuviera idea de qué se trataba esto que para mi hace al arte de saber atender. En estos tiempos crispados, no vamos a meter a cualquiera en la casa de un cliente –explica Gastón-. Quienes trabajan para nosotros son cocineros conocidos, personas que saben del servicio de hospitalidad y estudiantes universitarios que aprovechan este trabajo para costear sus estudios”.

 

 

Con esa premisa y no poca sapiencia a la hora de desenvolverse en la cocina, abrevando en las mejores recetas caseras, este emprendedor de por entonces 27 años tomó la posta en esa suerte de legado familiar que le venía de lejos, de un modo instintivo, casi por casualidad.

 

 

Regalo de Pascuas

 

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“Recuerdo que allá por el 2006 nos fuimos todos en Semana Santa a pasar unos días al campo –evoca-. Ahí di con unas recetas de pizzas que pertenecían a mi tía abuela y armé un par a la parrilla para alimentar a todos porque estábamos en Pascuas y no se podía comer carne. En verdad resultaron un éxito. Al poco tiempo, otra tía me pidió que reincidiera en la cocina para un evento de padres de un colegio de la zona. Y así comencé“, desgrana este joven médico al tiempo que confía que con el tiempo se sumó su cuñado, que venía de trabajar en otra empresa de catering y conocía los errores más comunes de la competencia.

 

 

Con todo ese bagaje, ambos barajaron la posibilidad de seguir los pasos de Don Bruno y abrir, 43 años más tarde una empresa gourmet. Tuvieron al igual que él un especial cuidado en la elección de los mejores ingredientes, lo hicieron apelando a productos nobles y sanos, aquellos que coronan las mejores recetas.

 

 

“La idea era llevar a la casa de los clientes una propuesta diferente, con especial cuidado en todos los detalles, y un menú que incluyera pizzas, picadas y postres, entre otros platos”, precisa.

 

 

La Marosca Catering no paró de crecer. Con una inversión inicial de 15.000 pesos, que destinaron a la compra de hornos, garrafas, asaderas, freezers y otros equipos el dúo encaró con entusiasmo el desafío. Armaron la primera cocina en la casa de la mamá de Espinet, y más tarde montaron su base de operaciones en La Lucila.

 

 

A pedir de Boca

 

 

000_0022Los primeros eventos llegaron por recomendaciones y poco a poco por la fuerza del boca en boca La Marosca comenzó a hacerse conocida por sus pizzas y por la especial atención que brindaba.

 

 

“No escatimamos en mozos y encargados y en lugar de platitos plásticos recurrimos a la vajilla de porcelana –dice Sarmiento-. Otro dato importante que marcó la diferencia fue nuestro compromiso con los tiempos y el especial cuidado de la gente que llevábamos a cada evento porque tenemos muy en cuenta que nos manejamos en un contexto marcado por la inseguridad”.

 

 

A las pizzas caserísimas, pinchos, bruschettas, tabla de picadas y brochettes le sumaron  un venero de cazuelas, comida mexicana y una amplia carta de postres. “Ahora, desde Mayo incorporamos un nuevo servicio: el menú Cóctail –detalla Sarmiento-. Está diseñado para eventos empresariales, lanzamiento de productos, casamientos y otro tipo de eventos sociales. Es una modalidad “finger food”, tendencia gastronómica actual en la que se come todo con la mano y la vajilla se deja de lado”, indica.

 

 

El menú incluye una degustación de bocados fríos y calientes por demás recomendables. Entre los que pueden destacarse los Shortcakes con salmón y crema ácida y ciboulette; Roll de pollo tipo thai con aderezo de lima y yogur; Envoltini de berenjenas, rúcula y ricotta y reducción de aceto; Shot de guacamole con nachos y Champignones tibios  rellenos con mozzarella y salsa roja. En el caso de los bocados calientes se pintan opciones: Fritatta de zucchini y queso brie, Fritatta de puerros, cebolla caramelizada y queso, Mini calzone de hongos, de carne y de jamón y queso. Pinchos de pollo con chutney de peras o duraznos. Y para el postre, se puede optar por un Shot de mousse de dulce de leche, sino una mousse de chocolate y maracujá o bien un shot de mousse de chocolate blanco

 

 

El menú tiene un valor de $ 85 por persona el que incluye la bebida (gaseosas y cerveza), camareros y cristalería e implica un servicio mínimo para 20 personas. (Opcionales: Vino y champagne Trumpeter, Toso o Don Doménico).

 

 

 Pensamos que es una opción original y canchera para agasajar a los invitados”, coinciden ambos empresarios que cumplen nada menos que con unos 300 eventos mensuales –atendiendo a unas 20 a 250 personas- lo cual les reporta en el mismo período una facturación de 25.000 pesos.

 

 

“¿Para el futuro? Pensamos dedicarnos también al negocio de los casamientos, lo cual habla de eventos muy importantes por su magnitud y nos mete de lleno en un circuito fuerte en competidores”, remata Espinet, el médico devenido a cocinero que abrazó este mettier por aquella frase de Don Bruno. Alguien puede dudar hoy que después de “¡A la marosca!”… se armó la rosca. Seguramente Gastón y José no lo dudan.